La oportunidad que tengo en mis manos de poder ver los recuerdos de mamá es realmente única. Me encuentro sentaba sobre mi cama y miro el anuario que yace delante de mí.
Recordaba cuando mamá ojeaba nuestro álbum familiar junto a nosotros, señalando escenarios que recordaba con añoranza y contándonos experiencias vividas. Siempre me pregunté el por qué no tenía nada sobre ella cuando era joven o incluso cuando era niña, llegué a pensar, muchas veces, que quizás esos recuerdos se encontraban resguardados en el interior del castillo de la bruja de mi abuela.
Sonreí.
Lo hice con demasiada ternura al ver ciertas fotografías de ella en compañía de un par de muchachas, supuse que se trataba de amigas suyas porque se encontraban siempre a su lado. Ella en el centro de ambas, lucía realmente feliz, y por los ángulos de la fotografía, se notaba que era bastante extrovertida. Parte de mi ser se sentía dignamente su hija, orgullosa por cómo era.
Con una sonrisa continué navegando página a página en el anuario que tenía en mi poder, pasando las páginas muy suavemente, como si pasarlas con rudeza fuera a desvanecer la maravilla que tenía entre mis manos cual reliquia.
Oh.
Me detuve en una fotografía que llamó mi atención, mamá se encontraba sentada en un sillón. No reconocía la sala, pero imaginaba que se trataría de la zona común en donde muchas veces se reúnen los estudiantes. Allí, delante de mamá se encontraba un muchacho en cuclillas sujetando su mano con suavidad. Su cabello era tan profundo y de un azabache intenso que contrastaba con su piel, mentón firme y contextura atlética.
¿Será quien creo que es?
Mi corazón dio un vuelco, palpitando emocionado, eufórico.
–¿Y tu papá, Ellery?
–¡Shh! Ella no tiene uno, ¿acaso no sabes eso?
–¿No tiene uno? ¿A dónde fue?
–Creo que nunca ha estado ahí. A veces los papis desaparecen.
–¿Cómo pueden desaparecer? Es absurdo.
–Mamita dice que cuando ven las facturas volando ellos se largan con su mozita. Supongo que debe ser una forma de pago.
–¿Eso hizo tu papá, Ellery?
–¿Por qué mejor no se largan de aquí? –Axel me tomó de la mano y me llevó con él, en su rostro pude detectar molestia.
El recuerdo que se entrelazó con mi reciente descubrimiento me hizo sentir realmente acongojada. Contuve mi respiración por un par de segundos, me parecieron realmente infinitos. Era apenas una niña enfrentándome a la inocencia de otros niños que no tenían la menor idea de cómo marchaba mi familia.
Tal parecía que yo tampoco tenía la menor idea de cómo funcionaba, nunca había sabido nada de mi padre y tal parece que tampoco sabía nada de mi madre.
¿Quién eres, Ainara O’Neil?
Cerré el libro contenedor de las fotografías y suspiré muy profundamente. Deposité el anuario sobre la mesita de noche y luego tomé mi teléfono móvil.
16:05
Se aproximaba la hora de mi clase con mister sexy greek god.
No me sentía lo suficientemente fuerte emocionalmente como para soportar su bipolaridad y su forma de hacerme enfadar. Pero tampoco quería quedarme atrás, quería poder controlar mis habilidades, quería poder ponerme al día y estar igualada con mis demás compañeros.
No quería quedarme en nivel bebé mientras los demás estaban en evolución.
Lo primero que hice fue alistarme, peiné mi cabello rubio y me puse ropa cómoda para poder salir y al terminar, probablemente, encontrarme con mis hermanos para comer con ellos o al menos tener la decencia de compartir con mis imbéciles ahora que casi no los veía.
Me dolía mucho menos la ausencia de Axel, no porque no lo quisiera o me hiciera doler la cabeza con sus idioteces muchas veces, sino porque al menos lo veía. Lo veía en los pasillos, lo veía en clases Compartía con él y eso me animaba.
En cambio, a Jens casi no podía verlo. Lo echaba tantísimo de menos. Estaba tan acostumbrada a ver a mi hermano cada noche, preguntarle cómo había marchado su trabajo y juntos beber un poco de té mientras me platicaba las cosas más horrorosamente cotidianas que aún habiéndolas hecho demasiadas veces, todavía le causaban gracia o le sorprendían.
Lo más duro de estar acostumbrado a una rutina era el no poder continuar con ella porque tu vida ha llegado a un punto diferente en donde no puedes detenerla y volver.
Ahora Jens tenía no solo un trabajo, sino que también asistía a clases, probablemente tenía amigos, conocidos, alguna chica que le gustara o viceversa. Porque Jens era el chico más terrible y horrorosamente bello en todo el mundo.
Si tan solo Einar fuera un poco más dulce.
Fruncí el ceño a mi reflejo en el espejo. –¿Por qué estás pensando nuevamente en Einar? ¿Puedes, por favor, explicármelo?
Me quedé mirándome en silencio.
Me exaspero solo de tener que regañarme mentalmente al recordar a este tío una y otra vez. Peiné mi cabello con clara molestia, tensando las hebras rubias mientras que solo caminaba hacia el centro de mi habitación y lanzaba el peine hacia quien sabe dónde en mi habitación.
Terminé de alistarme y eché una mirada al espejo para asegurarme que me veía perfecta. Un poco de ego femenino me subió el ánimo aunque a medias, porque me encaminé a mi martirio personal.
Blue Hill continuaba siendo un lugar que me admiraba, la magnificencia y los acabados exquisitos al estilo victoriano predominaban en cada rincón, me sentiría en una ensoñación del pasado se no ser por la tecnología y el modernismo casual que no dejaban que se convirtiera en un vejestorio poco actualizado. Arick tenía un muy buen gusto o solo tenía un decorador maravilloso.
El eco de mis pasos se convirtió en mi única compañía en cuanto me adentré en el pasillo que me conducía hacia mi zona de entrenamiento personal.
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Editado: 14.05.2020