Nuestro Destino.

Capítulo 3

Ambos se estaban mirando y sonriendo incómodamente.

Ningún tema de conversación les venía a la mente y solo les quedo esconderse detrás de sus respectivas tazas de café hasta que alguno corte el silencio incómodo.

El primero en hacerlo fue Mateo.

−Esto se está volviendo incomodo− ella se ríe dándole la razón.

−Prefiero esto al chico con el que antes tuve una cita− el alza las cejas interesado.

− ¿Fue muy mal?

−Tanto que casi salgo corriendo del bar.− toma un sorbo y prosigue− me obligo mi hermana a ir, asegurándome que era mi tipo.

−Parece que te mintió – dice un divertido Mateo, cuando la ve arrugar su boca.

−El chico me cayó bien, pero era muy superficial y se metía el dedo en la nariz cada pocos segundos. Tengo muchas ganas de matar a mi hermana.

−Bueno eso no es nada – dice Mateo a punto de contar un anécdota sobre su primo− Elías, mi primo, tenía una cita y quería que lo acompañe ya que la chica llevaba a una amiga.

− ¿Y?− pregunta Eleonora con intriga cuando mateo se queda callado.

−Termine en un bar a la madrugada con una chica borracha que no paraba de lamentarse por cortar con su ex haciendo que la lleve a la casa de este.

− ¿Y tú primo?

−Se fue con su cita. – Dice encogiéndose de hombros y prosigue con la anécdota – El ex de ella salió en bóxer con cara de dormido y la chica en cuanto lo ve empieza a cantar una serenata desastrosa. Yo fui el único que termino solo en Burger King a las cinco de la mañana en compañía de un café que parecía más agua que otra cosa.

Las carcajadas de Eleonora no tardaron en llegar. Mateo se la quedó mirando embobado, era hermosa y más con el ligero rubor de sus mejillas por las fuertes carcajadas y las lágrimas empañando su mirada de felicidad.

−Lo...lo sien...to− dice ella entre pequeñas carcajadas empezando a calmarse.− Yo lo hubiese matado.

−Ganas no me faltaron.

Y así comenzaron a hablar de sus respectivas infancias y las anécdotas de estas, sin saber cómo pasan de un tema al otro sin darse cuenta, sin forzar la conversación.

Cuando Mateo estaba por decirle que le parecía hermosa, su teléfono sonó interrumpiéndolo.

−Discúlpame, tengo que atender.

−No es nada, te espero.

"siempre espérame"

Ese pensamiento fue el último que le vino a la cabeza, antes de levantarse y atender.

 

 



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En el texto hay: historiacorta, romance, novios

Editado: 09.09.2018

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