La mañana del día 24 de diciembre, Manny se levantó muy temprano, y buscó el libro de recetas de su madre. Lo abrió, y lo hojeó hasta encontrar la receta del pan de frutas de navidad. Su madre se lo preparaba todos los años, y adornaba con él la mesa del comedor, hasta la hora de la cena de nochebuena. Revisó los ingredientes en la cocina, y le faltaban dos o tres de ellos, por lo que salió de la casa, montó su bicicleta, y fue al centro comercial a comprarlos.
Esther se levantó a preparar el desayuno, y encontró el libro de recetas abierto en la mesa del desayuno. Leyó la página donde estaba abierto, y sonrió. Cerró el libro, y lo guardó en una de las gavetas, ya que necesitaba la mesa libre para servir el desayuno. Al llegar Manny con las compras, encontró a todos desayunando, y Esther le sirvió el desayuno. La mesa estaba igual de silenciosa que la noche anterior, y Esther le preguntó a Manny por la receta del libro. Él la miró extrañado, y le respondió:
—Ese pan de frutas me lo hacía mi mamá todas las navidades, y como mi padre quiere que celebremos la navidad de nuevo, se me antojó cocinarlo.
—¡Que buena idea!, –dijo Esther–. ¿Quieres que te ayude?
Manny bajó la cabeza y fijó su mirada en el plato. Él no quería que su nueva madre se lo hiciera, él quería hacerlo por sí mismo. Esther se percató de sus intenciones, y volvió a preguntar.
—¿Sabes prepararlo y hornearlo?
Manny se tornó triste. Siempre había visto a su madre prepararlo, pero nunca se le ocurrió ayudarla, así que realmente no sabía nada de cómo hacer el pan de frutas. Esther continuó hablando.
—Me gustaría ayudarte, pero la pierna de jamón para esta noche me va a quitar mucho tiempo. Si quieres, Esteban te puede ayudar, él siempre me ayuda en la pastelería.
Ricky le dio un pequeño golpe en el hombro con la mano, y lo animó a seguir con sus planes. Manny miró a Esteban con resignación, y asintió con la cabeza. Si quería el pan de frutas para la navidad, era la única opción que tenía.
Comenzaron a leer la receta, y Esteban le enseñó como realizar cada uno de los pasos, en qué orden se colocaban los ingredientes en el bol para batir, y la técnica para mezclarlos. Manny se divirtió mucho siguiendo las instrucciones de Esteban, que le daba un toque cómico a cada paso. Quedaba lo más difícil, hornearlo. Esteban, con su manera jovial, lo guio hasta que el pan de tortas estuvo fuera del horno. Olía delicioso, y Esther lo ayudó a desmoldarlo, para que lo pudiera colocar en un plato. Cuando lo iba a decorar, se dio cuenta que no había comprado el azúcar glas, y se le habían acabado las frutillas. Salió rápidamente por la puerta trasera, tomó su bicicleta, y fue a comprar lo que faltaba. Con la premura, se olvidó de cerrar la puerta, y nadie en la casa se percató de ello.
Cuando regresó, encontró al pastor alemán de su vecino, acostado en la puerta trasera, con la pierna de jamón crudo entre su patas delanteras. El perro lo miró tranquilamente, mientras le daba mordiscos al jamón. En ese momento, salió Esther gritando al ver lo que el perro había hecho, y Ricky logró arrancarle al perro la pierna de jamón, o lo que quedaba de ella. Esther se sentó a llorar en el suelo, y Ricky regañó a Manny con la mirada, él había dejado la puerta abierta, dejando que el perro entrara a la casa. Ella quería que su primera navidad fuera perfecta, fuese en familia, pero el destino le advertía que no lo lograría.
Entró a la casa avergonzado, dejó las compras sobre la mesa de la cocina, y cuando se dirigía a su habitación, Esteban lo tomó por un brazo para impedírselo. Debían terminar con la decoración del pan de frutas. Manny se negó con la cabeza, y Esteban siguió insistiendo, hasta que lo hicieron. Mientras decoraban el pan, Esther había traído la pierna de jamón, y comenzó a quitarle, todas aquellas partes que el perro había mordido. Lo aderezó y lo metió al horno. Manny tomó el pan de frutas, y lo colocó en la mesa del comedor. Esteban le pidió que lo ayudara a bañar a su perro, y le dijo que no, que quería dormir un rato en la habitación.