Olas azucaradas

Marea baja.

Sus palabras aún retumban en tu cabeza, todo parece haber sido un sueño lejano pero sabes bien que no es así, que esa sirena pelirroja esconde algo y debes averiguarlo, ella tiene que ver con tu pasado, lo presientes más no te a través a volver a pisar el mar, tampoco sabes dónde te encuentras, has caído desmayado por la pérdida de sangre segundos después de que ella te hablara por primera vez. Tus ojos aún se mantienen cerrados, puedes oír en la lejanía las olas del mar romper con brusquedad contra la tierra firme, tus oídos logran prestar atención a un dulce cantar, cercano pero débil, es triste, doloroso, la propietaria de aquella extraordinaria voz se está culpando de algo, te preguntas si eso tiene que ver contigo.

La sirena te conoce, sufre por el anterior ataque que has tenido por parte de sus hermanas, ella parece tener corazón, dudas incluso de que planee comerte, simplemente no puedes imaginarla haciendo tal acto de crueldad. Abres los ojos lentamente, los rayos del sol iluminan la cabaña donde te encuentras, desorientado te intentas sentar en esta, tu pierna te duele, la punzada es tal que reactiva el sangrado, te quejas y despiertas a la joven de melena pelirroja que dormía plácidamente en una silla apoyando su rostro sobre sus brazos en la cama.

Sus preciosos ojos jades te observan asustados, sus manos rápidamente toman tu pierna como acto reflejo y te ayuda a acomodarte, notas el cansancio en su rostro, la melancolía que siente te duele, penetra en lo más profundo de tu ser y anhelas abrazarla con fuerza, besar su frente más no puedes hacerlo, ¡No la conoces! ¿Por qué piensas tales cosas?

Recuerdas sus últimas palabras antes de desmayarte, ella sabe tu nombre, lo conoce tanto como tú sientes hacerlo con ella, la sirena lleva una de sus manos frías a tu frente y logra sobresaltarte, la observas ansioso e incluso aturdido, su perfecto cuerpo solo lleva un vestido sencillo que sobresalta el escote de sus perfectos y redondos pechos, notas entonces un lunar sobre este y debes desviar la mirada ruborizado ante tal atrevimiento.

— Oh, Daniel... Estaba muy asustada.

Su voz te vuelve loco, la joven acaricia ahora tu mejilla, su pálida mano te sorprende, es tan blanca como la nieve, notas leves pecas en su cuerpo, aquellas pecas encantadoras que te vuelven loco, entreabre sus carnosos y delicados labios al acercarse a ti sentándose en la cama ahora. Sus manos toman las suyas con pesar y melancolía. Las entrelaza y tú, cual tonto encantado por su belleza, solo puedes observarla atontado.

— Dione aún no me perdona, ¡Rompí nuestra promesa! Después de que tu... después de todo lo que sucedió he prometido no volver a la tierra, no buscarte más pero... Daniel no he podido soportarlo, te he buscado por años y, cuando al fin Poseidón escucha mis plegarias y me guía hacia ti... Dione te ahoga.

El rostro de la sirena rubia se refleja entonces en tu mente, no sabes como pero adivinas que ella es Dione, te sientes confundido, mareado, ¿De qué está hablando esta bella dama? Sientes tu estomago hecho un revoltijo de sentimientos, quieres vomitar más no lo haces, te apartas un poco de la joven asimilando sus palabras.

— ¿Quién... eres? —jadeas ante la pregunta que has hecho, la joven te mira decepcionada y aquello te duele en el alma, algo en tu interior te grita que la tomes de las mejillas y la beses, acaricies su pálida tez y beses aquellos carnosos labios salados que tanto esperaron por ti.

— Cierto, esta es una nueva vida para ti...—susurra dejándote confundido, la joven toma tus manos con delicadeza, sientes una extraña energía recorrerlos, ella los entrelaza con melancolía, sus manos son pequeñas a comparación de la tuya, sin embargo encajan a la perfección. —Mi nombre es... Coral.

— ¿Coral? Tú... eres una sirena.

Su nombre, por más loco y extraño que parezca, ya lo sabías, ella asiente unos mechones enrulados caen sobre su rostro y tienes el impulso de apartarlos, correrlos tras su oreja, te preguntas si este maravilloso encuentro había sido previsto por los dioses, si ella era un regalo enviado por Poseidón para ti.

— Sí, lo soy. Pero yo no soy como mis hermanas, no soy una asesina, ¡Joder debes de creerme! ¡Yo no quería atraerte de esta forma! ¡Nunca pensé que mi canto te traería nuevamente a mí! Daniel yo... yo jamás te haría daño.

Insiste, sus ojos jades se posan en los tuyos, contiene las lágrimas, está sufriendo por algo que no puede decirte, intenta no hablar de más, lo sabes. Aquel extraño sentimiento de conocerla crece poco a poco, su compañía no te incomoda, todo lo contrario, te agrada, te gusta la forma en la cual te trata. El deseo es mutuo, lo sientes, ella desea besarte tanto como tú a ella, ¿Qué está pasando? ¿Acaso has caído ante la seducción de esta sirena? Oh no, esto es algo mucho mayor que una simple seducción a causa de su melodía, esto es algo más profundo, un sentimiento dormido que ha despertado en cuanto ella te ha reencontrado.

— ¿Te conozco? —preguntas.

— Nos conocimos hace más de un siglo, Daniel.

 



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En el texto hay: piratas, sirenas, drama y romance

Editado: 28.10.2018

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