Pasaron horas y yo no dejaba de pensar en Iván, tenía miedo de que no pudiera regresar a su estado normal. Él no se merecía esto más que cualquiera de nosotros. Me había parecido una persona genial y, de alguna manera, sentía algo por él, no sé si se podría llamar "estar enamorada" pero algo sentí.
Antonio no dejaba de revolverse en el sitio.
-Tengo que ir al baño urgentemente. -dijo.
Yo no dejaba de ver por la ventana que daba al pasillo del edificio.
-No puedes -dije sin apartar la cara de la ventana-. ¿O acaso quieres que te maten?
Palideció y se siguió quejando durante un buen rato.
-Pfff, mea por la ventana si es tan importante. -bromeé.
Y, para mí sorpresa, así lo hizo, me giré para ver a la gente y me lo vi ahí, meando por la ventana.
-¡Hey chaval! ¿Que haces? Era broma lo que te había dicho.
-Bueno pues ya es tarde. Estoy a mirad pis.
El chorro siguió callendo un buen rato, ersi que era cierto que era urgente, pero se paró de golpe. Antonio y su pis se habían topado con la mirada del dragón. Se paralizó, y cuando iba a subirse los calzoncillos de tropezó y se calló por la ventana, era bajito y tenía que subirse para llegar al marco y poder mear sin preocuparse de manchar nada. Calló en su meada, me entraron arcadas. El dragón creyó que era del piso de arriba, justo encima nuestra. Pero antes de verlo, se acercó a Antonio. Yo no iba ha hacer nada por impedirle que no se lo comiera, no podía pensar en otra cosa que la libertad de Iván, su familia seguro que le echa mucho de menos, en cambio, a los antiguos alumnos asesinados por el dragón, no tenían familia, y Antonio tampoco cambiaba las cosas, sus padres lo abandonaron en un olfanato y desde entonces vivía ahí, viniendo a clases.
No quería ver cómo jugaba con él y se lo comía, la situación ya me tenía al límite así que me acurruqué en el rincón y las lágrimas recorrieron mis mejillas, me agobiaba mucho esa situación.
Escuche como Antonio suplicaba de mi ayuda, no hice nada para evitar su destino... Escuche su último grito antes de ser estampado contra la pared, le sangraba la cabeza por la brecha, por culpa de las gafas, era un escenario espantoso, ni llegó a subirse los pantalones, un final horrible, con las partes al aire, media docena de huesos rotos por el golpe y engullido por un dragón. Me estremecí. Pero, al igual que a mí me costaba no hacer nada por los fallecidos, sé que a Iván también le costaba mucho no evitar que se comiera a la gente, era él el único que evitaba que el dragón se comiera a la gente.
El chico fue engullido en una milésima de segundo.
Matías me vió y se acercó. Se sentó junto a mi y me extendió los brazos por los hombros.
-No pasa nada, no es tu culpa, no sabemos por qué el dragón te obedece pero si no has evitado que se lo... Coma... Sería por una buena razón.-me apretó con el brazo.
-Sí, te puedo asegurar que era una muy buena razón, pero está situación me viene grande, Matías. Muy grande, y no puedo evitar que se coma a todo el mundo, por más que quiera. Estoy muy preocupada por lo que nos pueda pasar, yo puede que esté salvada, pero hay más de 500 alumnos en este centro, encerrados y no sabemos nada de ellos.-apolle la cabeza en su hombro.
-Seguro que mañana todo se habrá arreglado, los profesores ya lo habrán matado. No te preocupes y duerme un poco, te hace falta. Yo haré la guardia si quieres. Y despertaré si oigo el más mínimo ruido. -me sonrió.
-Gracias -me limité a decir.
Sin darme cuenta eran ya casi de noche, las 21:00 o por ahí. Quería dormir hasta las 8, como siempre, pero sabía que no iba a poder así que me dormí lo antes posible.
***
Me despertó la suave voz de Matías.
-Hey, Alexa, despierta, ya son las 7.
¡¿Las 7?! Con todo lo que teníamos que hacer no me creo que Matías no me levantara para dormir él un poco.
-¿Y tu? ¿Has dormido algo?
-No pude -me dijo- de vez en cuando me dan ataques de insomnio y esta noche ha sido una de ellas, el dragón también ha dormido, lo he oído a las 3 roncando.
-¿No estás cansado?
-No mucho, el nerviosismo me da energía. Lo raro es que vosotros hayáis podido dormir, por cierto, pareces un ángel cuando duermes -me dijo, sonriendo.
Me sonrojé. Decidí salir de la habitación, me había agobiado y sabía que Iván no iba a dejar que me comieran. Matías me dijo que era mejor no salir, que era peligroso, pero le prometí que en 10 minutos ya estaría de vuelta.