Ocean eyes. {thorki/au}

v. My strange addiction.

"Bad, bad news 
One of us is gonna lose
I'm the powder, you're the fuse
Just add some friction "

My strange addiction; Billie Eilish.

Al día siguiente, Loki apenas quiso abrir los ojos

Al día siguiente, Loki apenas quiso abrir los ojos. Joder, tenía miedo de hacerlo.

La noche anterior fue esclavo se sus impulsos. Solo un poco. Él no era el tipo de hombre que aceptaba una salida, una cena o siquiera un favor. No le gustaba rendir cuentas a nadie ni tampoco formar lazos que tarde o temprano se quebrantarían, sumiéndole en una espiral de irrefrenable dolor.

No obstante, el tiempo seguía corriendo, el reloj no se detenía y debía abrir la librería.

Se estiró sobre la cama con pereza y casi rio al ver al minino negro hacer lo mismo. El animal había estado algo inquieto cuando llegó esa noche a la casa, y lo atribuyó a que se tardó un par de horas más en regresar de lo que normalmente lo hacía.

Creyó que, tal vez, se había preocupado por él.

Eso pensó, hasta que lo vio abalanzarse sobre la comida sin decoro alguno. La muy ingrata solo tenía hambre.

Con la gata paseándose entre sus piernas, se hizo un té de frutos rojos esa mañana, solo porque se sentía aventurero.

La noche anterior había sido lo más extraño que le había ocurrido en años.

Thor había resultado ser una criatura curiosa por naturaleza, bruto, con una risa estridente y casi grotesca. Algo torpe cuando se trataba de sostener cosas pequeñas y delicadas como la cuchara del café, que se le había caído tres veces en una noche.
Algo desaliñado, vistiendo esa horrorosa camiseta desteñida y demasiado alegre para el gusto de cualquiera.

Era tal y como lo había imaginado, por un demonio.

Su vitalidad era tan contagiosa que se avergonzaba al admitir que le había robado un par de risas mientras le contaba cosas sobre su perro.

Él le contó de su gata, sus actitudes y algunas anécdotas que pensó que morirían con él. Le hizo reír mucho y su corazón palpitaba furioso por cada sonrisa que obtenía de su parte.

Para su mala suerte, la noche no fue eterna y en algún momento debieron despedirse con un apretón de manos casi forzado. A Loki le gustaba fantasear con que Thor tampoco quería irse, porque soñar es maravillosamente gratis.

Sin embargo, aquel buen humor por los santos recuerdos se vio opacado al saber que ya no podría salir a espiarle por el balcón.

¡Claro que no! ¿y si le veía? ¿Y si se daba cuenta de que Loki no era más que un acosador? ¿Y si le tachaba de pervertido?

No podría soportarlo.

No quedaron en verse otra vez ni se habían pedido los números, de todas formas, pero debía al menos esperar a que Thor se olvidase de él para poder espiarle con tranquilidad.

—No abriré esa ventana por un tiempo— su gata le miraba con los ojos abiertos, sentada al lado de la ventana. Seguramente se sentía perdida, intentando comprender cómo su estúpido humano no solo había decidido regresar a cualquier hora anoche, sino que ahora cambiaba exponencialmente su escrupulosa rutina.

En su defensa, aún creía tener algo de dignidad que resguardar. Así que no iba a arriesgarse.

Pudo leer—al fin—cinco páginas de su olvidado libro antes de retirarse, estando seguro de que llegaría más temprano de lo usual, pero importándole muy poco.

Estaba apenas abandonando el edificio cuando sintió una fuerza arrastrándose sobre su abdomen, inquieto y pesado. 
Siquiera tuvo que mirar hacia abajo para saber de quien se trataba.

Mjolnir, que parecía ser el extraño nombre de ese perro, movía la cola enloquecido ante su presencia, como si se conocieran de toda la jodida vida.

Con un suspiro derrotado, Loki le acarició casi renuente y el perro le dio un suave lametazo, ocasionándole una mueca asqueada —¿Qué demonios contigo?

Antes de que el perro siguiera con lo que él consideraba una muestra de cariño innecesaria, escuchó la potente y—por todos los cielos—preciosa voz acercándose hacia donde estaban—¡Hey, Loki!

Allí venía él, trotando, sonriente y agitado. Todo un sueño húmedo viviente.

—Vaya. Cualquiera en mi lugar podría apostar que me estas acosando, ¿sabes?— Loki se sentía sucio por ser tan cínico, siendo que en realidad era al revés. Pero él no tenía por qué saberlo.

Lejos de avergonzarse, el hombre sonrió, otra vez.

—Lo siento, vengo a ejercitarme aquí todas las mañanas—le señaló el parque a sus espaldas y volvió a mirarle, tomando a su perro por la correa, ya que no podía quedarse quieto y no quería que se le volviera a escapar. Por dentro, Loki solo podía murmurar un maquiavélico: Lo sé. Joder. Llevo más de un año espiándote por la maldita ventana. —. Te vi salir y quise saludar—aclaró, mirándole con aquel brillo tan natural que siempre le rodeaba—. Hola.

Aquella sencilla palabra y la sonrisa tímida como complemento, logró que todo su cuerpo se sacudiera de ternura. Oh, Loki hubiese querido tener una cámara.

—Hola— respondió con un asentimiento, disimulando con éxito todos sus ajetreados sentimientos—. Debo irme a trabajar.

—¿Te alcanzo?

Loki despegó los labios, por demás incrédulo, sin poder evitar un resoplido para camuflar una risa por demás sincera.

—No necesitas tomarte la molestia.

—Insisto.

Joder que sí. Se veía realmente determinado a llevarle hasta la puerta del trabajo. Queriendo quitar los ojos de su rostro, Loki no pudo evitar ver como sus brazos se marcaban por sostener con fuerza la correa. La piel tostada contrastaba con los tenues rayos de sol de la mañana, con la fina capa de sudor perlando cada centímetro de esta.



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En el texto hay: marvel, thorki, starker

Editado: 30.10.2020

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