Estaba sentada en una de las sillas al rededor de la barra, Raquel estaba frente a mi. Apenas eran las nueve de la noche, el lugar estaba más lleno que cuando llegamos.
En el centro del lugar había una pista de baile improvisada, algunas personas ya se encontraban bailando. Yo no por supuesto, en pocas palabras digamos que tengo dos pies izquierdos. Así que el baile y yo estábamos peleados por siempre y para siempre.
Seguí mirando detalladamente toda la habitación. Habían unos sillones muy cómodos al rededor de las paredes, obviamente todos estaban ocupados. Seguí observando el lugar y analizando a las personas que se encontraban allí.
Mi mirada chocó con la de un chico de tez blanca y cabello negro, estaba mirando hacia donde nosotras estábamos, pero su mirada reparaba más tiempo en Raquel.
Me acerqué hacia ella y a como pude le murmuré. -Hay un chico que te está mirando .
-¿Le conocemos? ¿Está bueno? -. Preguntó levantando una ceja.
-Mmm.....yo nunca le he visto, pero es el chico que está de pie conversando con unos amigos supongo, tiene una camisa blanca y está justo frente a ti si vuelves a ver hacia la derecha -. Dije al momento en que ella volteó a ver en dirección al chico.-Pero parece de tu tipo.
No bastó mucho tiempo hasta que el chico -cuyo nombre es Mario - se acercó a nosotras e invitó a Raquel a bailar.
Llevaba rato sintiéndome un poco incomoda, mi instinto me decía que alguien me estaba mirando, pero no lograba ver algo fuera de lo común.
Creo que cuando tu propio cuerpo empieza a tener reacciones de miedo sin alguna razón exacta, es mejor ponerle atención, que algo puede estar sucediendo y no lo estamos percibiendo.
Sin aguantar un momento más decidí que lo mejor era salir de allí.
Me giré en la silla y pedí una Coca-Cola cherry, la chica del bar me miró como si yo estuviera loca, quizá por que era la única que no había pedido un shot de vodka.
Tomé la lata en mis manos y me puse de pié, necesitaba un poco de aire fresco.
Miré hacia la pista y vi a Raquel bailando y conversando con Mario. Así un poco más tranquila me encaminé a la salida. No creo que se de cuenta de que salí unos minutos.
Choqué contra varios cuerpos mientras iba en busca de la salida, a esta hora se podían ver muchos corazones rotos tratando de encontrar quien los repare. Sentí un poco de pena por ellos.
Ya estando afuera, caminé doblando a una esquina, iba dándole pequeños sorbos a la fría lata que sostenía. El cabello se pegaba en mi rostro a causa del viento que corría en diferentes direcciones.
Llegué a la parte de atrás de Místico, había un pequeño parqueo un poco desocupado.
El lugar estaba totalmente solitario si no fuera por mi presencia.
Se podía escuchar un poco de música saliendo de la puerta trasera que estaba semi-abierta.
Había una cerca de madera al rededor del espacio, esta estaba cubierta en su mayor parte por enredaderas.
Me senté en un borde que sobresalía de la pared, mi cabeza daba vueltas, solo había tomado una bebida alcohólica, así que descarté que fuera por eso.
Coloqué la lata vacía a un lado de mis pies, agradecí no haberme puesto unos zapatos de tacón.
Me sobresalté cuando el golpe de una piedra rompió el sonido del lugar. Miré hacia mis pies y al lado de mis botas había una piedra cubierta con una pequeña hoja.
Mi cuerpo empezó a sudar frío. Con temblorosas manos tomé la nota y la abrí. No tenía que pensarlo mucho, solo había una persona y una razón por la cual apareció justo ahora.
"¿No crees que estás muy sola? Lastima que nadie sabe en este momento donde estás. Podrías perderte, o peor aún, desaparecer".
Levanté la vista y empecé a buscar por todo el lugar hasta que encontré de donde provenía la nota.
A unos metros por delante de donde me encontraba, estaba un hombre de pie, sin moverse, sin hacer nada. Y lo reconocí, por que llevaba la misma suéter negra que le vi la primera vez.
El hombre me sonrió, con una sonrisa que solo puede transmitir miedo.
Mi pulso empezó a acelerarse, no lo pensé más y salí corriendo, tenía que pasar cerca de él y quizá con suerte lograba escapar.
Cuando vio que yo estaba huyendo empezó a correr tras de mí, tuve que acelerar mi paso, ni siquiera me fijaba hacia donde iba, solo esperaba llegar a un lugar seguro.
Sin darme cuenta entré en un callejón, estaba muy oscuro, solo podía ver un poco la luz de la salida. Miré hacia atrás, y lo vi siguiendome estaba unos metros más cerca.
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Editado: 29.06.2018