Parte IX
Un coro acompaña a diferentes melodías de la exploración en Skyrim.
Esta música me sabe a periplo y a aventura. Y de eso tratará esta parte.
El camino vital de una persona está lleno de diferentes etapas enmarcadas en épocas.
Si tenemos la suerte de compartirlo con personas afines, a dichas porciones de tiempo habrá que añadir nuevas etapas, esta vez para los diferentes bloques de personas.
A lo largo del camino veremos como los regalos y los golpes de la vida se irán pasando el testigo.
Aunque no siempre alternándose equitativamente.
Lo que marca las etapas son rachas de una u otra cosa.
Si estamos de recogida de cosecha o simplemente con la mejor de las suertes, sentiremos gran regocijo al saborear las diferentes mieles de nuestro viaje.
Si por el contrario nos toca picar piedra y sudar de lo lindo para no caer en la mierda… Incluso entonces podemos extraer oro de donde solo hay excremento.
Ya se sabe que quien se habitúa a abrir regalos pierde por el camino el verdadero encanto de la experiencia.
De las fases más complicadas de la vida podemos extraer cosas tan buenas como un rico trabajo en nosotros mismos. Una suerte de auto conocimiento, que puede crecer tanto como para incluso bastarnos de cara al resto de nuestro viaje.
El resto, supongo, no son más que fantasmas.
Espectros cuya atención será llamada por nuestra luz, en esos territorios de purga que tanto miedo nos dan, pero que tanto insistimos en negar para dejarlos atrás.
Quizá si pudiésemos hablar de lo oscuro con tanta frivolidad y naturalidad como nos jactamos de lo luminoso, otro gallo nos cantaría.
Pero no es así.
Nuestro deambular por la tétrica morada de nuestros miedos y angustias suele ser individual. Como también lo será la asignación espectral que nos toque.
Como habrás podido notar, mi querido lector, creo en los demonios.
Creo, más que en ellos o en sus diferentes formas, en su semilla maligna.
Esas que terminan por germinar en los peores actos de destrucción y naturaleza auto destructiva.
El objetivo de esos seres no puede ser otro que la erradicación de todo lo relacionado con la luz. Esperanzas e ilusiones a poner en jaque hasta derrocar su rey.
Muchos perdemos la referencia global de nuestro viaje al pasar por etapas, e incluso épocas, especialmente cruentas.
Nos empapamos tanto de la compañía de estos demonios que ya nunca podemos recuperar nuestra verdadera identidad.
Ese acto de posesión nos infunda tanto odio e ira, que el inevitable estado de frustración perenne que se origina nos privará de abrir nuevos regalos. Al menos, adecuadamente.
Eso es algo que aprovechará a las mil maravillas el egoísta y ególatra sistema en el que vivimos.
Bien sabedor de nuestra asfixia puntual en multitud de flancos, arrojará sus productos y experiencias fast food para atraparnos aún más si cabe.
Deformar la experiencia del aventurero viaje en que debe consistir nuestro periplo vital hasta el punto de que resulte vano y tedioso. No es otro el objetivo.
Captar todo cuanto nos rodea en una aburrida rutina, tan solo enriquecida por falsas nuevas experiencias disfrazadas de emocionantes.
De esta manera, en nuestro caminar pasaremos de ser personas libres a arrastrar las cadenas atadas a los grilletes de nuestra mente derrotada.
No debe ser así.
Debemos entender que tenemos derecho a tropezar, a caer, a restregarnos en el fracaso, una y otra vez.
Debemos entender que el continuo aprendizaje depende de constantes colisiones contra los muros que erige esta difícil experiencia.
Que la esencia no está en monopolizar y controlar, ni siquiera en dar con una cueva en la que esconderse, fuesen cuales fuesen su forma y aspecto.
Que el triunfo no está en el número de regalos obtenidos y abiertos.
Debemos aprender que lo que un día nos pareció bonito, así debe seguir siendo en nuestro final.
Esa es la victoria absoluta.
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trastornos mentales, diario de vida, pensamientos y reflexiones
Editado: 20.06.2021