Regalos
Caminaban por una calle muy concurrida a esa hora, muchos niños con su madres caminaban a casa, otros niños estaban jugando en el parque enfrente a las tiendas y aparadores que exhibían todo tipo de ropa de otoño―invierno.
Azul amaba el otoño y cada detalle de esta época, el olor a tierra, los colores de los arboles con las copas llenas de colores marrones, naranja, rojos, amarillos y verdes, sentir el crujir de las hojas bajo sus pies, el aire cargado de frió, los parques y calles cubiertos de hojas, era dignos de ser pintados, pero ella no lo haría, no podía hacerlo el arte no era lo suyo.
Pero si quería inspirar una pintura, era una anhelo oculto en su corazón, el poder verse en una pintura con las hojas bajo sus pies, el otoño como escenario de su pintura, pero siempre sentía que esa pintura no sería solo de ella, sería algo compartido. La compartiría con el hombre que la amara, ambos caminando en un parque caminado de la mano descubriéndose el uno al otro.
Llegaron al final de la calle y doblaron a la derecha donde estaban más tiendas, había locales de diferentes clases, desde un café, una tienda de antigüedades, una tienda de mascotas hasta que se fijo en el lugar de su destino, un salón de belleza.
El lugar tenía una amplia ventana por donde podías ver a las mujeres sentadas en sillas esperando por su turno, ojeando revistas de moda, el verde claro y las decoraciones orientales se hacían notar desde afuera.
―¿Un salón de belleza?― la voz de Summer la regreso a la realidad. ―¿A este lugar venimos?
―Sí, vamos entremos.
El lugar tenía el olor de los diferentes productos y químicos, hacía calor, por las luces en los espejos y las secadoras funcionando. Había decoraciones con bambú en una esquina de la habitación donde las mujeres miraban y esperaban ser la siguiente.
―¡Azul querida!― La voz de un hombre llego entre el ruido de las secadoras.
―¡Oh Marco!― Azul fue a abrazar a el hombre que le había hablado, era alto y delgado con pantalones negros, una camisa azul pálido que lucía su piel bronceada. Tenía el cabello en un corte modelo.
―Me alegro de que estés por aquí, ¿Qué puedo hacer por ti?
―Por mi nada, es por mi amiga que estoy aquí. –señalo. –Ella tuvo un mal... corte y desearía que la ayudaras. ―Marco miro por sobre el hombro de Azul y por primera vez desde que llegaron, noto la presencia de Summer. ―¿Crees que puedas ayudarnos?
―Claro que puedo, venga conmigo señorita.
Tomó a Summer y gentilmente la dirigió a un asiento frente a un espejo, varias de las mujeres miraron a Summer y ella se sintió mal por solo llegar y ser atendida mientras ellas podían llevar horas esperando su turno.
Busco apoyo en Azul, pero no la vio por ningún lado, se pregunto donde se había metido. Marco quito el gorro de su cabeza y soltó una exclamación, pero al instante volvió a su postura y tomo algo del estante, cubrió a Summer con una capa, esto para evitar que los cabellos cayeran sobre su ropa.
Él comenzó a trabajar, el cabello castaño caía al suelo mientras ella evitaba verse al espejo, no estaba lista para verse, sabía que la única solución a su problema era que dejaran el cabello corto y la idea no le agrava mucho pero tenía algo que hacer para dejar de usar el gorro.
Pasaron varios minutos antes de que oyera a Marco poner las tijeras sobre el tocador y decirle "Ya está", levanto la cabeza para ver su cabello corto, pero la sorpresa fue que no era para nada lo que ella esperaba.
Su cabello siempre había sido largo y sin gracia o movimiento, un simple cabello castaño, pero ahora frente al espejo su cabello tenia estilo, estaba a la altura de su cuello, se miraba totalmente diferente nunca se había puesto a pensar que un corte con estilo pudiera hacer a alguien parecer más atractiva. Su cabello ahora enmarcaba su rostro, y lo hacía ver fino, se miraba sedoso y con movimiento, tanto que cuando movió ligeramente la cabeza este se movió con tanta elegancia que llego a preguntarse si esa era ella o estaba mirando un espejo diferente.
―¿Y qué te ha parecido?― Marco pregunto con curiosidad.
―Es increíble, no puedo crees que esa sea yo, esta tan... diferente.
―Lo se me alegra que te haya gustado ahora puedes esperar a Azul sentada por haya, debo atender a más personas.
Summer se bajo de la silla y camino a una silla vacía junto a la ventana, pensó en tomar una revista y poner a leer pero la vista de la gente fuera pasando, conversando entre ellos le pareció un buen lugar donde poner su mente mientras esperaba.
El reflejo en el vidrio la hizo verse de nuevo con ese nuevo corte. Era diferente de alguna forma que no lograba entender, miro a la gente pasar, miro a las parejas de jóvenes caminar en el parque con sus mochilas de la escuela aun, algunos se detenían por un café, otros por un helado.
Le tomo un momento darse cuenta de que alguien le hablaba, giro y miro la familiar cara de su amiga con los ojos azules y la sonrisa que solo ella podía darle, pero fuera de eso había algo que sobre salto a Summer y se levanto casi de un salto de la silla y corrió a su amiga.
―¿Pero qué hiciste?, tu... ―paso las manos por el cabello rubio que brillaba ―¿Te has cortado el cabello?
Azul agito su cabello corto hasta el cuello de la misma forma que él de ella, pero el cabello rubio de Azul ahora se miraba rizado, con más brillo que el de siempre, el cabello le enmarcada el rostro y la hacía lucir radiante y hermosa, como todo lo que ella se hacía.
Con un suspiro se dio cuenta que su amiga tenía una belleza demasiado hermosa en su ser que era capaz de usar lo que fuera y lucir como el ser lindo en el lugar. Azul era hermosa por fuera con sus rasgos y su cabello, pero la sonrisa y las miradas sinceras eran siempre la mejor belleza que ella poseía.
―Bueno, creo que es una forma de demostrarte lo culpable que me siento por lo que paso con tu padre, si yo no...