Capítulo 13: Quien heredó los ojos violetas, parte XIII.
La carta que contenía el libro.
Faltaba solo una semana para liberarnos finalmente de la escuela, la fuerte mirada proveniente de la oficina del director se había hecho mucho más presente que en otras ocasiones, Emanuel, quien de hecho también lo había notado, no dejaba de decir que él y yo debíamos unir fuerzas para derribar la impenetrable muralla que siempre ponía Gustavo entre el director y nosotros, parecía desesperado por asegurarse de que no hubiera ningún viejo pervertido detrás de mí, pero el final del semestre nos dejó tan cansados que terminamos por posponerlo.
Así, el último día de clases llegó, y cuando fue la hora del almuerzo, Gustavo fue hasta mi salón y me pidió acompañarlo a la dirección, no me dijo nada hasta que llegamos, así que me tomó por completo por sorpresa abrir la puerta y ver al señor Alan sentado en la silla del director, recuerdo incluso que, por un momento, creí que el señor Alan era en realidad el director Stoltenberg.
—Los dejaré hablar a solas —dijo Gustavo—, pero no tarden más de los 20 minutos del almuerzo, el director tiene mucho trabajo y necesita su oficina de vuelta.
«Ah, entonces él no es el director», pensé un poco decepcionada mientras me sentaba en la silla que estaba enfrente del escritorio del director—. ¿Qué haces aquí? —pregunté luego de que Gustavo cerrara la puerta al irse.
—El director —, negó con la cabeza—… más bien, el director anterior al que está ahora, es amigo de Ignecio, y accedió a convencer al director actual de que permitiera mi visita. Originalmente era Ignacio quien iba a venir, pero luego de meditarlo, concluimos que yo era mejor opción.
—¿Por qué?
—¿Recuerdas que Ignecio te contó que tiene un espía trabajando con tu padre? Fue esa persona la que le aconsejó a Ignacio que no viniera, le dijo que hay una persona que Esteban mandó a que te vigilara, en sí, esa persona solo está a tu alrededor para asegurarse de que no escapes, o sea que no da informes de lo que haces, pero Esteban sí le pidió que le informara si Ignecio te hacía una visita sin su consentimiento.
—¿Y qué si mi abuelo viene a verme sin su consentimiento? —pregunté con enfado.
—El espía dijo que, en el mejor de los casos, Esteban pondría más seguridad a tu alrededor, entonces nos sería más difícil contactar contigo, pero también está la posibilidad de que la persona que te vigila tenga órdenes de atacar a Ignacio si lo ve cerca de ti.
Apreté los puños—. ¿De verdad Esteban sería capaz de atacar a mi abuelo?
El señor Alan me miró con seriedad—. El hecho de que no lo haya atacado antes, no implica que no lo pueda hacer si se enoja. Por otro lado, Esteban no sabe de mí, o al menos no sabe que trabajo junto a Ignecio, así que es seguro mucho más seguro para mí venir a verte.
—¿Y si el que me vigila es un antiguo miembro de REVENISH?
Él se cruzó de brazos y lo meditó un momento—. No sé cuántos de ellos sigan vivos y cuáles de ellos trabajan con Esteban, pero es cierto que todos ellos conocen perfectamente mi cara y mi presencia aquí los alertaría. —Recargó por completo su espalda en el respaldo de su silla y estiró sus piernas hacia delante, tomando una postura relajada—. Pero no creo que alguno de esos ancianos sea quien te vigila, e incluso suponiendo que sus viejas rodillas tuvieran aún la fuerza para seguirte, cuando se trata de mí, siempre hacen de la vista gorda.
—Pero el líder de REVENISH es el abuelo de Esteban, ¿por qué crees que los miembros de REVENISH harían algo en contra de los deseos del nieto de Tahiel Roger por ti?
El señor Alan sonrió—. Mi experiencia me lo dice. Además, ellos tampoco saben que trabajo con Ignecio… y dudo que se imaginen que yo planeo pelear con ellos de nuevo, supongo que no les parecería extraño en mi padre, pero yo —, bajó la mirada y yo pude ver un atisbo de tristeza en ella—… luego de que me vieron llorar como un niño cuando mataron a todos mis amigos por segunda vez, sé que ellos apostarían sus vidas a que yo no volveré a enfrentarme a ellos nunca más. Pasando a lo importante, ¿ha sucedido algo que merezca la pena que haya venido?
—Sí. Encontré a tres personas con poderes, uno es un chico de la ciudad Adelfi, su nombre es Andrés Halffter y tiene un poder bastante peculiar. Hace unas semanas vino y accidentalmente activó su poder cuando nos tocamos, me hizo ver todos los recuerdos de su vida en un instante, y él también vio los míos, espero no tardar mucho en encontrar un momento oportuno para verlo y escuchar su respuesta definitiva sobre unirse a nosotros. Los otros dos son alumnos de aquí, uno de ellos tiene el poder de la telequinesis, ya hablé con ella… él… hablé con esa persona y accedió a ayudarnos.
—¡Eso es excelente! —dijo con alegría—. Podemos usarlo como intermediario entre nosotros.
Asentí—. Y tampoco levantará sospechas que hablemos por mucho tiempo ya que es parte del consejo estudiantil.
—Cierto, Ignecio me dijo sobre tu nombramiento como presidente. Esto no puede ser mejor —dijo ensanchando su sonrisa.
Entorné los ojos—. ¿Cómo lo supo mi abuelo? Yo no se lo dije.
Él se encogió de hombros—. No lo sé.
«Ah, como sea», pensé creyendo que luego podría preguntarle—. Por cierto, Alexa tiene grandes habilidades para buscar información, le encargué que averigüe lo que pueda sobre Esteban, sin embargo, no encontró la gran cosa, al menos hasta ahora. Aunque una vez halló un artículo curioso de un periódico, trataba de un hombre que desvió fondos del hotel en el que trabajaba para financiar experimentos con niños, no sé si Esteban haya estado implicado.