Sabía que íbamos a discutir en la universidad y me había preparado para ello. Isaac estaba solo debajo de un árbol de roble y se encontraba admirando el paisaje de la universidad cuando llegué. Me acerqué con pasos lentos pensando que no me había visto, pero estuve equivocada.
‒¿Cómo estuvo tu cita? ‒preguntó descaradamente mientras miraba en mi dirección. Su mirada era sombría.
‒No tuve ninguna cita.
‒El ambiente se veía muy romántico así que llamemos a las cosas por su nombre.
‒No digas estupideces, su hermana estaba con nosotros.
‒Debe estar muy interesada en emparejarlos ‒se burló.
–¿Qué tienes en contra de él?
‒Por si no lo recuerdas, estas siendo acosada por un maniático que anda suelto por allí en algún lado y no tienes ni idea de quién es. Podría ser tu doctorcito, no deberías confiar tanto en él.
‒Simplemente fuimos a un lugar seguro en el que había mucha gente, nada malo me podía pasar. No puedo ir por la vida desconfiando de todo el mundo, quiero sentir que tengo una vida normal aunque sea sólo por un momento.
‒Pero no tienes una vida normal, métete eso en la cabeza. Debes ser muy precavida porque no estarás fuera de peligro hasta que atrapen a esa persona.
‒Estas siendo muy duro conmigo.
‒Y tengo más cosas que decir.
Guarde silencio y él caminó hasta quedar frente a mí.
‒¿Qué te estaba diciendo cuando yo llegué?
Me sentí muy incómoda y decidí que no iba a contarle nada al respecto.
‒Nada importante ‒traté de sonar convincente.
‒¿Me quieres ver la cara de tonto? Te estaba agarrando de la mano ‒dijo Isaac en voz baja.
‒Ya te dije que no pasó nada, pero puedes creer lo que quieras. No voy a permitir que intentes controlarme, te has vuelto muy paranoico.
‒Lo único que hago es preocuparme por ti ¿Y me pagas de ésta manera?
‒Todo tiene un límite en ésta vida y hay cosas que no estoy dispuesta a admitir.
‒Tienes razón pero no estoy paranoico, sólo soy precavido.
‒No quiero que vuelvas a seguirme nunca más ‒diciendo eso me fui y lo dejé solo. Él estaba actuando de una forma muy extraña y eso me hacía pensar que tal vez Paola tenía razón sobre él.
* * * * *
Esa noche me sentía muy triste y sin ánimos de hacer nada, ni siquiera de leer. Intenté dormir temprano y las preocupaciones invadieron mi cerebro sin que pudiera evitarlo, no quería pensar en nada, pero no lograba conciliar el sueño. Cambié de posición y miré las manillas del reloj, las horas avanzaban y avanzaban y yo seguía con los ojos abiertos.
Maldije mi suerte y a eso de las una de la madrugada decidí buscar un vaso de agua, mis papas estaban dormidos y no quería despertarlos así que baje las escaleras sin hacer ruido, pero me detuve abruptamente al ver una nota en el suelo de la entrada. ¿El infeliz había caído en mi trampa? Me emocioné demasiado y subí corriendo las escaleras con la nota en mi mano. Encendí una lámpara pequeña que tenía sobre mi escritorio y me puse a leer a toda prisa:
“Tu amigo está empezando a molestarme mucho, traté de ser paciente y esperar que saliera de tu vida, pero he cambiado de opinión. No lo quiero cerca de ti, no quiero que te vea y no soporto la idea de que te toque así que creo que ha llegado el momento de deshacernos de él. Se cree muy inteligente, pero no es más inteligente que yo, no permitiré que siga manipulándote. Te haré un favor al apartarlo de tu vida”
Mi corazón empezó a latir muy rápido, no esperaba esa amenaza y no entendía a quien se refería porque no sabía quién era el autor en primer lugar. Dejé la nota a un lado y traté de enfocarme en el hecho de que tenía al culpable en mis manos, las cámaras de seguridad grababan en todo momento y ésta persona había cometido el error de acercarse a mi casa así que todo estaba bajo control.
Encendí mi computadora, busqué las grabaciones de la cámara de seguridad frontal y empecé a retroceder el video con la esperanza de descubrir de una vez por todas la identidad del infeliz. Al obtener esa evidencia el juego acabaría y sus amenazas no tendrían la menor importancia.
Mi corazón dio un salto cuando logré ver la sombra de una persona cerca de la media noche, no había pasado mucho tiempo. Dejé correr la grabación y vi llegar a alguien que llevaba puesta una capucha, botas y guantes negros, su cabeza estaba hacia abajo y no podía ver ni su rostro, ni su color de cabello.
La persona se acercó a la entrada principal y deslizó la nota debajo de la puerta, le estaba dando la espalda a la cámara y eso me inquietaba demasiado, me acerqué mucho a la pantalla y vi fijamente a aquel sujeto misterioso. Actuaba de una forma muy extraña, estaba parado allí sin hacer nada como si estuviera pensando en algo. De repente levantó la cabeza y vio hacia la cámara, me alejé de la computadora por instinto y me llevé la mano al pecho, me sentía demasiado asustada como si tuviera a esa persona frente a mí, pero no estaba viendo un rostro sino una máscara blanca.
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Editado: 19.07.2021