Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XIII

“Las estrategias priman.

Las acciones rápidas inclinan la balanza a favor de la persona que menos se espera.

Aquella que desde las sombras se mueve progresivamente, ganando casillas y derrotando peones.

Con el objetivo en mente, que solo importa en esos momentos salvar lo único bueno que ha surgido de lo imposible, pero jamás incorrecto.

Esa pequeña luz que se alza como esperanza, convirtiéndose sin siquiera premeditarlo en ese rey que hay que resguardar hasta con el propio ser.

Porque mientras su existencia este latente, demuestra que no todo está perdido.

Que siempre se puede encontrar y crear puentes, aunque sean momentáneos, hechos de ilusiones persistentes.

Al igual que muestra, que de las desgracias ajenas se obtiene una oportunidad para tomar esa superioridad imperceptible, que se otorga al ser él más zagas.

Demostrando que el truco está en saber jugar”

*******

 

Castillo de Belalcazar.

Belalcazar, provincia de Córdoba.

(Andalucía, España)

12 de febrero de 1794.

 

Observaba por el ventanal que daba una vista privilegiada al exterior como el hombre más imponente de España bajaba del mobiliario, y se adentraba a la propiedad sin reparar en la servidumbre que lo esperaba con posibles frases de condolencias por su reciente perdida.

Francisco Javier de Borja se abría paso hondeando la capa, en conjunto con el abrigo que lo cubrían de lo que quedaba del invierno que poco a poco cesaba, para darle espacio a la primavera.

Una estación que sin haberla vivido junto a él, ya le profería demasiados recuerdos que le nublaban la visión a aquella dama, que esperaba la intromisión al estudio del espécimen que hasta hace poco no le causaba repulsa, y decepción llamar padre.

Desde antes de verlo emerger supo cuál era su objetivo en concreto.

Negó para despejar su mente.

Debía estar centrada.

En ningún momento se sobresaltó.

Lo espero pacientemente con una taza de té en la mano.

Llevaba haciéndolo desde hace unas semanas.

Trato de refrenar las náuseas que la invadían constantemente.

Que se habían habituado a su matutino vivir.

No se inmuto cuando la puerta del estudio cedió estrepitosamente.

Mostrándole el semblante asesino del Conde de Belalcazar.

Ese inexpresivo que amedrentaba al más valiente.

La ojeaba con ira desmedida, al punto de querer abalanzarse sobre ella, y apretarle el cuello por abandonar Barcelona sin haberlo tomado en consideración.

— ¿En qué momento llegaste a especular que siquiera podías considerar la idea de tomar una decisión por tu propia cuenta?— escupió sin floritura posándose frente a su persona.

Tirando las prendas y el bastón que debió haber dejado en el recibidor.

>>Tu lugar es en Barcelona, no en Andalucía— finiquito, pero como respuesta le dio un sorbo al líquido humeante, despues procedió a dejar la taza en la mesa de centro, para por ultimo erguirse y darle paso a una profunda reverencia como bienvenida.

—Un gusto verle padre— el nombrado negó con incredulidad, y tomándole del brazo la zarandeo enterrándole los dedos, asegurando más tarde un posible moretón.

Él no se quedaría tan tranquilo al enterarse de la falta de acatamiento a sus deseos.

Pese al dolor punzante que sintió en el área afectada, no lo demostró ni con una mueca.

Trato de no perder los estribos, o que con esa simple agresión la notara débil.

Podía con cosas mucho peores.

Estaba más que segura.

— ¿Que heces aquí enclaustrada, en vez de estar poniéndole frente a la situación como la mujer del hogar en la que te convertiste?— la solto consiguiendo que tastabillara un poco, pero se recompuso al instante estirando su vestido para quitar una arruga inexistente.

—Déjeme decirle padre sin ánimos de proferirle alguna ofensa— inicio con el tacto que la caracterizaba—, que siempre he manejado el hogar acorde a las necesidades de todos, ya que madre se encargaba de mantener las buenas relaciones sociales, cuando de interactuar con las altas esferas se trataba— apretó los puños para refrenarse al escuchar el tono algo sarcástico que implemento, esperando a que terminara—. Por eso apelo a su comprensión al expresarle que aunque lo hago con la mayor devoción, no he podido sobrellevar el duelo de la perdida de mi progenitora como se debe. Ya que si bien no éramos allegadas no dejaba de ser mi madre, y asistir a una velada como seguramente usted desea estaria muy mal visto. Un suceso que daría de qué hablar— se relamió los labios dispuesta a continuar, observando cómo se desplazaba hasta el aparador de licores y sacando una botella de coñac, junto a una copa de vidrio cortado se servía sin más dilación—. Usted me enseño lo irrelevante que me tendría que resultar aquello, pero sigo sin sentirme lista para ser abordaba por la sociedad con preguntas indiscretas, podría cometer un error.

— ¿Qué propones?— se mordió el labio, a la vez que estrujaba la falda de su vestido cuando este le dio la espalda.

Por lo menos se mostraba dispuesto a escucharle.

—Me parece lo más recomendable que me retire por un periodo del país. Por lo menos durante lo reglamentario del luto— fue una jugada arriesgada, al igual de precipitada pero tenía que intentarlo.

Necesitaba estar lejos si quería que su hijo naciese sin ningún contratiempo.




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