Corrió, corrió como nunca antes lo había hecho en su vida, lo hizo incluso más rápido que cuando corría hacia los brazos de él. Nada la detuvo, no paró hasta que llegó a un pequeño parque solitario y al fin se dejó caer de rodillas. Rota y desangrando, así se hallaba la pobre muchacha.
Unos brazos la envolvieron en medio de su llanto desconsolador, reconoció su tacto y olor al instante, de inmediato y con esa misma rapidez se soltó de su agarre.
—Perdóname, Any. — pronunció en medio de lágrimas aquel muchacho.
—¿Por qué? — le respondió con otra pregunta la muchacha, su voz salió ronca, casi afónica.
—Perdón por amarla— contestó el muchacho.
Después de un momento de silencio, la muchacha intentó secar sus lágrimas, pero estas se rebelaban contra ella y seguían bajando sin detenerse. Pese a ello, acercándose hasta tener el rostro muy cerca a la del muchacho, hasta casi tocar su frente con la suya, ella pronunció sus últimas palabras.
—Te amo—confesó— te he amado desde que te vi por primera vez cuando éramos apenas unos niños y desde entonces te llevaste un trozo de mi corazón cada día hasta que un día lo tuviste por completo. No me arrepiento en absoluto, no extrañé a mi corazón ni un solo día porque sabía que tú lo protegerías con toda tu fuerza en incluso con tu vida— la muchacha calló un momento y luego prosiguió— Y pensé que yo también tenía tu corazón, pensé que me lo habías entregado el mismo día en el que yo lo hice, pero no, tú nunca me a..—.
— No, Any. Yo te amo, te amo muchísimo, — el muchacho le cogió el rostro y hablaba desesperado—sin ti no respiro, si tú no estás a mi lado siento un gran dolor aquí— tomó una de sus manos pequeñas y la llevó hacia su pecho para hacerla entender — todos estos meses sin ti se han sentido como si quemaran vivo, como si por dentro me cortaran lentamente sin cesar, el dolor es demasiado profundo, mi pajarito.
—Pero no es lo suficientemente profundo como para no poder vivir con ello—ella respondió con dolor— Aun cuando cada día sientas asfixiarte, puedes vivir con ello, ¿verdad? — el muchacho solo pudo agachar la cabeza y llorar mientras ella dejada al descubierto una verdad que ambos sabían desde hace mucho. — Ahí está la diferencia..., sin mí sufrirías por el resto de tu vida...— se tomó un segundo para respirar y poder completar la oración— pero sin ella morirías.
—Devuélvemelo— ella le pidió con ternura, el muchacho no se atrevía a mirarla a los ojos, él seguía llorando amargamente sin levantar la cabeza, así que ella lo tomó del rostro e hizo que sus ojos se encontraran —Debo soltarte y para cuando eso suceda, necesito a mi corazón devuelta sino no podré sobrevivir. ¿Lo entiendes? Ya solo tengo una parte de mi alma, no voy a poder seguir también sin un corazón. Hazlo mi Tommy, devuélveme mi corazón y déjame libre, mi amor. — le rogó mientras trataba de secar las lágrimas del muchacho.
—No puedo, — negó el muchacho con miedo, dolor y mucha desesperación— no puedes dejarme, me niego rotundamente. —declaraba con decisión— ¿Cómo voy a sobrevivir sin ti?
—Lo harás— le aseguró la muchacha— sobrevivirás sin mí, ella será tu aire cuando yo no esté.
—¡Tú eres mi aire! — le gritó enojado y con la voz rota. Quiso salir del agarre de la muchacha, pero ella no se lo permitió y sujetó su rostro con más fuerza.
—Pues entonces ella respirará por ti— le susurró la muchacha. Cualquiera que pasara por ahí y viera esa escena, no podría diferenciar en quién de esas dos personas que se aferraban con tanta intensidad estaba más rota que la otra.
La muchacha lo miró y con toda la paciencia y calma que les brindaba aquel solitario lugar acercó sus labios a los de él y los presionó.
El muchacho subió sus manos al rostro de su mejor amiga y la atrajo mucho más hacia él, la beso con mayor profundidad, un simple roce de labios no le era suficiente, quería probarla, sentirla, dejar que sus almas se unan por última vez y si tenía suerte tal vez podría convencerla a través de aquel beso que no lo abandonara.
Ambos podían sentir mojarse sus mejillas con las lágrimas del otro mientras se besaban con fuerza, pero muy despacio para hacer el momento lo más eterno posible. Se besaron como muchas noches lo hicieron en la habitación de la muchacha, como en aquel lugar que fue testigo del primer beso que se dieron a los catorce o los demás que siguieron después de ese, pero que a la mañana siguiente pretendían olvidar solo para volver a caer en el mismo bucle de siempre. Besos que duraron por años hasta que apareció aquella muchacha de ojos azules reclamando el corazón que le pertenecía y que un pajarito inocente, frágil pero llena de amor y fe por su amigo había creído tener en su poder.
Cuando el aire entre ambos se agotó, finalmente se separaron y ella dando dos pasos hacia atrás se dio la vuelta y con su corazón devuelto en la mano se marchó.
A lo lejos pudo escuchar como el muchacho gritaba su nombre pidiéndole regresar, por un momento pensó en voltear y mirarlo una vez más, tan solo una, sin embargo, por ella y su corazón no lo hizo, ignoró los gritos y pedidos de misericordia de este y siguió adelante, sin mirar atrás.
FIN