Palacio de Topkapi (1544)
Narra Nurbanu
-El príncipe Bayezid no dejaba de mirarme. Mi baile le ha dejado fascinado, se lo ha dicho a la Valide Sultán. Ella misma me ha felicitado.
Estaba descendiendo de las escaleras cuando oí la voz de Fatma hablando con el resto de las muchachas.
Nuevamente sentí celos.
Me acerqué a ellas, y me senté a desayunar.
-Qué pena que él no pueda fijarse en ti, porque va contra las reglas-Dijo una de las muchachas.
Fatma la miró mal, pero no respondió.
Por suerte era cierto. Al menos el príncipe Bayezid no podía pedir a Fatma.
-De todas formas, eso no importa-Dijo, y mirándome sobradoramente agregó-. También estaba allí el sultán, y él tampoco me ha quitado la mirada, en ningún momento.
Fatma buscaba molestarme. Y yo no debía de darle el gusto.
-Creo que mejor iré a ver en que puedo ayudar, ha quedado demasiado trabajo después de la fiesta de anoche.
Me levanté para marcharme pero la voz de Fatma me detuvo.
-¿Acaso tienes miedo de que te quite de tu pedestal?-Me dijo.
Respiré hondo, y seguí mi camino. No iba a entrar en esa absurda guerra que Fatma pretendía librar entre nosotras. Yo no tenía ningún interés en meterme en problemas.
Salí del harén con la intención de dirigirme al salón principal donde se había llevado a cabo la bienvenida. Estaba caminando por los pasillos, y la escena volvió a repetirse; el príncipe Bayezid se cruzó en mi camino. Ambos nos detuvimos.
Me paré firme e hice una reverencia.
-Señorita Olivia.
Levanté mi mirada, mirándolo fijamente. Sabía mi nombre ¿Cómo lo sabía?
Estaba a punto de preguntárselo, cuando oí unos pasos en el pasillo. Ambos miramos para ver de quien se trataba. El sultán Selim.
Me puse firme y bajé mi mirada hacía el suelo, cuándo el sultán estuvo frente a nosotros realicé una reverencia.
-Nurbanu… Hermano-Dijo mirándonos a uno y a otro.
Me sentí en falta, a pesar de que no había razón. No había hecho nada malo, pero lo que sentía dentro me hacía culpable. Ese sentimiento que experimentaba al pensar en el príncipe Bayezid, las fuertes palpitaciones, el aumento de mi temperatura. Eso me convertía en culpable y yo era consciente. Ninguna concubina tenía permitido pensar en otro hombre que no sea el sultán, ni mucho menos enamorarse.
-Su majestad, si me lo permite iré al salón principal-Dije.
Quería escapar cuanto antes.
-Adelante Nurbanu.
Ni siquiera pude mirar los ojos del príncipe una última vez. Me aleje de ambos a paso rápido.
Cuando doble en el siguiente pasillo, me detuve y respiré hondo. Tranquilicé los latidos de mi corazón y alejé la imagen del príncipe de mi cabeza. Necesitaba recobrar la compostura para poder sobrellevar el día.
Narra Bayezid
Después de que Olivia se marchara, me quedé confundido, justamente porque al parecer no era Olivia.
-La concubina que se acaba de ir… Creía que su nombre era Olivia.
Selim sonrió.
-Se ha convertido al islam, y ahora su nombre es Nurbanu-Me dijo.
“Mujer radiante” un nombre tan bonito, que le calzaba a la perfección. No había en todo el palacio, ninguna mujer más radiante que la hermosa Nurbanu.
No pregunté nada más al respecto. Vi la sonrisa del sultán al decir su nombre, y no me gustó nada pensar las razones de esa sonrisa. Esa joven era parte de su harén, era de su propiedad y al parecer Nurbanu no sólo había cautivado mis ojos, no pasaba desapercibida para los ojos del sultán.
-Hermano, no sabes cuento me alegra que hayas accedido salir a montar a caballo conmigo.
Cihangir mi hermano menor y yo nos hallábamos en el bosque montando a caballo. Por supuesto íbamos galopando a paso muy lento, porque el galopeo fuerte del caballo podía traer consecuencias y fuertes dolores a Cihangir.
Unos pasos más atrás se hallaban dos guardias escoltándonos, por si sufríamos algún inconveniente.
-Sólo he aceptado porque quien me lo ha pedido has sido tú-Dijo Cihangir y luego con melancolía agregó-. Te he echado de menos Bayezid… Selim es sultán y ya no tiene tiempo para mí, apenas si lo veo. Nuestra madre, igual. Y Mihrimah debe ocuparse de su matrimonio, hace lo que puede y pocas veces viene a verme a mis aposentos. Pero la realidad es que me siento bastante solo.
Sentí pena por mi hermano.
-Pues ahora yo estoy aquí. No te dejaré descuidado.
Cihangir sonrío. Pero la melancolía seguía presente en sus ojos.
-Bayezid, tienes obligaciones por hacer. No podrás cumplir esa promesa, realmente creo en tu voluntad. Pero no debes descuidar tus obligaciones por mí.
-No descuidaré mis obligaciones, y tampoco te descuidaré a ti hermano.
-Además, sé que te marcharas otra vez.
Era verdad. Mi estadía en el palacio era temporal.
-Cihangir yo…
-No tienes que explicarme nada. Sé lo que piensas, y estoy de acuerdo. No eres el único que se siente derrotado. Todos somos hijos del gran sultán solimán y todos aspirábamos al trono… Aunque no lo creas a mí también me hubiese gustado ser sultán. Pero por mi condición jamás lo hubiese logrado, incluso hasta habrían preferido a Mihrimah antes que a mí.
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Editado: 16.01.2024