—Mmm, así que Carlos, ¿eh?— dijo mi padre con una sonrisa mientras me veía entrar a la cabaña.
—No empieces— me sonrojé.
—Estoy jugando, Ximena. Pero realmente es un buen chico.
—Lo sé, solo que una relación no es de mi interés ahora, lo sabes muy bien. Pero bueno, creo que ya sabes que mañana tendremos un entrenamiento en el Olimpo, ¿verdad?
—Si, Zeus nos comentó. Ya quiero verte.
—Estoy nerviosa, no me siento lista.
—Ya estás lista, desde que pasaste la prueba, lo estás. Y sé que tal vez derrotar un monstruo ahora no es lo ideal, pero tú eres más lista y más fuerte que cualquiera. Todo estará bien, Ximena. Yo estaré contigo.
Sus palabras, por más sencillas que pudieran parecer, significan mucho para mí, incluso me hicieron sentir con más confianza y más seguridad. Él estaría ahí, todo estará bien.
—Gracias, papá. Realmente son las palabras que necesitaba— le dí un abrazo.
El resto de la tarde la pasamos juntos. Platicamos, jugamos juegos de mesa e incluso vimos un maratón de "Friends". La ví por primera vez con mi madre cuando tenía 8 años y desde ese momento la amé.
Finalmente llegó la hora de dormir, los nervios se habían ido y ahora solo sentí emoción. Tal vez no era una misión real, pero aún así se sentía importante, y más con el hecho de que sería en el Olimpo.
Ya por la mañana, mi padre se había ido, así que me preparé para poder irme también. Me puse la armadura y los brazaletes, y llevé mi arco y flechas.
Al salir de la cabaña, Damián y Gisselle me estaban esperando.
—Buenos días— dijo Damián mientras bostezaba— ¿Cómo dormiste?
—Lo mismo te pregunto a tí. ¿Aunque sea dormiste?
—Se la pasó jugando videojuegos toda la noche. Ni siquiera fue capaz de bajar el volumen— contestó Gisselle malhumorada.
—Te hice un favor, ese mal humor nos ayudará a derrotar a la quimera.
—Eres un idiota— Gisselle le dió un golpe.
Nos dirigimos a la base del equipo para encontrarnos con los demás. Mientras caminábamos y platicábamos, Damián iba presumiendo que él solo podría ser capaz de derrotar a la quimera, la expresión de Gisselle me decía que no era así.
Finalmente llegamos, solamente faltaba Claudia, lo cuál era raro porque ella siempre era puntual. 5 minutos después la vimos llegar.
—Perdón, me quedé dormida. Un idiota estaba jugando videojuegos con el volumen al máximo— miró mal a Damián.
—Lo siento, no creí que se escuchara tanto— contestó Damián mientras se aguantaba la risa.
—Tranquila, aún tenemos tiempo— dijo Lina— ¿Quieres proponer alguna estrategia?
—Realmente es muy sencillo. Somos mayoría, simplemente podemos rodearla y que cada quien haga lo suyo; solo que, los que usan armas cuerpo a cuerpo, tiene que estarse moviendo, no pueden mantener la misma posición todo el tiempo. Ximena, tú y yo nos mantendremos a distancia, eres arquera, entonces eso será de muchísima ayuda. ¿Están de acuerdo?
—Me parece bien— dijo Carlos.
—¿Alguien quiere proponer algo?— preguntó Lina.
Nadie habló.
—Bien, si todo está claro, tomen una armadura los que todavía no tengan para poder irnos— terminó de decir Lina.
Ya con todo listo, nos dirigimos a una de las fogatas, las cuales, creó Hefesto con la finalidad de poder ir tanto al mundo de los mortales sin salir del refugio, así como también para subir al Olimpo.
Para poder aparecer en el lugar que deseábamos, solamente debíamos visualizar a dónde queríamos ir.
No era la primera vez que la usaba, pero nunca había ido al Olimpo. Me sentí realmente nerviosa por ver cómo sería todo ahí.
Finalmente llegamos, aparecimos cerca de una columna que coincidía perfectamente con la fogata que nos llevó. Observé todo, era como las tradicionales construcciones griegas antiguas. Las columnas, el techo, no tenía paredes, pero sí bardas de mármol de aproximadamente un metro de alto. A simple vista, solo se podía observar el cielo y algunas nubes, pero al asomarme se podían distinguir algunas cabañas del refugio, sobretodo las más altas, como la enfermería.
A lo lejos pude observar los asientos de los dioses, todos hechos de mármol y con algunas incrustaciones de oro. Busqué a mi padre y lo pude observar sentado muy tranquilo, pero con una enorme sonrisa dibujada en el rostro. Finalmente nos acercamos hacia ellos.
—Bienvenidos al Olimpo, guerreros— dijo Zeus levantándose de su asiento—. Primero que nada, quiero darle la bienvenida a su miembro más reciente. Ella es Ximena, hija de Hermes, quién tras concluir exitosamente con sus pruebas, se incorporó al equipo. Ahora, como sabrán, cada mes tienen que realizar un entrenamiento especial, en el cuál se pondrán a prueba las habilidades y capacidades que han ido obteniendo. Está vez, les toca la quimera. Mucha suerte, guerreros, ya pueden dirigirse al centro— terminó de decir Zeus.
—Ximena, antes de iniciar, toma esto— se acercó Lina—. Es una perla doble, te la manda Hefesto. Solo tirará en el piso y se creará un doble tuyo; no tiene conciencia como tal, pero imita tu estilo de pelea para confundir al enemigo. Puedes usarlo ahora, o cuando lo sientas realmente necesario.
Las tomé y simplemente las guardé.
—Gracias, la cuidaré bien— le sonreí.
Lina no dijo nada, simplemente se dió la vuelta y se colocó en un extremo del centro. No había nada más que unos escombros que podrían servir para protegerse, hasta que Zeus chasqueó los dedos. Poco a poco se fue materializando una quimera, la cuál soltó un rugido, y fue señal suficiente para saber que era momento de empezar.
—¡Ximena! usa tus flechas— gritó Claudia del otro lado del centro.
Me planté y disparé 3 flechas, una tras otra dándole en el lado derecho del cuerpo. La quimera soltó otro rugido y lanzó una bocanada de fuego que casi da con Lina y Gisselle.
Claudia utilizó sus dagas como distracción mientras que Carlos y Damián utilizaban sus armas para lastimar a la quimera, lo cual provocó aún más su furia arrojándolos a una de las columnas.
—Agh— se quejó Damián— ¿Estás bien?
—Si— asintió Carlos.
Volví a disparar mis flechas para intentar que Damián y Carlos se recuperen, pero eso solo ocasionó que fuera tras de mí. Gisselle le arrojó su lanza para tratar de llamar la atención, pero no funcionó, seguía concentrada en mí y cada vez se iba acercando más hasta que volvió a arrojar fuego. En ese momento recordé los brazaletes y se me ocurrió crear un escudo, lo cuál funcionó y evitó que me hiciera daño.
Claudia imitó la acción de Gisselle y le iba aventado todas sus dagas; pero parecía que la quimera se enamoró de mí porque ni con eso se me quitó de encima.
Sentí que el corazón se me iba a salir, estaba acorralada y los intentos de mis compañeros para llamar su atención fueron en vano, hasta que Lina fue corriendo a mi rescate.
Ella quedó en medio y extendió su espada dándole un corte diagonal que terminó atravesando la mitad de su cuerpo. En ese momento la quimera simplemente se desvaneció.
—¿Estás bien?— Lina estaba agitada.
—Ajá— contesté tratando de mantener la compostura.
Gisselle y Damián también se acercaron lo más pronto posible a ver cómo estaba.
—¿Estás bien? ¿Tienes algún rasguño?— Gisselle se volvió loca examinando que no tuviera nada.
—Si, tranquila, solo me tomó por sorpresa.
Por otro lado, Carlos y Claudia se mantuvieron apartados mientras hablaban, aparentemente ambos estaban preocupados por lo que había pasado.
—Todos lo hicieron bien— interrumpió Zeus—. Quiero felicitarlos por su dedicación y compromiso con el equipo. Lina, muchas felicidades por tu trabajo; veo que los estás entrenando muy bien.
—Gracias, Zeus, pero realmente Carlos también les ha ayudado bastante. Estuve ausente un par de semanas, entonces él se hizo cargo de todo. Creo que sería justo que también le agradezcas a él.
—Tú eres la cabeza del equipo, Lina. Si hay buenos resultados, es gracias a tí, si hay malos, es culpa tuya. Tal vez estuviste ausente, pero después de todo, es tu equipo. No quiero que me contradigas ¿De acuerdo?
—S-si— contestó Lina desconcertada.
Miré a Carlos y noté que simplemente bajó la cabeza, no dijo nada, pero en su rostro se podía notar que estaba herido. Sabía muy bien que Carlos solo estaba aquí para complacer a su padre, y podía sentir su frustración al ver que no era suficiente para él.
—Guerreros, pueden retirarse. Lina, asegúrate de que Ximena vaya a la enfermería— terminó de decir Zeus.
—Claro.
Nos paramos cerca de la columna por la que habíamos llegado y así regresamos al refugio.
—¿Quieres que te lleve a la enfermería?— preguntó Lina.
—No, tranquila, no quiero molestar.
—¿Segura? No me importa hac...
—Apártate Lina, eso nos toca a nosotros— dijo Damián poniéndose en medio de nosotras.
—Mis héroes— miré a Damián dando una pequeña risa.
—De acuerdo. Cuidenla mucho. Nosotros regresaremos a la cabaña— contestó Lina.