GINEBRA
Damon se había marchado y con su partida un aire tenso se había adueñado entre Ares y yo.
—Voy a llevarte a casa, deberías ir a ver a tu amigo antes de que lo lleven al hospital. — Ordenó el moreno, recordando a Jade, quien minutos antes habían llevado a la enfermería.
Asentí y camine dentro de la universidad, allí había una pequeña enfermería, pero el castaño parecía muy golpeado para que pudieran curarlo en la pequeña sala de enfermería, estaba segura que como Ares había dicho lo llevarían al hospital.
Minutos después, Ruth llegó al lugar preocupada, pero Jade ya estaba mejor y no sería necesario llevarlo al hospital, solo necesitaría pasar unas cuantas horas más en enfermería haciendo reposo y alguien que lo cuidara, a lo que mi hermana inmediatamente se ofreció, para que pudiera irme a dar un baño y contarle a mi tía lo que había sucedido.
— ¿Quieres que te lleve? — Preguntó Cassiel sentado en una vieja silla del lugar, a lo que negué rápidamente. — Ares... digo Aáron va a llevarme, él se ofreció, así que tranquilos, cuando termine vuelvo. — Respondí obteniendo una sonrisa de parte del novio de mi hermana y una mirada algo preocupada de Ruth.
Volví al estacionamiento, sintiendo el frío aire que golpeaba mi cuerpo, mire el cielo que se había puesto oscuro y parecía que pronto llovería. Lo que había pasado hoy me había dejado abrumada, todavía no podía entender lo que había sucedido.
A lo lejos vi a Ares, apoyado en el auto de Cassiel. —Sube. — Ordenó el moreno serio, abriendo la puerta del copiloto.
Subí sin emitir palabra, el parecía molesto y yo no tenía ganas de hablar de lo que había sucedido hoy. Tomó asiento a mi lado y prendió el motor del Torino. — Mírame. — Me dijo el, observándome con sus ojos fríos. Lo observe unos minutos, parecía enojado, o quizás solo quería decirme que era mejor ya no hablar. — ¿Estás bien Ginebra? — Preguntó sorprendiéndome, inmediatamente baje la mirada, no quería responder esa pregunta, porque después se volvería realidad. — No puedes seguir metiéndote en problemas rulos, eres pequeña en comparación a esos bestias con los que te metes en problemas, no conoces a Damon ni la mitad de lo que piensas, el puede causarte mucho dolor. — Aconsejó el tatuado mientras calentaba el motor por el frío, tomo mi mentón y volvió a chocar miradas conmigo. — Hoy fue muy peligroso Ginebra, si me necesitas solo puedes llamarme, no me perdonaría si algo te pasará —Mencionó cortando nuestro cruce de miradas e inmediatamente se corrigió. — eres la hermana de la novia de Cassiel y no soportaría verlos mal. — Susurró apoyando su brazo en el volante para poder apoyar luego su cabeza.
Lo observe unos segundos en silencio, desviando unos minutos mi vista hacía el frente. —Mi familia va a matarme. — Logré decir unos minutos después.
Él levantó su rostro para observarme, pero yo seguía mirando al frente. — No puedo creer que golpeé a Emma, es decir estuve realmente mal, ella es mi prima. —Recordé el incidente con mi prima. — Ginebra ella esta muy mal realmente, creo que quizás esto va a ayudarle para pisar tierra, eso espero porque no es mala chica, pero necesita ayuda urgente. —Comentó el moreno, tocándose su cabello.
Sus palabras hacía Emma me hacían sentir como si ellos dos ya se conocieran de antes, como si realmente tuvieran confianza, pero mi prima nunca dejaría que nadie le ayudara. — Hay gente que no quiere ser salvada Ares. — Comenté desviando mi mirada hacía el. — Esta bien, pero quiero que puedas prometerme algo. — Pidió, mientras yo apoyaba mi cabeza suavemente en el asiento, cerrando mis ojos unos segundos. —No vuelvas a meterte en problemas, o al menos no si no me encuentro cerca. — Susurró haciéndome mirarle. — No necesito que me cuides, agradezco que hoy me hayas salvado, pero créeme puedo sola, además ya no quiero meterte en problemas, creo que la próxima vez deberías dejar que me suceda lo que busco. — Respondí algo apenada por haberle causado alguna clase de problemas al moreno. — Intento Ginebra, intento no meterme a ayudarte o a salvarte, pero cuando estás en peligro y te veo ahí, no puedo, no puedo dejar que alguien te dañe. Es algo tonto, porque sé que recién te conozco, pero no podría dejar que algo malo te pasará. —Admitió mientras algo dentro de mí explotaba al escuchar aquellas palabras.
No sé en qué momento se me ocurrió, pero instintivamente mi corazón hizo que me acercará a él y lo abrazará, por un momento sus músculos se sentaron, pero fue lentamente relajándose, apoyando su cabeza en mi hombro y sus brazos me encerraron contra él. Por unos segundos así, sentí un poco de paz, por unos segundos me olvide del problema en el que me había metido, ambos parecíamos no querer soltarnos porque mantuvimos el silencio.