Ojo de Acero

Capítulo II- CALL-IE

Repaso una y otra vez el cuaderno de cuero cafe, buscando un dibujo que llame mi atencion y decida usarlo el lunes en clase. He estado intentando detallar cada dibujo que he hecho el último mes pero la imagen del chico en la fiesta vuelve a mi y derriba el muro invisible en mi mente que he intentado mantener desde que me desperté y se planta ahi, justo en la pantalla grande de mi imaginacion, imponiéndose ante todo lo que intento ver. Incluso esta mañana en casa de tia Luce no lograba concentrarme en nada de lo que me contaba acerca del libro de tapa azul que habia encontrado llenandose de polvo en su biblioteca.

Juro por lo mas sagrado que nunca lo habian visto mis ojos —dijo con sorpresa y fascinación.

Cierro la tapa de golpe y me quedo mirandolo. Solo luce como un cuaderno normal, solo que un cuaderno normal no tendria un septenario dibujado en la caratula, una estrella dorada de siete puntas rectas y finas que brillan cuando mis dedos la rozan.

Para los que me persiguen, lo condenan como un Grimorio, alguna clase de libro de hechizos personales, pero en realidad solo es un viejo cuadernillo que robé de la biblioteca de tía Zafiro, cuando tenía diecisiete años y nos acababamos de mudar de Virginia a justo aquí, Filadelfia.

Todo este tiempo me he encargado de llenarlo con dibujos e inútiles bosquejos de lugares en los que creo ir pero donde realmente nunca he estado y lo que lo hace especial no son el hecho de que considero esos dibujos como un diario personal, si no que no importa que tanto dibuje o escriba en el, a pesar de que su tamaño no supera el de un libro de cien hojas,  sus páginas son infinitas.

—De nuevo tengo entumecido el trasero— escucho a Cerafine quejarse detrás de mi.

Lleva rato sentada en el sillón frente al televisor viendo no se que con Chad. Dejo el cuaderno sobre la isla de la cocina y me vuelvo hacia ellos.

—¿Enserio? es fascinante— Chad que ha estado sorprendentemente callado, habla.

Ella deja de mirar las palomitas en su regazo y levanta la vista hacia el sorprendida por su respuesta.

—Sarcasmo— Cera masculla con un sutil tono de fascinación.

—Que observadora—responde el sin emocion.

—¿Podrias decirme que demonios te pasa?— su mirada asesina se clava en Chad y el sigue mirando el televisor como si no la escuchara—¡Es contigo idiota!— golpea su hombro.

Empezaran una pelea...de nuevo.

—¡Bien! —Masculla Chad y se vuelve hacia ella —Para empezar ¿En que estabas pensando cuando saliste de aquí en esa minúscula cosa que llamas falda?

Ella abre la boca en la forma de una enorme y pálida O.

—¿Que no entendiste la parte poética de mi exclamación "Mi cuerpo, Mi lienzo"?—aumenta su tono de voz.

Esto es lo usual en un dia después de una fiesta, Chad le riñe, ella se enoja, el se enoja y al final del día ella termina colgada en su espalda riendose y llamándolo mancha humana.

—Si y es una estupidez— le riñe —¿Recuerdas si quiera que hiciste anoche?

—¡Por supuesto que no! Esa es la idea de divertirse, Dahh— Cera pasa la mano por su cabello orgullosa, dejando  una maraña rojiza a su alrededor.

El parpadea un par de veces como si ella le hubiera pegado una cachetada y vuelve a girar su cabeza al frente.

—Callie— la voz se Serena interrumpe mi pequeño espacio de culpable diversión.

Ella mira hacia el sillón y después frunce el ceño hacia mi.

—No preguntes— me encojo de hombros.

—Bien— suspira —Te necesitan en la puerta— me informa mientras acomoda sus gafas de pasta negra.

—¿Quien?

Con todo el ruido de este par nunca escuche el citófono.

—Un chico con una tableta en la mano— responde y se vuelve de nuevo hacia su hermana que no ha dejado de discutir.

Bajo mi trasero del taburete y camino hacia la puerta.

Un chico con una gorra azul y unos audifonos colgando de su cuello me sonrie.

—¿Callie BlackWood?— pregunta cuando me ve.

—Si, soy yo— asiento hacia él.

— Firme aquí por favor— me entrega una tableta electrónica.

La tomo en mis manos y después de hacer un garabato se la entrego.

—Aquí tiene— de la mochila en su espalda saca una pequeña caja del color del cartón y me la entrega —Que lo disfrute— sonrie y se marcha a paso rápido por el pasillo hacia el elevador.

—¿Que es?— un aliento sopla en mi oido.

Pego un respingo.

—¡Cerafine casi me matas del susto!— chillo.

—Los espantos asustan, yo te sorprendí— sonrie como si no matara una mosca —¡Abrelo! ¡Abrelo!— empieza a saltar como una niña.

Pongo los ojos en blanco y cierro la puerta.

Abro la tapa de la caja y hay una pequeña tarjeta plegable. La tomo y la abro.

Para: Call-ie, Llama-me nena *

Una sonrisa torcida y descarada se dibuja en mi mente y en ese segundo me doy cuenta quien lo envia.

Sacudo la cabeza y miro dentro de la caja. Debajo de la tarjeta hay un pequeño celular de color negro con un cargador y nada más.

—¿Un celular?— Cerafine luce decepcionada un segundo y al siguiente su rostro se ilumina —¡No puede ser! ¡El lío caliente te lo envío!

Empieza a saltar de nuevo dando vueltas frente a mí haciendo que su camiseta se levante y enseñe la planura de su estómago.

—¿Quien?— Chad se une a nosotras en la puerta y cruza los brazos haciendo que sus músculos se marquen.

Tiene su cabello en ondas negras alborotadas y la mirada molesta puesta en Cerafine.

—¡El ensueño con el que hablaba Callie anoche!— chilla ella.

—De eso si te acuerdas— se queja.

—Solo me acuerdo de las cosas importantes— ella coloca sus manos como jarras frente a él.

Chad entorna los ojos  y después de fulminar con la mirada a Cera, se vuelve hacia a mi con cautela.

—¿El del tatuaje en el brazo?—pregunta.

Asiento en respuesta.

Recuerdo la mancha en su antebrazo aunque no sepa con exactitud que era y siento mis mejillas calentarse.



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En el texto hay: romance, magia, burjas

Editado: 25.11.2019

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