Estuve alistándome como de costumbre cuando alguien comenzó a pitar frente a mi casa, me acerqué a la ventana y vi que se trataba de Isaac, estaba montado en una moto negra, tenía una chaqueta negra de cuero muy sexi y llevaba un casco extra para mí. Mis ojos se abrieron mucho, ¿Isaac había comprado una moto? No me esperaba esa sorpresa. Abrí mi ventana y lo saludé con mi mano, Isaac me sonrió y me hizo señas para que bajara. Quería llevarme a la universidad. Con el pulso acelerado agarré mi bolso y bajé las escaleras. Mis padres estaban de pie en la sala listos para irse al trabajo.
‒Apúrate Kim, Isaac te está esperando ‒dijo mi mamá despreocupada mientras arreglaba la corbata de mi papá. Ellos confiaban en Isaac tanto como yo y ni siquiera me hacían preguntas cuando salía con él.
Fui a su encuentro y lo encontré apoyado sobre el asiento de la moto. Estaba estacionado a la orilla de la carretera y se veía impecable. Hasta la última hebra de su cabello estaba en su lugar.
‒Vaya, vaya. Mira lo que tenemos aquí ‒dije al estar frente a él.
‒No te conté nada porque quería sorprenderte ‒admitió Isaac con una enorme sonrisa.
Mi corazón se encogió al verlo ¿Algún día iba a dejar de sentirme atraída por él?
‒De acuerdo, digamos que me sorprendiste un poco.
El viento movió mi cabello hacia mi frente y tuve que ponerlo en su lugar. De cerca la moto se veía aún más bonita, me pareció muy curioso que haya elegido el color negro porque ese era mi color favorito.
‒Me encanta. Simplemente me encanta ‒agregué emocionada.
‒Al fin admitiste algo en tu vida, con eso me conformo, al menos por ahora ‒diciendo eso me extendió un casco negro ‒¿Estás lista para la aventura?
Empecé a dudar un poco. Había algo que no encajaba en todo eso.
‒¿Cuándo aprendiste a manejar? ‒indagué dudosa.
‒Un primo me enseñó hace años.
Mis ojos se abrieron mucho.
‒¿Hace años? ¿Seguro que recuerdas como hacerlo?
‒¿Cómo crees que vine de mi casa hasta aquí?
Era una respuesta válida porque no se había matado en el intento.
‒Espero que estés en lo correcto porque me gustaría seguir con vida.
Isaac se puso a reír y encendió la moto. Me puse el casco, me subí detrás de él y lo rodeé con mis brazos. Isaac acarició mi mano y se tomó un momento para hacerme sentir segura.
‒Todo va a salir bien, confía en mi ‒diciendo eso empezó a manejar.
No había mucho tránsito en la carretera así que él empezó a manejar cada vez más rápido. El viento movía mi cabello hacia todos lados y fue de lo más divertido, podría hacer eso todos los días sin cansarme. Me encantaba su compañía y su atención a los detalles, era obvio que intentaba convencerme para que aceptara ser su novia, pero lo que ignoraba es que me había convencido desde hace mucho tiempo.
Abracé a Isaac con más fuerza y decidí en mi interior que ese era el día, después de clases tendría una conversación seria con él.
Llegamos a la universidad más rápido de lo que esperaba, en parte fue una decepción porque quería seguir dando vueltas con él, en realidad no era tan malo porque íbamos a estar juntos en clase.
Me quité el casco y sacudí mi cabello con una mano.
‒Llegamos con vida ‒afirmé sarcásticamente.
Isaac dejó la moto a un lado y se acercó mucho a mí, sus ojos brillaban con intensidad. Quise dar un paso hacia atrás, pero no lo hice porque sentía mucha curiosidad de saber lo que pensaba hacer.
‒Te dije que todo iba a estar bien ‒su voz fue apenas un susurro.
Isaac agarró un mechón de mi cabello y lo apartó de mi rostro, me derretí en mi interior ante su toque. Su rostro estaba muy cerca del mío, pero él se veía muy tranquilo y empezó a acariciar mis labios con su pulgar. ¿Acaso iba a besarme? Los estudiantes iban y venían a nuestros alrededor, pero yo sentía que el tiempo se había detenido. Los dos nos estábamos mirando fijamente, pero el hechizo se rompió cuando alguien paso empujándome descuidadamente. Mi cuerpo chocó con el de Isaac y me aparté enseguida. Ambos volteamos a ver y vimos que había sido obra de un estudiante que caminaba junto a su grupo de amigos y se estaba alejando sin ni siquiera pedirme disculpas.
‒¡Fíjate por donde caminas! ‒le gritó Isaac con evidente molestia pero el tipo no le hizo caso.
‒Olvídalo, debemos ir a clase.
Esa interrupción era lo que necesitaba para volver a la realidad. Ambos empezamos a caminar y él suspiró.
‒No me gusta mucho el ambiente de la universidad, hay muchos estudiantes de primer ingreso que están sembrando el caos ‒comentó.
‒Un año más, sólo necesitamos sobrevivir un año más. No puede ser tan difícil ‒indiqué tratando de ser positiva.
Mi pequeño cerebro apenas se pudo concentrar durante las clases, traté de anotar de vez en cuando, pero lo único en lo que podía pensar era en lo que tenía que decirle a Isaac. El tiempo pasó demasiado lento para mí y me sentí agradecida cuando por fin salimos de clases, mientras caminaba junto a Isaac, Paola me envió un mensaje de texto explicándome que pasaría toda la tarde en la biblioteca, así que solo éramos Isaac y yo. ¡Perfecto!
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Editado: 19.07.2021