Ojos Con Secretos

1. LIBRERÍA

–¡Buenos días!–saludó con entusiasmo la gamma, cuando llegó a la cocina en pijama. 

–Buenos días–responden al unísono mi papá y mi nana Ana, ella es una omega. Los lobos de los omegas tienen los ojos grises, al igual que los deltas. Ella siempre ha sido como una madre para mí, me ha amado, cuidado y ha estado en los momentos difíciles, donde necesitaba ese amor materno. 

–¿Quieres que te preparé el desayuno, mi niña?–me pregunta mi nana. 

–No, yo misma lo voy hacer. Gracias, nana–respondí, mientras sacaba los ingredientes del refrigerador. Creo que me voy hacer unos huevos revueltos con tocino y juego. Manos a la obra.

–Hija, ¿vas a ir a la librería hoy? ¿Pasaste la semana de prueba?–me preguntó mi papá con expectativa, al igual que mi nana. 

–Si, ya me contrataron. Mi horario es de lunes a viernes, desde las ocho de la mañana hasta el mediodía–explicó, mientras se sentaba a desayunar en la mesa luego de terminar de cocinar.

          

–¡Felicidades hija!–me dice mi padre mientras me da un fuerte abrazo, emanando mucha felicidad.

–¡Felicidades mi niña, gracias a la luna!–dice mi nana. Ella también huele a felicidad, cariño y amor. 

–Hija, estoy muy feliz por ti, porque tienes el trabajo que querías pero recuerda utilizar tu collar para ocultar tu esencia, por favor–recuerda papá con insistencia, él siempre es muy exigente con el tema del collar. Por lo mismo de siempre, mi poder. 

–Si papá, nunca me lo quito–dijo al mismo tiempo que mostraba el colgante en su cuello–Bueno, voy a subir a mi cuarto para alistarme e irme a trabajar–dijo cuándo terminó de desayunar. 

Subió a su recamara, donde se dio un rápido baño para no llegar tarde. Escogió un suerte blanco, unos jeans y zapatillas, algo básico y sencillo, ya que en su trabajo no tenía un uniforme determinado. Cuando terminó de arreglarse, bajó a la cocina para despedirse. 

–Hasta luego nana, ¿Dónde está mi papá?–preguntó al entrar allí. 

–Ya se fue al entrenamiento y a resolver un problema de seguridad en la frontera de la manada, cuídate. 

–Está bien, Adiós–dije antes de salir de la casa. Ese día, decidí caminar hacia el trabajo. La librería no estaba muy lejos de mi casa, eran unas siete cuadras de diferencia, no veía la necesidad de tomar un autobús, además así tomaba aire puro y fresco. Teníamos cerca de la manada un bosque espeso, lleno de árboles gigantes, perfecto y clásico para seres sobrenaturales.   

Cuando estaba al frente de la librería, esperando para cruzar la calle. Pude ver perfectamente como la Sra. María saludaba a los clientes con una enorme y cálida sonrisa(algo que me encanta de ella, es su servicio al cliente). Cuando entro al local suena la típica campanita, una de mis partes favoritas al trabajar aquí.

–¡Buenos días Sra. María!–saludo a su jefa, una delta muy cariñosa. Las deltas hembras tienen su esencia de lobo de pomelo rosa y ciruela.

–Buenos días Adara ¿cómo estás?–me saludó con una de sus sonrisas, tan características. 

–¡Super feliz de estar aquí!– respondió con una pequeña sonrisa, antes de dejar sus cosas en la oficina de la Sra. María–¿Cuál es mi área de trabajo del día de hoy?. 

La librería era pequeña, antigua, casi hogareña, solo tiene dos pisos pero en ella hay miles de libros desde cuentos infantiles hasta misterio, a pesar que es la única librería en la manada, está bien abastecida con todos los tipos de géneros literarios. Me encanta trabajar aquí porque puedo leer el libro que yo desee y además me fascina que lo conseguí por mis propios méritos y sin ayuda de mi padre por ser el alfa.

–Me alegro mucho niña, cómo trabajaste la semana pasada en la primera planta, hoy trabajarás en el  segundo piso en el área de historia ¿te parece?–indicó. 

–Si, perfecto–dije para luego caminar hacia la segunda planta al área que me indicó mi jefa. Cuando llegué allí, comencé a reordenar los libros en orden alfabético y limpiar el polvo a cada uno, igual que a las estanterías. Estaba por la mitad del estante, cuando me encontré un libro que decía: secretos de lobos. Y en letras pequeñas decía: escrito con anécdotas y relatos para ser la respuesta que necesitas. Wao que coincidencia, inmediatamente lo guarde en mi bolsa para poder continuar trabajando. Cuando terminé de limpiar los otros estantes, miré el reloj en mi teléfono y me di cuenta que ya eran las doce. Baje a la oficina para buscar mis cosas e irme a casa. 

–Sra. María ¿me podría prestar este libro? Por favor–pregunté al estar frente al mostrador. En donde estaba sentada la Sra. María, ella se queda normalmente hasta las tres de la tarde. 

–Si, no te preocupes, solo déjame ponerle el sello al libro. 

–Perfecto, muchas gracias. Hasta mañana–me despedí. 

–Hasta mañana Adara. 

De camino a casa, aprovecho y paso por la tienda del Sr. Pedro para comprar algunos productos de aseo personal que se me acabaron. 

–Buenas tardes Sr. Pedro ¿Cómo está?–saludé en la caja registradora del local con los productos que necesitaba en mis manos. 

–Buenas tardes. Bien mija, aquí chambeando. ¿Cómo te fue en tu nuevo empleo?. 

–Bien, usted sabe que la señora María es bien buena. 

–Me alegro mucho Ada, serían 400 pesos. 

–Tenga–dije luego de buscarlos en mi carterita–Quédese con el cambio. Hasta luego Sr. Pedro. 

–Adiós Princesita–dice con broma, siempre hace ese mini chiste. Porque según él, soy la princesa de la manada. 

–¡Ya no me diga así!–dije negando pero al mismo tiempo riéndome por dentro. 

Como el sol estaba un poquito fuerte, decidí tomar un taxi hacia mi casa. Al llegar a mi casa y abrir la puerta de la sala, escuché la voz de mi nana y mi papá en la cocina. Se me hizo extraño, ya que, mi papá siempre llega en la noche nunca a esta hora. 

–Hola ¿ya vas a comer mi niña? Hice macarrones con carne–dijo mi nana, apenas me vio entrar. 




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