Luces, cámara, acción.
No, eso es para los actores.
Cortes, tijeras, agujas.
Ahora sí.
Eso es lo que representa mi vida. Cortes por aquí, cortes por allá. ¡Tráiganme las tijeras! ¡¡Madison corre que tenemos una entrevista!!
Me pinche con la aguja, mierda.
Esa es mi vida, la interesante vida de Riley Valentina Miller.
Unos cortes por aquí, evadir paparazzis, responder preguntas sin sentido alguno, pasar tiempo con mis hermanos, cancelar todas mis entrevistas porque no quiero verle la cara a ningún productor, siempre hacer polémica por dar mi opinión, pelearme con la cantante principal de la banda más importante del momento.
¿Acaso no lo sabían?
Me pelee con nada y con nada menos que con Mia Scott, la cantante principal de Outbreak. Siempre que podíamos nos tirábamos mierda por Twitter ocasionando una gran rivalidad entre nosotras, y entre nuestros fans.
Gracias al cielo nunca nos encontramos en la calle, estoy segura de que si la veía por ahí le dejaba ir un puñetazo, menos mal nunca paso.
¿O sí paso?
No lo recuerdo bien, refresquemos la memoria.
Horas antes...
Camino tranquilamente por las calles mientras le doy pequeños a mi café, volteo la cabeza cuando escucho como los paparazzis vienen detrás mío, ruedo los ojos y devuelvo mi vista al frente.
Me detengo cuando escucho como un auto frena, volteo la cabeza y veo como una rubia se baja del auto echa una furia. Se empieza a acercar a mí con cara de enojo.
Mira, se parece a nosotras cuando estamos enojadas.
—¿Eres Riley Miller? —pregunta cuando esta enfrente mío.
¿Por qué se me hace tan familiar su cara?
—Depende de quien pregunte —contesto, le doy otro trago a mi café mientras la inspecciono de pies a cabeza, y aunque me cueste admitirlo, tiene un buen estilo.
—Mia Scott —contesta, mete sus manos en los bolsillos de su abrigo.
Me atraganto con el café y empiezo a toser, ella hace una mueca de asco, pero a la vez me mira preocupada, o bueno, no sé, quizás espera que me muera justo enfrente de sus ojos.
—¿Qué quieres? —pregunto una vez estoy calmada.
—Quiero que dejes de estar tirando mierda sobre mí en las redes, me estoy hartando de este jueguito que empezaste.
Frunzo el ceño—. Te recuerdo, tú empezaste todo este jueguito cuando hablaste de mí en un espacio público, ahora si me disculpas —me acerco al basurero más cercano y tiro el vaso de café—, tengo mejores cosas que hacer, y hablar contigo no es una de ellas.
Me doy la vuelta y empiezo a caminar, me detengo cuando ella me agarra del brazo, quito el brazo cuando siento una corriente eléctrica.
—Lo estoy diciendo seriamente, Riley. No estoy para jueguitos de niñas de 16 años.
—Yo también lo digo seriamente, Mia. Sí tú no paras lo que iniciaste, no me detendré, atente a las consecuencias de tus actos.
Se encoje de hombros—. Bien, de todas maneras, tenía razón, tus diseños son una mierda.
¿Disculpa?
Como Chloe diría, dale un puñetazo para que se calle.
Eso, pégale.
Es decir, no, todo se soluciona hablando, perooo, un puñetazo de vez en cuando no viene mal.
Asiento con la cabeza, relamo mis labios y meto mis manos en los bolsillos de mi abrigo.
—Gracias por su opinión, señorita Scott, pero no me interesa. Tenga un buen día y tengo cuidado con las nevadas.
Ella sonríe con soberbia, me doy la vuelta y empiezo a caminar para alejarme de ahí.
Bajo la cabeza cuando los paparazzis empiezan a tomar fotos.
—Cantante soberbia, engreída, grosera, malvada, no tiene buenos modales —empiezo a decir en voz baja.
—¿Dijiste algo sobre mí? —escucho su voz a mi lado. ¿En qué momento se acercó tanto?
—Sí, dije que eres una soberbia, engreída y grosera, ¿por?, ¿tienes algún problema con eso?
—Tú también eres una grosera.
—No tanto como tú.
—Lo eres, de hecho, eres más grosera que yo.
—No lo soy.
—Que sí, venga va, acéptalo, que aceptes algo que es verdad no te llevara a la ruina, Miller.
—Te voy a soltar un puñetazo.
—Hazlo, a ver si te atreves.
Me pongo en posición de defensa y le pego un puñetazo justo en la nariz.