CAPITULO TREITA Y CINCO
Observo con atención como Lucía es atendida en el hospital por dos enfermeras y un doctor en el hospital militar del departamento, le aplicaron un par de analgésicos para que pudiera soportar la suturas no tengo muy claro si fue anestesia o solo algo que adormeciera el lugar, la bala traspaso su brazo dejando un pequeño agujero, según explicaron es un proceso más sencillo, que remover una bala, la de la pierna no penetro lo suficiente para ser tratada pronto.
Tiene los ojos cerrados y no se mueve me preocupa la cantidad de sangre que haya perdido son las mil quinientas horas el traslado fue rápido. Necesito que hable para saber que se encuentra bien. Los doctores hacen un excelente trabajo, en dos días estaremos en tres funerales, tres de nuestros compañeros han muerto en el enfrentamiento, es una fortuna que solo fueran ellos, no es decir que me alegre, es todo lo contrario, no teníamos oportunidad de salir de esa casa ilesos o no salir.
Se alejan de ella, llena el informe veo como la enfermera sale del dormitorio donde estamos, el doctor dice que pronto estará mejor que deberá de reposar al menos tres días para que los puntos no se abran, veo como sube y baja su pecho con un ritmo armónico.
-Dime que no has llamado al general – veo como abre los ojos y se mueve de su lugar, no muevo ningún musculo – rayos, estoy en problemas
-Unos muy serios señorita – dice en ese momento la voz del abuelo de Lucía, al solo cruzar la puerta lo saludo como es debido – en descanso Erick – habla tranquilo
-No te debieron llamar – habla un poco molesta
-No me mires que no fui yo – me defiendo de su acusación – pero si soy sincero me alegra que este aquí para evitar que te levantes de esa cama hasta que te den el alta – estoy recostado en una mesita donde hay unos utensilios médicos que no conozco
Su abuelo pregunta todos los detalles del operativo donde Lucia responde todo con el mayor detalle posible para su informe, el rostro del general en ningún momento cambia de expresión ha de ser un duro trabajo estar a cargo no solo de un caso como este, si no el que tu única nieta esté involucrada en algo tan riesgoso como eso, si para mi es complicado sabiendo que no tengo oportunidad con ella.
Termina de narra todo lo que debe justo cuando llega una enfermera con unas pastillas en recipiente junto a un vaso de agua indicando que se lo debe tomar para el dolor que en breves aparecerá dado son fuertes. No muy convencida se las toma, le colocaron una intravenosa con sangre y otra con sangre para que pueda recuperarse pronto.
No demora mucho en quedar dormida hablando con su abuelo de lo preocupada que esta de ¿cómo va a justificar su desaparición en estos dos días en casa?, que es lo último que pronuncia torpemente antes a ceder a los sedantes.
Si abuelo la ve con adoración, veo como niega con la cabeza una y otra vez, es visible su frustración ante la situación de ver a su nieta y su único tesoro en una cama de hospital con dos heridas de armas de fuego – mi mujer siempre estuvo en contra de que enviara a Lucía a la academia – soy el único en el lugar, las palabras van dirigidas a mi – no sabía cómo ayudar a una niña que tenía un rencor contra todo el mundo y que odiaba vivir todos los días, quise darle un propósito
-No es su culpa que este en esa cama – es lo único que sé que debo decir, o al menos eso pienso – es una mujer fuerte, sobrevivirá a las dos heridas
-No es a eso a lo que tengo miedo muchacho – se pone de pie y le da dos besos en la cabeza – es que esta mujer es tan entregada a lo que hace que no le importara dar su vida con el fin de desmantelar a este cartel – posa sus ojos en los míos – en algún momento pensé que había superado su odio hacia los hombres – justo en ese momento siento que sus palabras son dirigidas a mi persona
- Señor yo …
-No muchacho – niega con la cabeza – ella ya odiaba a los hombres desde la muerte de su padre – veo dolor en sus ojos – sabes, esa era su última misión, mi hijo le había prometido regresar y que no la dejaría nunca más, esa fue la primera razón por la cual comenzó a odiar a los hombres, después sufrió en las manos de ese desgraciado – dice con todo su enojo
-Supongo que yo colabore con eso – hablo con un poco de valor
-Bueno eso no lo sé, después de lo que sea que les paso – Lucí no les dijo a sus abuelos la razón por la que me mando al diablo, creo que debo de agradecerle que no haya puesto al tanto de eso a su abuelo a mi superior – no tuvo otro novio o amigo, se relacionó con muchos jóvenes después de eso, solo que su distancia es marcada, es notoria.
Ninguno de los dos dice otra palabra, yo no puedo sentirme más culpable, tal vez si no hubiera sido un cobarde y prejuicioso adolescente, no es justificación, pero el que mi padre tratara a mi madre como desprecio y otras cosas más fuertes que solo palabras, su concepto de amor era retorcido y bizarro tanto que enveneno mi propia vida haciendo la miserable. Lastimando a la única chica que me ha gustada verdaderamente, así como querido.
Al entrar a la escuela militar me enseñaron mucho, respeto, valor amor propio, a mis otras novias las quise, las respete, pero nunca sentí lo que sentí con Lucí, he luchado por ella de muchas formas con la esperanza de reconquistarla de ser quien la haga sentir segura.
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Editado: 05.07.2021