CAPITULO TREINTA Y DOS
Lastimosamente no era la única herida que tenía que ser tratada poseía otra pequeña, pero igualmente importante para que no se infectara un rasguño con algo que según ella es un destornillador que en un forcejeo le llego a cortar parte de la palma de la mano.
Por los dobleces de la mano no fue tan fácil suturar por lo que tengo certeza de que quedara una ligera marca en su piel.
Los dos un poco más calmados hablamos y ella me conto que después un tipo que aparentemente dueño de un taxi intento pasarse con ella, intento por unos momentos hasta que el tipo recupero el arma que le proporcionaba una clara ventaja sobre Lucía y en mi cabeza solo quería gritarle “¿porque no cargas el arma?”. Después de eso tuvo una lucha donde salió lastimada y la herida de la mañana con el cuchillo.
Estamos frente a lo que parece ser una casa abandonada desde hace veinte minutos donde Lucía asegura que sacaron a una niña la noche anterior y por falta de transporte no pudo seguir el vehículo no he visto movimiento o algo sospechoso por lo que una parte de mi cree que se ha equivocado de lugar o simplemente ha estada alucinando lo he mencionado en dos ocasiones las cuales he recibido un mensaje fuerte y claro de que en cualquier momento me puedo retirar dado que ya sabe exactamente donde se encuentra y mi presencia no es requerida con imperatividad.
El humor de esta mujer se pone cada vez más negro desde que no sucede nada, camina por la calle sin ningún tipo de cuidado, va descubierta cosa que es malo ¿que sucederia si alguien la reconoce? por lo que se ahora ha estado en contacto con el que creemos es el líder del cartel, intento detenerla, es imposible, conmigo traigo dos armas me regaño por no ser lo suficiente inteligente para darle una al momento que me separa de ella al avanzar.
Escucho como se acerca un auto a gran velocidad por la calle estoy lejos de Lucía y gritar no es una opción o llamaremos demasiado la atención tonos nos han visto con desconfianza al notar que no somos de este lugar, siempre en los lugares como estos se nota a los fuereños como se acostumbra a denominar a los visitantes, al parecer a escuchado e inmediatamente se esconde detrás de un auto color gris muy bajo su acción me pone los nervios de punta tres camionetas grandes plateadas se colocan frente a la casa que Lucía me indicaba como sospechosa, los pocos transeúntes corren a diferentes lugares y veo como todos se encierran en sus casas, esto solo indica problemas.
Desde mi lugar sin acercarme pendiente de los movimientos de Lucía veo atentamente como bajan tres hombres de dos de las tres de ellas, seis hombres armados no logro distinguir rasgos por la distancia en la que me encuentro saco mi arma y poco a poco acorto la distancia entre las camionetas yo si llegar a estar demasiado cerca, estamos en clara desventaja.
No sé, ¿quién es el imprudente Lucía o yo?, por seguir su idea de vigilancia que tengo la certeza de que en pocos minutos se volverá una intrusión.
Los hombres armados quedan tres fuera los otras entran justo detrás de los que asumo son los jefes, tomo mi celular llamando al grupo de la requisa del día anterior para apoyo, no contestan tan rápido como yo quisiera, sin embargo, al escuchar la situación indican que llegaran los antes posible. Intento acercarme a donde veo a Lucía ver con suma atención todo lo que ocurre tratando lo más posible de no se notada, los hombres allá adentro tienen ya varios minutos ¿qué tanto podrían estar haciendo en ese lugar?, la impotencia inunda mi cuerpo haciendo que mis manos apreté el arma después de lo que yo considero una eternidad salen nuevamente todos, se suben nuevamente a los autos sin demora se marchan a la misma velocidad que antes.
***
Veinte minutos llevamos esperando por los refuerzos, desde el momento que los autos se retiraron parece mucho más silencioso, he tenido que detener a Lucía en tres ocasiones para que se adentre ella sola a esa casa, mi teléfono vibra en mi bolsillo por intervención divina al sacarlo leo que se trata de uno de los chicos tomo su mano y la arrastro hasta el punto de encuentro se resiste lo cual dificulta un poco mi trabajo, al final de cuentas, no sabe nada aun, después de unos largos cinco minutos en llegar al lugar veo en su rostro las intenciones de despotricar su enojo en mi por haberla alejado de la casa.
-Prepárate - le digo empujándola ligeramente a la parte de atrás del pick-up donde se encuentra sentados todos ya armados, nos alcanza un par de chalecos un par de chumpas y otras cosas que nos servirán para protección y el trabajo
-¿Cómo dieron con este lugar? – dice el comandante a nuestra espalada, Lucía se está atando el cabello en una cola de caballo que le queda estupendamente bien.
-Los hemos seguido en la motocicleta – proclama Lucía con los ojos fijos en el comandante como si fuera cierto – los escuche hablar en el club sobre algunos problemas, tres niñas que tenían en una de sus casa se escaparon – hablaba con total seguridad, dando todos los detalles de la conversación, omitiendo otros, en todo momento su narración fue tan convincente que por momentos dude que ella se hubiera colado en la camioneta, el jefé me pide que rectifique su versión y Lucía hace algo que me sorprende, se gira y se aleja de donde nos encontramos veo que camina de un lado a otro a unos metros de distancia de nosotros con la oreja pegada al celular, no entiendo el porqué de su actitud, veo como se pasa la mano un par de veces por la cola de caballo, moviendo repetidamente el pie izquierdo es un tic que tiene de nervios desde que la conozco a parecer las cosas no cambian con el tiempo.
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Editado: 05.07.2021