Hace 6 meses:
-¡Eres una puta! No haces nada bien, cómo quieres que te respete si eres una inútil.- gritaba Kyle mientras me tiraba del pelo.
-¡Para, por favor Kyle, para!- gritaba mientras lloraba desconsoladamente.
-¿Qué pare? ¡Tú sí que vas a parar, pero de respirar!- Kyle me golpeaba más fuerte hasta finalmente dejarme inconsciente en medio de la calle.
1 semana después:
-¡Mai ven! ¡Está despertando! ¡Ashley está despertando!
- Do... Dónde... ¿Dónde estoy?- pregunté en un hilillo de voz mientras intentaba abrir los ojos.
- Cariño, estás en el hospital- pude reconocer la voz de mi madre triste, demasiado triste al parecer.
Cuando pude abrir los ojos y los fijé en los suyos pude apreciar cuán rojos e hinchados estaban, había llorado mucho, comencé a sentir mi cuerpo demasiado adolorido, no me había dado cuenta que casi todo mi cuerpo estaba vendado, miré hacia mi izquierda y vi a Mai llorando mientras hablaba con un policía.
-¿Por qué? ¿Qué me ha pasado?- pregunto.
- Verás cariño, Mai fue a verte a tu casa, pero te encontró en el portal llena de sangre e inconsciente. Cuando los médicos llegaron dijeron que tenías un brazo y un tobillo roto, también tres de tus costillas estaban echas pedazos, tu cara llena de hematomas, al igual que tú cuerpo. Intentamos contactar con Kyl...
- ¿Dónde está el? Mamá, mamá, no me dejes sola por favor, mamá, fue él, mamá por favor, no dejes que venga.- comencé a recordar todo, todas sus palizas, en la calle, en casa, sus palabras, recordé sus pies impactando con cada lugar de mi y sus puños estrellándose contra mi cara. No podía respirar, no podía parar de llorar.
- Cariño, por favor, tranquilízate. Por favor.- dijo mi madre mientras lloraba y llamaba a las doctoras para que me pusiesen un relajante.
Mis ojos empezaron a cerrarse, poco a poco, las voces comenzaron a distorsionarse, lo último que pude alcanzar a oír fue un "mi pequeña..."de los labios de mi madre.
Actualidad:
-¡Muy bien! Ya lo tienes, se nota que te has esforzado mucho, has mejorado tanto en tan poco tiempo.- decía Maya, la chica que me ayudaba a rehabilitarme mientras sonreía de una forma contagiosa.
Han pasado ya 6 meses desde que estuve ingresada, seis meses dónde mi vida se tornó a base de psicólogos, dónde sólo veía luz en cada salida de rehabilitación, no fue fácil volver a escribir, ni volver a andar, ni mucho menos recuperarme de todo lo físico, en el ámbito psicológico sigo destrozada. Ya no puedo salir sola pues ese maldito huyó y aún no le han encontrado, por su culpa he perdido mi trabajo, mi seguridad y toda mi vida, por cada una de sus palizas durante 3 años, mis médicos dijeron que nunca habían visto a alguien tan rota psicológicamente hablando, aún no estoy recuperada del todo, pero ya no tengo terrores nocturnos, algo es algo.
- Bueno Ashley, yo creo que ya podemos darte el alta de rehabilitación, aún así seguiremos con sesiones de psicólogo, aún las necesitas y sé bien que las necesitarás.- dijo la doctora Hayek.
- Muchísimas gracias señora Hayek, por todo, de verdad.-dije sonriendo.
Me dirigí hacia casa de mis padres, ya no vivía en mi casa porque tenía demasiados malos recuerdos, cuando vuelva a trabajar alquilaré un pequeño apartamento cerca de mis padres, mientras tanto, ahora me dedicaré a buscar trabajo.
- Mamá, ¿has visto mi ordenador? Tengo que comenzar a mandar currículums.-dijo a mi madre mientras alcanzo los medicamentos para los dolores.
- Sí cariño, está en la caja sobre tu cama, pero tómatelo con calma.
Me dirijo hacia mi habitación, abro la caja y saco mi ordenador, lo enciendo y comienzo a mandar mi currículums a todo tipo de empresas, ni siquiera me di cuenta de lo tarde que era hasta que mi madre me avisó de la hora de cenar.
- Ashley, es la hora de cenar y tenemos una invitada especial.- dice mi madre desde la puerta.
- Ya voy mamá.
Apago mi ordenador y me dirijo a abrir la puerta, cuando llego al comedor veo a Mai, mi mejor amiga, llevaba sin verla mucho tiempo, está trabajando en otra ciudad y a penas nos vemos.
- ¡Mai! Te he echado tanto de menos.- digo con los ojos húmedos por las lágrimas mientras la abrazo.
- ¡Ash! Qué bien te veo, la última vez aún estabas en el hospital, estás preciosa.- dice sin dejar de abrazarme.
La cena pasó entre risas y poniendo al día a Mai, echaba de menos estar con ella, sus bromas y anécdotas me han hecho mucha falta durante este tiempo. Después de cenar, recogemos la mesa y lavamos los platos, esta noche ha sido la mejor en mucho tiempo, Mai se va al cabo de unas horas, tras despedirme de ella y lavarme los dientes me dirijo a acostarme.
Al día siguiente...
Me despierta el sonido del móvil, es un número desconocido:
- Buenos días, ¿hablo con la señorita Olsen?- dice una voz masculina.
- Buenos días, sí, soy yo, ¿con quién hablo?- pregunto adormilada.