Chris.
— ¿Y bien? —me quedé de pie desde el umbral de la puerta mirando a la mujer que me despedía con una sonrisa demasiado amplia. —Como digas que tengo que regresar definitivamente renuncio.
— ¿Tan mal te resulta platicar conmigo? —me lanzó una de esas miradas que tanto había aprendido a reconocer. Me estaba jodiendo.
— Te adoro, pero por muy mal que suene, no quiero volver a este lugar.
Se encogió de hombros. —Lo entiendo. —sonreí y saqué mi teléfono vibrante en mi bolsillo. Lana. La sonrisa se amplió en mi rostro. —Una chica con suerte. —no me tomé el tiempo de negarlo. Las últimas dos sesiones habían sido conmigo sacando el celular a mitad de ellas para responderle a la mujer a kilómetros de mí.
— ¿Algo más? ¿Tengo que firmar mi carta de culminación o una mierda de esas? —soltó una carcajada con mis palabras.
— Me comunicaré con Hannah. —asentí y suspiré aliviado. —Ya puedes irte, Christopher.
— Gracias. —solté triunfante. —Por todo. —sacudió la cabeza.
— Lárgate.
Hice una mueca y la miré. —No se te quita lo molesta, Lins.
Rodó sus ojos y apuntó hacia la puerta con el lápiz en su mano derecha. —No quiero verte de nuevo por aquí, más te vale que seas un ciudadano ejemplar a partir de aquí.
— No apuestes tu sueldo en ello. —me reí, saliendo y cerrando la puerta tras de mí.
La chica en recepción me dio una sonrisa al verme recostado en la puerta cerrada. No sabía cómo sentirme al terminar aquí. Realmente no lo había odiado tanto como le hice creer a todos, la mujer era una buena oyente y debía decir que daba buenos consejos a si de decir la verdad se trataba.
No había sido tan mal.
Pero sí que agradecía poder afirmar que podría invertir mi tiempo en otras cosas y no en venir aquí una vez a la semana.
Devolví la llamada al número de Lana mientras me subía a mi auto estacionado en la acera y colocaba el altavoz. Encendí el motor al tiempo que la línea quedaba descolgada y la respiración agitada de la mujer del otro lado llenaba el aire.
— Vaya, ¿Quién te tiene así, muñeca? ¿Debería estar celoso? —su respuesta fue una sonora carcajada que puso una sonrisa en la mía. —¿Estás bien?
— Bien. Estoy ayudando a Bailey con unas cajas.
— ¿Cajas?
— Remodelación en la casa. No preguntes si no quieres quedarte tres horas escuchando sobre papel tapiz. —reí y me dirigí a casa de Blake. De no ser porque le había prometido al hombre que iría una vez saliera de la sesión con Lins, habría tomado la dirección contraria para ir a casa. —¿Qué hay de ti? ¿Cómo fue la sesión?
— Genial. Oficialmente soy un hombre libre.
— ¿Ah sí? —casi podía ver la sonrisa en su rostro. —¿Libre?
— Ya hablaremos de eso tu y yo cuando pueda viajar a Boston. —hacia un mes que me había tenido que limitar a ver su rostro cada noche por medio de una pantalla y no lo diría en voz alta, pero era jodido. Demasiado. Quería sentirla contra mi cuando iba a dormir.
De no ser por su renuencia a que la ayudara a conseguir un jodido trabajo en Chicago y por el hecho de que su madre estaba cada vez peor y la necesitaba, ya habría hablado con Hannah para que hiciera un par de llamadas y así poder tenerla conmigo.
La otra opción estaba sobre la mesa, pero no había querido pensar mucho en ello. Erick me ayudaría y tendría el apoyo de George si decidía continuar con mi carrera en Boston, pero Lana no se sentiría bien al pensar que estaba dejando mi vida y mi carrera de lado por ella, lo cual nos traería problemas y no quería arruinar la relación que estábamos construyendo.
— ¿Cuándo será eso?
Pensé en silencio. Tenía entrenamiento del que no podía escapar toda la semana. Incluso había pensado en ir hoy para el cumpleaños de Kyle. Rick había plantado la idea en mi cabeza, pero Maikel había sido enfático cuando dijo que no iba tener a dos de sus chicos fuera mientras los otros se sudaban el culo en el campo. Sus palabras, no las mías.
— Pronto, muñeca. Tengo un par de reuniones a las que asistir además del entrenamiento, pero prometo ir. —sonreí. —Aunque siempre puedes venir. ¿Qué tal el próximo fin de semana?
— ¿Todo el fin de semana? —soltó, insegura.
— O la semana, o el mes, incluso el año. —me burlé tratando de producir el mismo efecto en ella. Funcionó, porque la escuché reír.
— Hablaré con Bailey y con Joey. Si tengo permiso, intentaré ir.
— No dijiste que no como la última vez, es un comienzo. —dije aliviado y al tiempo esperanzado. Bailey no le diría que no, estaba seguro de eso.
— Me haces sonar como la mala. —se rió. —Tuve que ayudar a Bailey con unas entregas, pero ahora sí que quiero verte por lo que tendrá que pedirle ayuda a Owen para las cosas que deba entregar. —escuché un par de gritos tras ella. —Me tengo que ir, esos dos acabarán matándose pronto.
— Claro, muñeca. ¿Hablamos en la noche?
— Es sábado, ¿no saldrás?
— Tengo mejores planes que desbordarme en alcohol y escuchar a Blake hablar sobre sus fetiches, muñeca.
— De acuerdo. Te llamaré cuando Bailey me permita un respiro. —colgó antes de darme la oportunidad de decir más.
El camino a casa de Blake fue llevadero teniendo en cuenta la feria al otro lado de la ciudad. Era una suerte que pocos días se veían al encontrar el trafico tan calmado en la ciudad tal y como lo estaba hoy.
Estacioné mi auto en la acera, haciéndole saber al portero que no tardaría mucho en bajar. Por lo general no me tomaba más de veinte minutos las charlas que el idiota últimamente le gustaba tener, por lo que saldría de aquí antes de que me obligara a acompañarlo a otro club de la mierda en la que estaba. Había salido por la puerta grande la última vez que salimos juntos. No me importó caminar durante minutos buscando un taxi, luego de ver lo que mis ojos observaron esa noche, estaba más que a favor de mis relaciones "vainillas" como Blake las llamaba.
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Editado: 04.06.2024