Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XXV

Verdades sobre la mesa que nublan los sentidos, y arraigan la sensación de despedida inminente.

Una cruel realidad que atrofia las entendederas invadiendo lo desconocido.

Porque nadie le advirtió que se podía sentir asco, de solo pisar la tierra con un apellido tan manchado.

Ese que le alejo irremediablemente de sus seres amados, únicamente para que resurgieran sin el fantasma de la maldición que era su entidad.

Siendo esa su triste y cruel realidad.

Ya no interesando los secretos, cuando se enteró que estos no se comparaban con el que cargaría entre pecho y espalda sin juzgar cómo proceder, no asimilando al completo la manera en que actuaria para no verse afectada por algo tan aterrador que solo le daría una única salida, que esa vez no era sinónimo de solución”

*******

 

Cuando recibió la invitación hace tan solo una semana atrás, entendiendo el doble significado implícito, más teniendo en cuenta la persona que directamente la mando, con una nota de su puño y letra aclarando que deseaba su presencia en aquel evento, nunca se imaginó que seguirle el juego podía traerle tantos sentimientos encontrados en una sola noche.

Se planteó demasiados escenarios, menos que el hombre que tenía en frente poseyera un plan tan meticulosamente ideado, que lo dejaría en jaque.

Quizás lo que le estaba ocurriendo en esos momentos no fue de su consideración, pero ni proyectándolo le hubiese salido tan bien.

Solo con ver a Luisa junto a Sebastien, su noche se terminó de arruinar.

La manera en como lo miraba, esa forma de hacerlo todo el centro de su atención, lo único que existía en su entorno, despertó una amargura irrefrenable que ni en sus más locos sueños estimo que existiría y se lograse apreciar hacia alguien.

Porque bien era cierto que lo que llevaba de existencia jamás le experimento hasta ese momento.

Era increíble la manera en que ella manejaba sus emociones sin siquiera darse por enterada.

Al igual que el que se hacía llamar su primo la observaba, pese a que quería ocultarlo, como lo único magnánimo que pudiese constar.

Como si solo ellos dos lograsen pulular con propiedad adecuada alrededor del otro.

Como si fuese el único afortunado en merecer su completa atención y entendimiento.

Tras de eso añadiendo la tensión que el padre de su tormento y peor enemigo se descubría con ellos, convirtiendo aquella reunión improvisada en algo difícil de sobrellevar, más cuando menciono a Lord Jusepe Baltodonado.

El asesino de sus progenitores, el cual se ubicaba en la misma residencia haciendo todo mucho peor.

Afrontar eso sin estallar apenas internándose a la propiedad, auguraba no precisamente una velada amena que pudiese disfrutar en algún momento de la noche.

Asi que con todo el dolor en su interior, a la par de la ira bullendo por cada terminación nerviosa de sus extremidades, y la desazón en el pecho que producía el saber que esos dos se quedarían solos, porque la acompañante de este seria solo un adorno.

Una agregada que distinguía y viceversa, pero que con obviedad no refutaría nada al respecto, pues el que tuviera cola que pisen no se acercaba a la candela, además seguramente Sebastien ya la habría adiestrado al respecto.

También deduciendo el motivo por el cual colgada del brazo del Conde.

Asi como la aludida constaba al corriente de su existencia, y aunque no comprendiera lo que ocurría no interpelaría, pues por muy tonta que esta fuese se manifestaba fácil deducir, que abrir la boca no tendría por qué quedar estimado en sus opciones.

Despues de todo, el aura que se respiraba en esos momentos era más que amenazante.

Ante tal certeza angustiosa se adentró al salón después de deshacerse del agarre de la española, quien intento detenerle, haciéndolo dudar un poco, pero termino por ceder cuando le percibió tocándola.

Si no se iba cuanto antes perdería el control mandando todo al carajo.

Le palpaba con tanta propiedad que no podía simplemente cavilar con claridad.

Dejando el tormento atrás, cuando se adentró al completo al salón donde se llevaba a cabo la recepción, permitió que sus ojos se embebieran de la imagen, vislumbrando la grandeza del lugar en todo su esplendor.

Cada detalle elegido y colocado a conciencia.

Excelso.

Tan elegante, a la par de certero.

Sin rozar en lo pretensioso, todo gritando el sello que le distinguía.

Hasta su aroma se percibía en el ambiente.

Definitivamente eso era obra absoluta de la mujer que más odiaba amar.

Esa simple imagen combinada con los anhelos de su cabeza, sencillamente le hurto el aliento.

Parpadeo para salir de su cavilación y añoranza cuando se percató de la presencia que se ubicaba frente a él, esperando que articulase algo o en su defecto le rindiera pleitesía mostrando signo de estar escuchándolo, porque deducía que le hablaba.

—Al parecer la simple imagen de mi hija lo ha dejado en un dilema bastante interesante— solto en tono casual para después posarse al costado, y con las manos entrelazadas en la espalda caminar a su ritmo, ignorando a todo quien le quisiera interceptar.

Tan empático como de costumbre.

—Se percibe que no estima que su familia, en especial su hija pueda tener algo desagradable— espeto sin medir sus palabras, observando como este cautamente se mofaba de sus actitudes, sintiéndose superior —. En este caso su apariencia, porque no es precisamente una beldad en toda regla, no por nada se acaba de proclamar solterona— se dirigió a lo superficial para entorpecer el ego del Conde, intentando no morderse la lengua, porque desde el día que la avisto por primera vez hasta ese momento, le comparaba con una aparición celestial digna de admirar.




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