Billy Mendez estaba siendo cruel con mi hermano. No lo podía permitir. Le dije a Andy con la esperanza de que él me ayudara a armar un plan para defender a Nate.
Andy nos convocó a todos en el receso.
Alice y Wes se estaban dando codazos cuando llegué a la esquina del salón. Andy había armado una especia de carpa con nuestras chaquetas, y estábamos los cinco escondidos allá. Nate… Bueno, Nate estaba comiendo en el baño, alejado de Billy Mendez.
-Ya es la tercera vez que le pega- me quejé, preocupándome por mi hermano mayor.
Nate nunca había sido de defenderse, ni de golpear a los demás en respuesta. Él solo… dejaba que las cosas pasaran. Mamá no notó la golpiza que tenía Nate la tarde anterior. O tal vez la notó y decidió ignorarla. Papá, en cambio, sí la vio. Esa noche oí a Nate llorando porque papá le estaba pegando para enseñarle a “defenderse”.
-Será la ultima vez que le pase- me aseguró Andy, cubriendo mi pequeña mano con la suya.
Armamos el plan. La campana del receso sonó, y todos nos fuimos a nuestros salones. Andy, Alice y Wes estudiaban en el mismo curso, y Nate y yo estábamos en otro aparte. Miles aún no había llegado a nuestras vidas.
Cuando se acabaron las clases, todos los de cuarto grado salieron menos Alice, Wes y Andy. Nate ya había cogido su maleta y se había dirigido a casa.
Hacía ya unos meses que nadie nos recogía del colegio. A pesar de que fuéramos muy pequeños aún, ya nos podíamos cuidar solos. Aparte mamá ya no tenía tiempo. Estaba demasiado enferma, y papá se la pasaba trabajando.
A la salida esperé a los chicos, mientras los demás niños salían. Cuando los vi, todos llevaban una sonrisa traviesa. Sonreí con ellos. Ojalá dejaran de molestar a Nate de ahora en adelante.
Oímos un grito en uno de los salones, y todos los niños que quedábamos salimos corriendo a ver qué pasaba.
Me tapé la boca para no reír. Billy Mendez estaba empapado de pies a cabeza con un líquido pegajoso y azul. Tenía los cordones amarrados a un pupitre, y se estaba sosteniendo de una baranda.
Me giré hacia los chicos
-¿Te aseguraste que Nate se fuera y los profesores lo vieran irse?- me preguntó Andy en un susurro. Le respondí que si en otro susurro.
-¿Cómo hicieron todo esto?- le pregunté a Alice, apoyándome en ella.
Ella lanzó una risa infantil.
-Sacamos un poco de maizena que tenía la señorita Gillis en su oficina, y la mezclamos con agua y le pusimos un poco de colorante del laboratorio. Eso crea algo llamado Tejido Darwiniano.
-¿Tejido qué?- repetí, sin entender nada.
-Es fluido no newtoniano, Alice- replicó Wes, ofendido.
-Esa cosa. Luego lo atamos al techo y a la ventana, y cuando él pasó por su maleta, se le regó todo encima.
Me reí. Los demás niños estaban riéndose y señalando a Billy con un dedo.
Desde ese día Billy Mendez dejó de molestar a Nate.
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Editado: 11.09.2020