Nothing is easy [editando]

Capítulo 31

Capítulo 31

Lucas B.

Reviso la página que me había indicado el abogado y leo más de una vez para no verificar que no sea un sueño o una broma de mal gusto.

Ainhoa estaba superando mis expectativas en creces y no entendía cuál era el motivo de su odio hacia mí, cuando le he dado toda, la respeté y nunca la he tratado mal. No logro comprender, cuál es el motivo de todo esto.

—La fiscal ha hecho las respectivas investigaciones, las cuales ya se han comunicado a ambas partes. Lo único que necesitamos son pruebas contundentes que acrediten su inocencia.

Escucho hablar al abogado por el altavoz del teléfono.

—¿Cómo puedo demostrar que no he hecho nada de lo que se me acusa? — paso a la otra página — ¿Cómo obtener evidencia de lo que no he hecho?

La frustración me mataba, no podía soportarlo más.

—La audiencia se dará a cabo el otro mes, debe estar presente.

—No estoy en Lima para hacer acto de presencia en la audiencia, debes ver la manera de que no me presente.

—Creo que eso no se podrá — se detiene y escucho como chasquea. — La víctima… Lo siento, la persona que lo acusa es la única que puede ausentarse en la audiencia, por el momento.

—Es una maldita broma.

—No señor, no lo es.

Miro con cansancio el teléfono por la respuesta innecesaria del abogado.

—¿Cómo vas con la denuncia a Lorenza?

—Señor, con respecto a esa denuncia — titubea — Creo, creo que no es recomendable hacerlo en estos momentos.

—¿Quién te ha pagado para que me estés diciendo esto? — hablo enojado.

—No señor — se apresura a decir — Nadie me ha dicho nada con respecto a ello, pero analizando la situación y en la manera en cómo han ocurrido los hechos, lo recomendable es que primero solucione el problema con la señorita Ainhoa.

—¿Eso cuándo sucederá? — hablo hastiado de la situación — ¿Dentro de 3 años o peor aún en unos 5 años cuando toda la gente se olvide y las pruebas se eliminen?

—No quise decir eso…

—Entonces no me refutes — respiro con tranquilidad volteando a mirar la ventana — Quiero que investigues por lo bajo, quien habló en esa entrevista, quien proporcionó la información y quienes han tomado las fotografías. Quiero todo.

—¿Prosigo con el acta notarial?

—No — me levanto y  noto como Clara camina con rapidez por la calle — Será mi as bajo la manga en este maldito juego.

Finalizo la llamada y me concentro en leer todo lo relacionado al caso, todo lo que la fiscalía había enviado en el documento, ya no podía dejar que otros se hagan cargo de esto, mucho menos los abogados que ha puesto mi padre.

Como siempre, ese hombre no se ha inmutado, recuerdo cuando sucedió lo de Ainhoa solo llamó una vez respecto a ello y luego no más volvió. No entiendo su silencio, aunque no me calmaba, eso me mantenía mucho más en alerta.

Mi teléfono suena y camino hasta el escritorio, era el número del hijo de mi madre. Miro el aparato hasta que finaliza la llamada y a los segundos vuelve a timbrar.

Mi mirada no la despego de la pantalla donde aparecía su nombre, termina la llamada e ingresa un mensaje de él.

«Es importante, por favor contesta.»

Frunzo el ceño y cuando vuelve a llamar demoro en contestar.

—Hermano — su voz está apagada — Lo siento por llamarte e insistir, pero es muy importante…

—Directo al punto — le corto la palabrería.

—Papá, se trata de papá — su voz se quiebra — Está mal, está hospitalizado.

La noticia me llega de sorpresa, me siento en el filo de la cama y mi respiración se vuelve pesada.

—Debes venir, mamá no quiere que te lo diga, pero creí conveniente que lo sepas.

—Está… ¿Está grave?

—Los médicos no lo pueden asegurar — musita.

—Está bien.

Finalizo la llamada y me impaciento, me levanto y corro al inodoro a vomitar. Toda la angustia me estaba consumiendo lentamente, no comprendía porqué tenía que pasar por todo eso, lentamente me estaba consumiendo y aunque quería hacerme fuerte y ser un hombre, me veía decepcionado de mí mismo.

¿Cómo era posible que un hombre se quiebre tan fácil con los problemas?

Ya estaba acostumbrado a esto, no entendía porque me chocaba y me angustiaba más.

Madre no me había avisado nada, ni siquiera me había enviado un mensaje, ¿Cómo era posible que siguiera enojada con su hijo?

Estar aquí no era conveniente, necesitaba salir, necesitaba respirar. Camino con rapidez fuera de la casa hacia la parte trasera, visualizo el árbol y me siento en la tierra.

Mi pecho comenzaba arder, mi garganta se oprimía y mi cuerpo no dejaba de temblar. Aprieto mis mandíbula con fuerza y con mi puño aprieto mis labios para controlar el llanto.

Todo se viene a mi cabeza, desde que llegó mi hermano a la familia, los pleitos constantes de mis padres, mi trabajo, los sobrenombres de los periódicos con respecto a mi estilo de vida, Ainhoa, la denuncia. Todos eran recuerdos amargos, problemas que nunca he solucionado y que en un intento en vano he tratado de ignorarlos y ocultarlos.

En estos momentos todo me pesaba, todo me dolía, incluso pensar en Clara, sentirme insuficiente para esa mujer, alguien fuerte, que a pesar de perder todo, seguía de pie.

Me sentía insuficiente para el mundo, para mí, para ella, para nuestro hijo.

¿Cómo podía ser capaz de llorar frente a la mujer que amaba?

Con qué cara me vería, si no era un hombre fuerte, al que podía soportar los problemas, el que tenía que estar de pie, aunque el mundo se viniera encima, el que se suponía que tenía que ser el eslabón fuerte de la familia.

¿Cómo podría hacerlo?

No la merecía, no merecía nada bueno de lo que me estaba sucediendo dentro de todo este caos.

Quizás por eso es que mi madre nunca se ha sentido orgullosa de mí, quizás por eso prefiere a su otro hijo, el bastardo nacido de una infidelidad. Uno que me arrebató mi lugar con su llegada, el que destruyó nuestras vidas.



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En el texto hay: mentiras, embarazo, decepción

Editado: 01.07.2024

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