2013.
Allyson.
No se que rayos les pasa a mis padres. Ni siquiera he cumplido la mayoría de edad y ya quieren que contraiga matrimonio con Ryan.
Si, somos novios desde hace algunos meses, sin embargo jamás hemos hablado de casarnos. ¿Quien se quiere casar a los 16 años?
Nadie...
Ryan esta de acuerdo conmigo en eso, pero sus padres y los míos ni siquiera nos escuchan. Ellos ya hicieron su arreglo sin siquiera preguntarnos nuestra opinión.
Mamá dice que solo será por un tiempo, pero yo no quiero. No me quiero casar con Ryan.
—¡Allyson, apresurate qué se nos hace tarde!—grita mamá desde el pasillo.
Ha dejado el atuendo sobre mi cama, quiere que me ponga un vestido blanco para la maldita boda. Me veo al espejo. Yo no quiero esto, no quiero casarme, al menos aun no. O nunca, si es posible.
—¡Allyson!—toca la puerta cerrada de mi habitación.
Entra cuando se da cuenta que no tiene el pestillo.
—Cariño, ¿por qué aun no te has vestido?
—No quiero hacer esto mamá.
—Mi niña—se acerca a mi—, yo tampoco estoy de acuerdo, pero tu padre y el de Ryan han firmado ya el contrato.
—¿No hay otra manera de que papá pague su deuda con ese señor?—pregunto con la esperanza de librarme de todo esto.
—Sabes que yo no meto en las decisiones de tu padre—acaricia mi rostro—te prometo que solo será por muy poco tiempo. Luego todo volverá a ser como antes.
Deja un beso en mi frente antes de salir.
Mire el vestido tendido en mi cama. Es sencillo pero formal, con un pequeño cinturón color piel para acompañarlo.
Me lo pongo convenciendome qué será solo por poco tiempo. Después todo será como antes.
El maquillaje qué me ha hecho mi madre es lindo, pero ningún maquillaje puede ocultar mis ganas de llorar.
No quiero hacer esto. No quiero pasar tres años de mi vida con él. No quiero casarme. De verdad que no quiero, y estoy segurisima qué Ryan tampoco quiere. Al principio Ryan me parecía atractivo, a pesar de su actitud de niño presumido qué creen tener a todos a sus pies, jamás creí que llegara a atraerme, pero con el tiempo me fui dando cuenta que él realmente no es así.
Unos meses después, mi padre vino a hablar conmigo sobre esto. No accedí, por supuesto que no. Aunque Ryan fuera mi novio, era una cosa muy distinta a que estuviéramos casados.
Solo llevamos saliendo meses. MESES. Ni siquiera teníamos planes a futuro, ni siquiera sabíamos si queríamos estar juntos, o casarnos. Pero claro, no me escucho. Y ahora han firmado un maldito contrato donde se estipula qué debo estar casada con el durante tres años.
—¿Ya estas lista?—regreso mi madre.
—Aun no.
—Mi niña—entro a la habitación—se nos está haciendo tarde.
—Ya voy.
Me pongo los zapatos de piso a juego con el vestido que me llega hasta los muslos.
Mi madre trae en las manos una caja pequeña de color negro. Toma mi cabello y lo ata en una coleta baja de lado, saca de la caja un pequeño broche blanco con diseño de diamante y me lo pone en el cabello al inicio de la coleta.
Es precioso.
—Este broche me lo regalo tu padre para nuestra boda—comienza—, quiero que tu también lo uses. Y aunque todo esto es arreglado, me gustaría que lo lleves.
No digo nada, por mi mejilla resbala una lagrima qué a través de espejo mamá nota, rápido la limpia con uno de sus dedos tomando mi rostro entre sus manos.
—No llores, mi vida.
—No puedo evitarlo—suelto un sollozo.
—Veras que el tiempo se pasa volando.
—No me quiero ir de aquí, mamá—la abrazo.
No quiero que me suelte nunca. No quiero.
—Tenemos que ir, Ryan y sus padres ya están en el jardín.
Sin más salimos de la habitación. Ojalá poder desaparecer en este preciso instante y no tener que hacer esto.
Ryan.
—No puedes obligarme.
—Si puedo, mirame, ya lo estoy haciendo—me restrega Black.
El traje que llevo puesto me pica. Parezco un pingüino con la exagerada cosa que lleva la parte de arriba. No se en que momento me deje convencer, no se en que momento todo se arruinó. Pero ahora estoy a punto de contraer matrimonio con Allyson.
Por más que me guste, se que no será lo mismo. Sí, eramos novios antes. Pero yo no quiero casarme con ella, solo era un estúpido romance adolescente.
Y ahora me encuentro en el jardín de su casa, a punto de unirme a ella por tres años.
Aun estoy a punto de poder escapar, pero mi padre no es tonto. Esta al pendiente de cada uno de mis movimientos, me trajeron a la fuerza hasta aquí, y ha contratado a alguien que ronda la casa, si logro escapar me devolverá enseguida.
El jardín de los Russo esta mínima mente decorado con bombillas qué iluminan el lugar. No hay invitados, solo están las familias correspondientes, Benjamin y el juez del registro qué llevara a cabo la ceremonia civil.
Clint también va de traje, y mi madre lleva puesto un atuendo negro sumamente exagerado. Ella tampoco está de acuerdo a que me case con Allyson, no tanto por mi sino por ella. Según sus palabras se perderá el prestigio de la familia si me uno a Allyson en matrimonio.
Un matrimonio por contrato. Arreglado. Nada es real. Por Allyson ya no siento nada, me gustaba. Pero es muy distinto a que la ame o algo por el estilo.
Y hablando de Allyson...
Sale al jardín detrás de su madre. Lleva los ojos hinchados, tanto que ni el maquillaje le oculta qué estuvo llorando.
—Ahora podemos dar inicio—dice el juez detrás de la mesa.
Da inicio a la ceremonia donde pregunta si los padres de la novia están de acuerdo con el matrimonio, ya que ella es menor de edad, ambos asienten y el tipo recita no se que tantas burradas.
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Editado: 24.10.2024