Obsesión

5.

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Apenas puse un pie en el lugar me di cuenta de que en la biblioteca el silencio era arrollador, salude a la bibliotecaria y con una almohada debajo del brazo busque el lugar más alejado a los demás, que me lanzaban miradas extrañas y curiosas cuando veían el cojín que llevaba conmigo. Camine hasta la zona más alejada y termine sentada en el diván de una ventana y luego acostada en posición fetal.

Cerré los ojos y me preparé mentalmente para empezar a retorcerme de dolor, hice una mueca. Vaya que dolía bastante. Suspire sobando mi estómago con cuidado mientras que me preguntaba si algún día dejaría de pasar esto con mi cuerpo.

¡Tromp!

Levante la cabeza automáticamente de la almohada al escuchar el estruendo de los libros al caerse y mire por todas partes atenta, una sombra alejándose rápidamente fue lo único que logre captar. Me deje caer de nuevo sobre el cojín soltando un bufido.

¿Dónde estaba el respeto del que tanto hablaba mi nueva profesora de modales? Por todos los ángeles caídos que podían existir en la tierra, de solo pensar en las clases de esa mujer me daban ganas de arrancar cada mechón rosa que había en mi cabeza y considerando que todo mi cabello era de ese color terminaría pelona.

 

 

...

 

 


— ¿Dónde has estado toda la mañana? — preguntó Fleur cruzando los brazos sobre su pecho, bufé y moví la mano para restarle importancia llegando a su lado.

Había despertado en el suelo del lugar luego de que ese horrible timbre sonará y con la molesta sensación de que alguien estaba mirándome a través de las enormes estanterías llenas de libros, seguramente eran cosas mías. Minutos después había logrado desperezarme por completo, hice desaparecer de un chasquido la almohada y después salí de ahí mirando mal a todo el que se me cruzara. Digamos que no se me daba muy bien eso de que interrumpieran mis horas de sueño y mucho menos el sentirme vigilada.

— En la biblioteca.

— ¿Que hacías en la biblioteca?

— Es un buen lugar para dormir. — respondí con pereza.

— ¡No puedo creer que hayas ido a dormir ahí! Si mi madre te hubiera visto.

— Si tu madre me hubiera visto me habría importado lo mismo que el presidente del consejo mágico apareciera ahora mismo. O sea, nada.

— ¿Cómo puedes ser tan tranquila? — exclamó abriendo una de las puertas para que entrara al comedor.

Una extraña emoción se instaló en mi pecho, sería la segunda vez que entraría en ese lugar pues me había negado a poner un pie ahí después del desayuno, me había saltado el almuerzo, la cena y el desayuno de esa mañana, no fuera ser que el idiota se aparecía para llevárselo también. No después de que ese ladrón se hubiera llevado mi pastel de fresa, pero ya se iba a enterar la próxima vez que nos encontraramos después de todo en esa academia solo habían dos personas de ojos naranjas.

Kaztiel Klog, el hermano de Fleur, y el atrevido. Pero el primero por lo que tenía entendido había dejado la academia la misma noche en que había visto sus ojos por primera vez en el despacho de su madre y el otro no había tenido la mala suerte de toparse conmigo, pero apenas lo viera le iba a sacar yo misma los ojos. Y entonces solo habría una persona de ojos naranjas. Sonreí con maldad.

— No lo sé.

La loba me miro unos segundos, seguramente se había dado cuenta de que estaba pensando en otras cosas, antes de poner los ojos en blanco y guiarme hasta una mesa apartada y al fondo. Eso era algo de Fleur Klog que me llamaba más la atención, ella era la hija de una de las lobas y alfas más fuertes de esa época y sin embargo siempre estaba aparte y no hablaba con nadie, sin olvidar mencionar la extraña condición que tenía y de la que los profesores sabían. Debería de ser lo contrario, que los otros estuvieran siempre detrás de ella queriendo ser sus amigos y llamar la atención, pero lejos de eso solo recibía miradas llenas de burla y otras, muy pocas, de lastima.

Gracias a dios y a la extraña tecnología que había en ese castillo podíamos sentarnos en nuestras mesas y de ahí ordenábamos lo que queríamos en un menú holográfico luego nos lo traían a la mesa, lastimosamente solo se podían pedir cosas que estuvieran en el menú así que si querías comer otra cosa o no te gustaba lo que había en el menú te jodías. También había una barra, pero Fleur había dicho que solo se usaba para fiestas o eventos muy importantes.

— ¿Es bueno el pie de pollo? — pregunte con la boca llena de babas. Me estire sobre la mesa y bostece. La imagen del pie se veía deliciosa.

¿Tendrían pastel de fresa de postre? Me enderecé y comencé a buscar entre el menú como loca.

— Bastante.




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