Nuestra última canción.

I.

¿La vida siempre había sido tan injusta?

Nunca conocí a One direction

La vida nos cambia, nos da un giro inesperado cuando debemos salir de lo cotidiano y lo monótono de nuestro dia a dia.

No lo dudaba, pero si sentía que mi vida se había vuelto un reloj de arena, el cual con cada pizca caída se iba un minuto de mi vida. Uno el cual no iba a volver a retomar y fue aquí cuando entendí que nadie tenía el tiempo en sus manos y quien pudiera hacerlo tenía el mejor de los regalos.

Fue ese día, un miércoles por la mañana todo había comenzado mal, empezando por que odiaba despertarme temprano.

-Su hija no tiene un dolor de abdomen, ni mucho menos sufre un desorden alimenticio señora Brown -Los ojos de mi madre se abrieron de par en par en tanto yo deducía que debía ser causa de algún mal estiramiento o estaba haciendo mucho ejercicio.

De algunos meses para aca, me estuvo doliendo mucho la parte baja del abdomen, adelgace unos centímetros y tenía gastritis casi todos los días, según mi madre quien decía que era por un mal movimiento cuando jugaba voleibol o algún alimento me estaba haciendo daño y que solo debía darle tiempo y reposo al cuerpo para que dejara de doler.

Pero las cosas se tornaron de una manera muy tosca a tal punto que empecé a vomitar y no solo eso sino que vomitaba sangre. Gracias a ello mi madre me levanto a las seis de la mañana para irnos al hospital en una cita prioritaria

-¿Y según usted qué es? -Dijo mi madre notando en su voz esa pizca de nervios.

-Aun no puedo dictaminar un diagnóstico, no yo, asi que la joven será remitida a Oncologia.

-¡Cáncer!, mi hija no tiene cancer y estoy segura por que ella come muy bien. -Replicó mi madre a la par que se paraba de la silla y manoteaba en el aire.

-Señora cálmese no estoy diciendo que la joven tenga cáncer, es solo para descartar cualquier cosa. -El médico que aparentaba unos cuarenta años, tomó un par de hojas y las firmó para después entregárselas a mi madre.- Por la urgencia que es a mi parecer, el oncólogo las verá en quince minutos en el tercer piso, la sala de espera queda en el pasillo pueden esperar allí.

Mi madre tomó los papeles desconcertada y salió sin decir más, yo me pare y antes de salir me despedí del doctor y di las gracias.

-Que estes bien Lizzy, espero y me equivoque.- Fue lo último que escuche de él en un susurro antes de llamar al siguiente paciente.

Mi madre y yo nos sentamos en silencio en una sala de espera con paredes blancas y sillas azules,  oscilaba de que hubieran pasado los quince minutos cuando mi nombre fue anunciada por los altavoces del hospital.

"Lizzy Brown Williams es solicitada en Oncología consultorio 315"

Tomando mi mano mi madre y yo nos ingresamos a la habitación, dentro se encontraba un pequeño escritorio y dos sillas donde nos sentamos, el doctor un hombre de piel morena y algunas canas saludo sonriente nuestra llegada.

-Tu debes ser Lizzy Brown -Asentí-, ¿Como estas, ¿cuentame por que estas aqui? -Procedí a contarle mis dolores y le señalé donde eran, los vómitos con sangre, mi pérdida de peso y mi fatiga constante.- Okey haremos unos exámenes que nos llevaras un poquito de tiempo.

Y tal como dijo mi mañana se vio entre una ecografía abdominal, un TC y una ecoendoscopia. Al finalizar los exámenes nos indico que nos viéramos al día siguiente a la misma hora de la cita para dar un resultado.

Al siguiente dia como indico nos encontrábamos otra vez en el consultorio, el doctor frente a nosotros que a diferencia de ayer hoy se encontraba muy serio. Unos minutos después levantó la cabeza y dejo los exámenes a su lado.

-¿Todo bien?. -No pude evitar preguntar a lo que el doctor negó con la cabeza.

-Señora Brown su hija presenta un cancer de estomago. -El mundo se me cayó a pedazos y no pude parpadea o escuchar algo después de aquellas palabras.- Empezaremos con las radio y quimioterapias el miércoles de la próxima semana, le daremos un mes y según como vaya avanzando daremos fecha para la cirugía.

La vida se me estaba saliendo de las manos y me sentía perdida y asfixiada, fue la primera vez que no sentía aire en mis pulmones y estaba ahogándome, fue mi primer ataque de ansiedad.

 

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Y llegamos al día de hoy, miércoles, hace una semana me diagnosticaron cancer de estomago y había perdido la semana pasada de clases y hoy faltaba también y conforme me sintiera veía si debía ir mañana.

Desde mi diagnóstico mi madre no había parado de llorar en las noches, contándole a mis tías y abuela lo sucedido y en gran parte la entendía saber que su única hija iba a empezar a luchar contra una enfermedad tan delicada como lo era, entendía lo que era estar en sus zapatos. Por otra parte papá no decía nada, solamente me recalcaba constantemente si me sentia bien y si en algun momento me sentia mal que le dijera inmediatamente.

Mi padre ahogaba su dolor de una manera diferente a mi madre, el solo se fundía en su trabajo y desde el jueves pasado en que mi madre le dijo, llegaba a casa se sentaba conmigo charlábamos un rato y veíamos nuestra serie favorita. El precio de la historia.

-Buenos días, ¿Lizzy cierto? -Pronunció un enfermero joven entrando al pequeño cubículo donde me hallaba acostada en una silla, bastante cómoda a mi parecer.- Mi nombre es Ryan y seré el que lleve tu proceso en las quimio y radioterapias.

-De acuerdo, pero ¿Esto duele?. -Aquella pregunta me inquietaba mucho ya que según lo que lei te hacía sentir como si una tracto mula te hubiese pasado encima minimo unas dos veces y según internet también la radioterapia no dolía.

-La quimioterapia como tal no duele, si presentaras los primeros días de tratamiento náuseas, estreñimiento, falta del apetito y cansancio, el cabello se te empezara a caer puede ser en la tercera o cuarta quimio ya que tienes bastante cabello. -Tomo mi brazo izquierdo e insertó una aguja para después conectarlo a la máquina que había a su lado y el líquido empezó a correr por mi cuerpo.




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