Ojos Color Violeta.

Cap. 46: ¿Aceptas el trato?

Capítulo 46: Quien mejor guarda secretos, parte IX.

¿Aceptas el trato?

Era un sábado 17 de junio, Ale, Katia, Cristián y yo bajamos al laboratorio del señor Alan en el 2do piso subterráneo y esperamos a que él nos comunicara que la señora Arley había terminado de arreglar un poco su casa para dejar que nos teletransportáramos a ella. Cuando la señora Arley dijo que estaba lista, bajamos con el señor Alan al 3er piso subterráneo y entramos a la habitación en la que se encontraba la máquina teletransportadora, mientras que el señor Alan se dirigió a la habitación contigua en donde se encontraban los controles para encender la máquina.

Siempre había visto a la máquina teletransportadora desde una pantalla, así que esa era mi primera vez frente a ella. En realidad, no era muy llamativa y podía pasar desapercibida, era simplemente una pequeña plataforma de metal de forma circular, de unos 2 centímetros de altura, y un metro y medio de diámetro, había otra igual en la casa de la señora Arley en su habitación, la cual cubría con una gran alfombra peluda de color rojo.

Ale, Katia, Cristián y yo subimos a la máquina teletransportadora, bajé la mirada hacia el centro de la máquina y vi que había un botón que irradiaba una luz verde, Ale piso el botón y al instante todo a nuestro alrededor cambió, ya no estábamos en la habitación sin ventanas en la que estaba guardada la máquina del Centro de Investigación, estábamos en una pequeña habitación de paredes rosa pálido, con una cama, alfombra y cortinas de color rojo, y ahí en la cama, una pequeña y regordeta anciana nos esperaba.

El botón de la máquina teletransportadora de esa habitación permanecía verde cuando bajé la mirada para verlo, pero poco después se apagó, entonces bajamos de la máquina, y la señora Arley acomodó la alfombra roja para taparla.

—Alexander Mariátegui, Emanuel Gibson, Katia Ortega o Cristián Larethy, o los cuatro —dijo la señora Arley viéndonos fijamente luego de cubrir la máquina—. ¿Alguno de ustedes conoce a los Miraini?

Los cuatros intercambiamos miradas de desconcierto.

La señora Arley se encogió de hombros y volvió a sentarse en la orilla de su cama—. Parece que no. Nos les voy a quitar mucho tiempo. Los Miraini alguna vez fueron una importante familia adinerada, siempre se han dedicado a la adivinación, aquí en Mellón eran muy famosos. Creo que su momento de gloria debió ser hace unos 65 años, cuando Sasha Miraini aún era un niño y sus padres podían explotar su premonición a su antojo, pero al crecer, quiso convertirse en una persona normal y dejó de usar su poder para llenar los bolsillos de sus padres.

—¿Por qué nos está contando esto? —preguntó Ale.

Ella frunció el ceño por ser interrumpida—. Pues si me dejas terminar. Él y yo éramos buenos amigos, en algún punto quizás demasiado buenos, pero nos distanciamos un poco luego de que contrajera matrimonio con la señorita de la casa en la que yo trabajaba como sirvienta, Romina Hagelyn. Ni siquiera asistí a su funeral hace 11 años, pero hace unos días, la señora Romina enfermó y me mandó a buscar para que fuera a verla, fue inesperado porque pensé que. —Me miró de reojo.

Yo le sonreí y asentí, porque sabía bien que ella siempre se había sentido culpable con Romina Hagelyn por juguetear con Sasha Miraini, aunque a mi parecer, la señora Arley no jugueteaba en realidad, yo pienso que ella sí debió de quererlo, pero luego volvió a encontrarse con su primer amor, Ilhan Duarte, y pudo deshacerse de sus sentimientos por el señor Miraini, cayendo en un profundo amor por el señor Duarte.

—En fin, fui y hablé de muchas cosas con la señora Romina, y cuando ya estaba por irme, una chica idéntica a Sasha se paró frente a mí y me pidió que le dijera a Alexander Mariátegui, Emanuel Gibson, Katia Ortega o Cristián Larethy, o que se lo dijera a los cuatro, que, en 8 meses, justamente el sábado 10 de febrero a las —, revisó un papel arrugado en su mano—… 2:37 de la mañana, mandaran a algún miembro del EAI para que estuviera afuera de su casa, listo para ayudarla a escapar.

—Entonces, ¿esa chica puede predecir el futuro? —inquirí.

La señora Arley se encogió de hombros—. Se supone que Sasha fue el último Miraini en heredar el poder de predecir el futuro, pero yo tuve la impresión de que esa chica también podía hacerlo —, me tendió el papel arrugado donde estaba garabateada una dirección, una fecha y una hora—. No lo vayan a olvidar. Eso es todo, ya pueden irse.

—Espere, ¿y qué significa EAI? —preguntó Cristián.

Ella volvió a encogerse de hombros—. Ni idea.

Salimos de la casa de la señora Arley luego de eso, un auto azul oscuro nos esperaba afuera, teniendo como conductora a una hermosa chica de 19 años, aunque su apariencia era de unos 16, y siendo que Cristián era bastante alto y lucía un poco más maduro que un chico de 14, ciertamente, no se veían mal juntos, pues no se notaba mucho la diferencia de edad, pero igual me hacía mucho ruido su relación.

Tardamos 20 minutos en llegar al lugar en el que se llevaría a cabo la pelea de boxeo de Lucía Amser, por supuesto, para ese momento los boletos ya se habían agotado y no teníamos forma de entrar a mirar la pelea, además de que yo no tenía muchas ganas de entrar a un lugar en el que habría tantas personas juntas, que vomitaría tan pronto pusiera un pie dentro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.