Palacio Topkapi (1547)
Narra Nurbanu
Comencé a reír cuando Murad imitó la voz chistosa de Gul Aga, el eunuco. El hombrecito solía tener un tono de voz muy particular que a mi hijo le causaba risa y siempre que podía lo imitaba de una manera muy graciosa, puesto que Murad apenas comenzaba a hablar.
Ambos, mi hijo y yo paseábamos por el jardín, él iba de mi mano y detrás de nosotros iban Lena y Melissa. Unos pasos más adelante se encontraba Aurora. Aurora se había convertido en más que una criada, la consideraba una amiga y le había tomado mucho cariño.
Habían pasados meses, Murad ya tenía un año, había empezado a caminar hace muy poco y decía varias palabras que podían entenderse a la perfección.
-Mamá, mamá-Murad me llamó y apuntó a un colibrí que rondaba alrededor de unos hermosos tulipanes de color rojo.
-¿Lo ves?-Lo tomé en brazos- Es un colibri cariño…-Dije y besé su frente.
Seguimos caminando, pero ahora yo llevaba al príncipe en brazos.
En todos los meses que habían pasado me había vuelto una mujer más despierta. Me obligué hacer lo que mi madre me decía siempre en mis sueños. Dejé atrás a Olivia y di paso al nacimiento de Nurbanu.
No podía vivir en un palacio siendo tan frágil, porque acabarían por destruirme en miles de fragmentos. De todas formas, yo ya no tenía nada por lo que luchar aparte de mi hijo.
Me obligué a enterrar mis sentimientos prohibidos por el príncipe. Estaban en el fondo de mi alma, me mantenía recia a escuchar noticias de él y del embarazo de Fatma, la cual probablemente ya estuviera rondando los nueves meses.
En todo este tiempo me preocupé por cuidar de mi hijo y buscar la manera de hacer que la sultana Mihrimah se marchara del palacio.
Llevaba meses metiéndole al sultán en la cabeza, la idea de que su hermana necesitaba vivir sola con su marido. Ya prácticamente lo había convencido, él también creía que su hermana debía formar su vida. El problema era la Valide. Sólo quedaba convencerla a ella, si la Valide se encontraba de acuerdo, la sultana Mihrimah pronto estaría lejos de mí.
-Sultana-Me llamó Aurora, la miré- Esta noche es jueves ¿Estará junto al sultán?
Hice una mueca, no lo sabía. Tenía entendido que sí. Pero eso podía cambiar, podía a últimas instancias decidir que quería pasar el día con Zeinep, o Feriha o incluso esa otra muchacha Francesa que había ido la semana anterior.
-Tiene que ir hoy, sultana-Me dijo ella- Es un día sagrado, le corresponde a usted.
Sabía lo que Aurora quería decir con ello. Venía diciéndome hace tiempo que debía volver a embarazarme, me convenía tener más hijos para poder asegurar mi posición como única sultana. Había tenido mucha suerte, porque en todos los meses que pasaron ninguna de las muchachas que pasó por los aposentos del sultán quedó encinta. Ni siquiera Feriha, que tenía buenas caderas y buen busto. Comparada conmigo ella era el ideal perfecto de mujer fértil. Aun así, la chica no había quedado embarazada hasta el momento.
-No lo sé…-Dije- Se supone que debo pasar la noche junto a él. Pero cuantas veces ha preferido estar con otras en este día…
Palacio de Amasya
Narra Bayezid
-Su majestad-Fatma hizo una reverencia en cuanto estuvo ante mí- He mandado a preparar el desayuno para ambos ¿Por qué no me hace compañía?-Preguntó sonriente.
Dudé unos segundos, no había desayunado aún. Tenía asuntos que atender con respecto a Viena y el tratado con Hungría. Pero al ver el rostro de Fatma, tan ilusionado, y además sujetándose su vientre de 9 meses, no pude negarme.
-De acuerdo…-Dije rendido.
Nunca me sentía cómodo con ella, a pesar de que era la madre de mi hijo. Sabía que Fatma era una muchacha altanera y soberbia. La señorita Fidan se había quejado de sus modales reiteradas veces. Pero cuando estaba conmigo Fatma aparentaba ser dulce y siempre era respetuosa.
Ingresamos a sus aposentos. Todo se hallaba preparado. Nos sentamos en los cojines del suelo y ella me miró con una gran sonrisa.
-Alteza, no se imagina lo ansiosa que estoy. Ya quiero que nuestro hijo nazca-Me dijo.
-Yo igual… -Dije y esbocé una sonrisa.
-¿Ha pensado ya como nombrarlo?
Me quedé en silencio unos segundos, había pensado en ello… Pero no me había decido por ninguno de los nombres que tenía en mente.
-Yo creo que deberíamos llamarlo como su padre, el gran sultán Solimán.
Miré a Fatma con el ceño fruncido. De ninguna manera lo nombraría así, mi hermano Mustafá había nombrado a su primer hijo Solimán y este había muerto de varicela a los pocos meses. Había sido una terrible desgracia. No quería llamar a mi hijo así. Ya suficiente mal me sentía teniendo que gobernar la provincia que había gobernado Mustafá.
-No-Contesté con sequedad-Lo pensaremos luego, Fatma.
Ella asintió y cambió de tema.
-¿Cuándo nazca el bebé podemos ir al palacio del sultán? Sería lindo, digo, así su madre, la sultana Hürrem puede conocer a su nieto.
Ir al palacio del sultán con mi hijo y con Fatma, encontrarme a la sultana Nurbanu, mirarla a los ojos y sentir que el dolor por haberla dejado se hiciera presente sería un martirio.
-Para poder ir a Topkapi habrá que esperar a que el bebé sea aún más grande- La conversación comenzaba fastidiarme.
Me puse de pie.
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Editado: 16.01.2024