Cuando a la mañana siguiente, la pareja llego a la casa de él. Eleonora aviso a su familia lo sucedido diciendo que se iba a quedar unos días con su novio. Estos les desearon suerte y muchos abrazos para Mateo y su familia.
Eleonora fue la primera que se despertó después de una siesta muy larga, cuando miro por la ventana, ya era de noche. Esto le sorprendió, pero en vez de levantarse, se quedó acostada mirando a Mateo dormir.
Después de unos pocos minutos, él se despertó y lo primero que vio fueron unos hermosos ojos que lo miraron con tanto amor, que eso lo lleno de dicha.
−Sos un ángel− le susurro, era la primera vez que se lo decía. Lo que recibió a cambio fue una mirada sorprendida.
− ¿Cómo me llamaste?
−Ángel− le acaricio la mejilla, la cual se estaba coloreando de un hermoso color cereza.− Eso fue lo primero que pensé cuando te conocí, y ya no hay duda de que lo eres.
Los ojos de Eleonora se empañaron, nunca nadie le había dicho eso ni con tanto sentimiento.
−Te amo tanto Mateo. Si yo soy un ángel, vos sos algo superior, de otro mundo.− y lo decía de verdad.
−Te amo, hermosa, mucho más de lo que piensas.
Ambos se quedaron mirándose por largos minutos hasta que Eleonora lo beso, fue algo tan dulce y lento que hizo sus corazones acelerarse como si hubiesen corrido un maratón.
−Quiero hacerte el amor.
−Hazlo Mateo, te necesito.
Después de esa declaración, ambos se entregaron por primera vez, uno al otro, en cuerpo y alma.
Fue algo tan mágico y especial, que en ese momento se dieron cuenta que nunca iban a ser los mismos, no después de conocer lo que significaba el amor en los brazos del otro.