-Has cambiado tanto... estas irreconocible, habrá que renovar el carnet de identidad. - Se subío las gafas mientras sujetaba el informe con firmeza. - Se te devolveran tus objetos requisados y se te pagará una vez al mes, que puedes domiciliarlo, o si prefieres pasar por aquí puedes. - Acomodó la silla - Aquí tienes una hoja, puedes elegir nombre, el apellido ya está escogido, y la edad la conservas ¿Dudas? - Giró la cabeza hacia atrás estirandose.
- No
- Perfecto, sientate y te hago la foto.
Escupió la maquina la tarjeta que cogí y guardé en la chaqueta. Ella miraba, analizaba, busaba un solo error.
- Señor, aquí tiene sus pertenencias, aún que ninguna le servira - entregandomeló mientras miraba nerviosa.
Salimos, el guradía dejó la puerta abierta... Y respiré libre.
Seguí el río, llegué pronto al pueblo. Abrí la puerta del hotel más cercano, una jovén miró hacía mí rápidamente.
- ¡Hola! ¿Tenía reserva?
- No
- ¿Nooo?
- No
- Pues no tenemos habitaciones disponibles hasta las tres. - Se removió el pelo - Pero si me deja su número le llamaremos cuando tenga alguna lista…
- No tengo.
- ¿No tiene teléfono móvil?
- No
- ¿Y correo?
- No
- ¿Tiene algo?
- Solo lo que ve.
- Pues si se pasa en un rato seguro que ahí.
- Vale, gracias.
La joven se giró y salí a la calle, las casas pintadas de colores varios, bajé la calle hasta la iglesia.
- Joven… Ha vuelto, sabría que volvería. - Dijo la anciana mientras bajaba - ¿Quiere pasar?
- No, gracias
- Sé que no es religioso, pero la iglesia le ofrece un hueco.
- No, gracias.
- ¿Tiene alojamiento?
- No
- Sigue siendo un joven de pocas palabras. - Se rascó la cabeza - ¿Su… su compañero no ha venido?
- No
- Parecían hermanos, no por apariencia, si no por como se miraban, como se complementaban, me hubiese gustado tener una mujer con la misma conexión.- Se callada - Aún que si ya no está contigo… Ya no puedo decir nada. - Se rascó la cabeza con más fuerza - Al menos pasé a ver mi casa, la casa de dios.
Entramos, asientos, bancos, estatuas, vidrieras, luz.
- ¿Te gusta jóven?
- No
- Describela en una palabra
- Repugnante.
- Sincero, pocos jóvenes lo son.
Sentí una mano en mi hombro.
- ¡PERDÓN! - gritó una voz femenina - Lo siento muchísimo, casi me mato, hay un agujero en el suelo. - Se tocó el tobillo - Dios, podría haberme matado. - Se giró mirando mis ojos. - Nunca te había visto… Soy Carla, encantada. - Se rascó la nuca. - ¿Tu eres…?
- Pablo - Estiré mi mano.
- Un gusto - la cogió con fuerza. - ¿Te alojas aquí, en la iglesia?
- No
- ¿Nooo? ¿Entonces? ¿Donde?
- Ningun sitio.
- Pero…
- Calla niña, estaba yo hablando con el joven, pide hora.
- No interrumpas.
Se tensó el ambiente. Salí hacia el parque, donde las manzanas crecian verdes y dulzonas.
- ¡Pero mira lo que has hecho! Que se me marché el jovén de la iglesia.
- No le aburras con tus juegos religiosos. - Pablo - Se puso enfrente cortándome el paso. - Los martínez tienen un hotel, el mejor del pueblo, y seguro tienen alguna habitación. ¿Vienes?.
- Si, adiós señora.
- Adios joven.
Subimos la calle de los colores, entrando en el hotel de la chica del pelo revuelto.
- ¡¡¡Carlaaa!!! - Dijo la del pelo acercándose. - Pensé que habíamos quedado a las cuatro, no ahora.
- Si, quedamos a las cuatro, pero este chico no tiene alojamiento.
Las dos se giraron echandome un vistazo.
- Ya vino, y no tengo habitaciones hasta las tres.
- Chicas, me encanta que seáis amigas, pero tienes un chico sin atender, Noelia.
- Lo sé mamá, pero no hay habitaciones disponibles.
- ¿Cómo que no? - Bajó las escaleras, colocandose detrás del mostrador. - Según el registro la 03 está libre.- Tecleó el ordenador - Chico, acércate, son 55€ al día. ¿Ok?
- Si
- Necesito documentación.
Le entregue los documentos oficiales, con los 1650€
- Perfecto Pablo, pues aquí tienes las llaves, y… no se si puedo aceptar todo ese dinero en billetes. ¿Cuánto quieres quedarte?
- Treinta días
- Pues serían mil setecientos cincuenta euros.
Le acerqué el dinero un poco más.
- Ehhh… Lo… contaré y mañana le digo si falta algo.
- No falta nada.
- Pues perfecto. - Miró a su hija - Noelia, acompaña a este chico a su apartamento.
La chica llamó al ascensor donde me subí con ella.
- ¿Qué edad tienes?
- 18
- ¿Tienes familia cerca?
- No
Pasé la tarjeta y cerré la puerta detrás de mí.
- Adiós eh - dijó Noelia molesta.
-Uuuiiii - se rió golpeando la mesa- mira que eres bobo - hizo más fuerte el sonido - Lección 3.
-No te crees ni tu que es la tercera chaval
- Calla y escucha - se tumbó en la cama - Lo más importante antes de dormir en un lugar, es revisarlo, memorizarlo, analizarlo. Si esa trampa simple hubiese sido un cuchillo, estarías muerto - Se enderezó. - La proxima vez será la última, niño inútil.
- Anciano inutil...
- No te atrevas - Sonrió mientras se acercaba peligrosamente.
- ¿Atrever? ¿A que?
Tocarón a la puerta, allí estaba otra vez la misma chica.
- Se nos pasó preguntarte si vas a desayunar o no, va incluido en el precio.
-Si
- ¿Eres así de seco siempre?
- Si.
Cerré la puerta y memoricé la sala.