Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: Nyc N° 3

Capítulo 27

— ¿Cony? — pregunto Hanna sorprendida por encontrarse de frente con la nana de Ehan.

— ¿Hanna? ¡Oh Por Dios! Mi niña, ¿cómo estás? — exclamo abrazándola; desde que se habían conocido; Cony le tenía un gran cariño a Hanna.

Ella fue de las pocas que siempre apoyó su relación cuando trabajaba en la mansión de los Hilton, nunca dudo que Hanna era la mujer perfecta para su niño.

— ¡Por Dios! ¿Qué haces aquí? — Le dijo Cony soltándola y jalándola adentro del departamento — ¿Ehan sabe que estarías aquí?

— No...No, yo... Solo he venido a dejarle unos documentos que dejó en la oficina y son muy importantes.

— ¿Oficina? ¿Ehan y tú están trabajando juntos?

—Em... algo así Cony. Ehan es... él es...

—Soy su jefe— dijo la voz del hijo mayor de los Hilton, sobresaltado a las mujeres.

Las dos se giraron para ver a Ehan caminar hacia ellas, Hanna lo observaba con incertidumbre y Cony con esperanza. El hecho que Hanna regresará a la vida de Ehan sólo podía confirmar una sola cosa...al fin serian felices.

Cony estuvo presente el día que Ehan se presentó frente a sus padres con la mano de Hanna entre las suyas. Ella vio el amor que le tenía su niño a esa chica.

Durante la estancia de Hanna en la mansión Hilton. Ellas se conocieron y Cony también quedó encandilada con ella, era muy dulce y educada; poseía todo lo que Giselle carecía y más.

Nunca fue más feliz que el día que Ehan le pidió matrimonio a Hanna. Ese día ella estaba segura que ellos serían muy felices porque cualquiera notaba el amor que se profesaban.

Y si Hanna estaba de regreso, Cony estaba segura que esta vez Ehan no la dejaría escapar. Ella era el motivo por el cual Ehan había cambiado.

Llevaba meses sin llevar una mujer a casa, en los últimos años, Cony ha visto el desfile de chicas pasar por su cama pero ninguna ha logrado hacerlo reaccionar.

Hacerlo sonreír o ser feliz.

Pero estaba segura que Hanna lo había hecho.

— ¡Oh! Yo... No lo sabía— dijo la mujer conteniendo su sonrisa —Es un placer verte de nuevo mi niña, te iré a traer algo de tomar. ¿Todavía te gusta mi ponche especial?

— ¡Sí! Gracias Cony, he extrañado mucho tu bebida especial— reconoció Hanna.

Ella se alejó hacia la cocina dejando a Ehan con Hanna, solos.

Él estaba algo confundido he inquieto; cuando escucho que llamaban él pensó que Sarah ya había llegado, pero cuando vio a Hanna abrazada con Cony fue algo que no esperaba.

Por un instante fue como volver en el tiempo y estar de nuevo con Hanna sentado una tarde en la encimera de la cocina hablando con Cony. Ella los aconsejaba y le gustaba ver como ellas se llevaban tan bien.

—Yo... perdón por venir sin avisar. Dejaste los papeles en la oficina y no me contestabas tu teléfono. Así que los traje— terminó de decir extendiéndole la carpeta.

Ehan observo el documento y se dio cuenta que era idiota; había olvidado los documentos por estar pensando en Hanna y el solos en la oficina.

—Gracias. No sé cómo los olvide— más bien si sabía pero no estaba dispuesto a decirlo en voz alta—espero no causarte ningún problema con tu esposo.

—No te preocupes. Le avise que llegaría un poco tarde.

—Hanna, aquí tienes— exclamo Cony saliendo de la cocina con dos bebidas— ¿Qué hacen parados? Toma asiento mi niña. Disculpa los modales de este chico— le dijo señalando a Ehan.

Hanna soltó una pequeña risa, siempre le había fascinado la forma tan informal en la que Cony trataba a Ehan.

—Muchas Gracias Cony— Hanna ingreso a la sala con la mujer, dejando a Ehan sólo.

Rápidamente el observo su reloj y se dio cuenta que era tarde. De un momento a otro Sarah podría llegar y la situación se formaría muy incómoda.

¿Cómo le explicaría a Sarah que Hanna estaba ahí?

El camino hacia la sala y las encontró charlando sobre varias cosas. ¡Mujeres! Tienen esa habilidad especial de hablar de siete cosas diferentes al mismo tiempo.

—Me alegro de volverte a verte mi niña. Estas muy hermosa...

—Siempre fue hermosa — interrumpió Ehan sin pensar. Pero al final tenía razón, Hanna siempre había sido hermosa para él.

—Gracias— dijo la aludida sonrojándose — Yo también me alegro de verte. Hace poco fui a la mansión y no te vi. Creí que habías dejado de trabajar para la familia.

—No querida. Ehan me pidió que trabajara acá para él y... bueno, tú sabes que nunca he podido negarle algo a esos ojos— contesto de forma tranquila sin demostrar la sorpresa que tenía.

Hanna había ido a la mansión.

Eso quería decir que las cosas con Ehan iban enserio.

Las dos rieron como si estuvieran compartiendo una broma vieja que Ehan no entiende pero no pudo evitar su sonrisa.

Hanna se veía tan perfecta sentada en su sala que era como si ella hubiera nacido para estar ahí, todo ella combinaba con el entorno.



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En el texto hay: hijos, celos, amor

Editado: 07.02.2019

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