Nuestro Mal

01. Camila Torres

Camila

Pongo mi bolsa sobre el escritorio y paso mis manos por mi pantalón tratando de borrar una arruga que había, lo consigo.

Cierro los ojos tomando aire de forma profunda, enseguida consigo la energía para comenzar mis labores y empiezo por entregar el café recién hecho que había traído desde mi casa para mi jefe.

Agarro el café junto a un folder con papales para ir directo a la oficina que queda junto a la mía, toco la puerta y la voz amable de mi jefe me deja pasar.

Camila: Buenos días, señor Smith.

Dante: Bueno días, señorita, le he dicho que me diga Dante.

Camila: No podría hacerlo, aquí tiene su café.

Dante: Excelente, lo necesito más que nunca.

Le da un buen trago, se sienta detrás de su escritorio y le da la vuelta a la silla giratoria para poder mirar el enorme ventanal que le permite tener una vista increíble a toda la ciudad.

Camila: ¿Sucede algo, señor?

Dante: Mi mujer me ha pedido el divorcio.

Camila: ¿Qué ella qué?

Sorprendida me siento en una de las sillas que había cerca, él asiente bebiendo del café nuevamente y luego se pone de pie para acercarse al ventanal.

Dante: Así es... Parece ser que un joven con dinero consiguió conquistar sus gustos caros...

Camila: ¿Joven con dinero? Disculpe usted el atrevimiento, pero conozco a su esposa desde que usted decidió casarse con ella y realmente la señora Smith no parece ser de esas mujeres...

Dante: ¡Entonces no sé por qué!

Camila: ¿Eh?

Dante: Estábamos tan bien, Camila, incluso nuestro sexo es bueno después de tantos años.

Cierro unos de mis ojos, esa información era de esas que no pides, no necesitas ni quieres volver a escuchar.

Camila: Escuche... Debe de tener otra explicación, después de todo usted escogió casarse con ella, nunca toma una decisión sin pensar en las consecuencias.

Dante: Uhm... Tienes razón...

Camila: ¿Ya están los papeles en proceso?

Dante: No, le pedí tiempo y ella dijo que es lo que menos tengo pero de todos modos me lo concedió.

Sonrío al ver su preocupación, el problema era ese, el señor Dante pasa muchas horas fuera de casa y ella demasiadas en casa sola.

Además, creo que tienen un hijo así que debe de ser más difícil de aguantar la soledad.

Camila: Señor... Creo que usted pasa mucho tiempo en esta empresa, quizá su esposa lo necesita con ella.

Dante: ¿Qué?

Camila: Es lo que creo, pasa demasiado tiempo lejos de ella y de su hijo.

Dante: ¿Mi hijo? Se las sabe arreglar.

Camila: Aun así, quizá debe de hablar con ella sobre lo que falla y estoy segura de que será el poco tiempo que están juntos.

Dante: Pero lo que pasamos juntos sabemos cómo pasarla, ambos nos gusta...

Camila: ¡No quiero saber! Debe de revisar estos pañales, digo, papeles.

Dante: ¡Que nerviosa!

Se ríe mientras toma los papeles, me pongo de pie para caminar a la puerta pero me detiene.

Dante: ¿Pantalón? Te ves bien pero... Una falda te haría resaltar más.

Camila: Lo sé, por eso las evito.

Dante: Bueno, pues te ves hermosa hoy, ten buen día.

Lo miro con una sonrisa, Dante suele ser un hombre bastante educado y todos los días se asegura de decirme que me veo bien con lo que sea que venga al trabajo.

Es como un padre para mí, he trabajado con él desde antes de cumplí la mayoría de edad hasta ahora que tengo veinticinco, él ha visto mis mejores momentos y vio mi peor etapa.

Es el tipo de padre que quería tener de no ser porque mi madre escogió al peor.

Llego a mi oficina en donde comienzo a leer los documentos que habían llegado en lo que hablaba con Dante, separo los que debe de firmar o autorizar.

Los que son ofertas de cooperación entre la empresa y otras futuras colaboradoras.

Y al final las cuentas de las inversiones que había realizado hace unos meses en pequeñas empresas que tiene.

Su mayor ingreso de dinero es esta empresa, la de joyería es la que se podría decir lo mantiene a él, su esposa y creo que su hijo.

Mientras que realiza "pequeñas" inversiones a otras cosas como restaurantes en zonas bastantes buenas.

También hace donaciones a niños sin hogar, hospitales infantiles o en lo que pueda ayudar a pequeños sin padres.

Lo raro es que siempre le piden que haga una pequeña entrevista o visitar al orfanato que más ayuda, él siempre se niega a recibir ese tipo de atención.

Mi puerta es golpeada suavemente, me pongo de pie diciendo en voz alta un "adelante", entra un joven de ojos azules y me mira.

Joven: Buen día, ¿Señorita Torres?

Camila: Buen día, ¿En qué puedo ayudarlo?

Joven: Estos papeles son del señor Dante, me gustaría detallar algunas cosas antes de que él los vea.

Camila: Disculpa... ¿Quién eres? Todos los papeles que el señor Smith debe de revisar pasan por mis manos primero.

Él se acerca y es solamente en ese momento cuando me doy cuenta de que va vestido con un traje muy adecuado para él, su traje negro lo hace ver imponente y la forma en la que camina lo hace desprender una presencia aún más amenazador.




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