Olvídate del Pasado

✨Capítulo 24 ✨

Él estaba parado con la espalda en un árbol viejo y alejado del campamento. —¿Ahora te dedicas a espiarme? — Preguntó mirándome, a lo que negué sonriente mientras me acercaba. — Cassiel me dijo que tienes que irte hoy cuando lleguemos a la ciudad, directo a una pelea, solo quería verte antes. —Admití viendo como tiraba la colilla del cigarro lejos. — Si, de hecho no es aquí cerca, es en otra ciudad algo alejada de aquí, iré con mi hermano, hay cosas que debemos arreglar entre ambos y este viaje nos viene bien a ambos. — Respondió observándome. — Me alegra escuchar eso, bueno yo también tengo muchas cosas que hablar con Ruth y Jade, pasaremos unos días como antes. — Conté recordando viejos tiempos. — Jade me cae bien, te quiere mucho, me alegra que pasen más tiempo juntos, deben de tener muchas cosas que contarse. — Mencionó tocando mi rostro con sus grandes manos.

Sus palabras me sorprendieron, parecía sincero, no parecía molestarle Jade en lo más mínimo, parecía feliz con mi amistad con él, algo que me confundió, porque siempre que salía con alguien solía ponerse celoso por Jade. Sonreí inconscientemente.

—¿Por qué tan feliz? — Preguntó poniendo su mirada nuevamente sobre mis ojos. —Solo me alegra saber que al menos se llevan bien con Jade, no lo sé pensé que no te iba a agradar que seamos tan unidos. — Admití. — Ginebra, tú eres tu gente, yo vine después y sería incapaz de alejarte de ellos. — Dijo caminando, pero lo detuve unos segundos. —Será raro no verte estos días. — Comenté a su lado. — ¿Me estás diciendo que me vas a extrañar? — Preguntó sorprendido mientras sonreía. — Bastante. — Admití mordiéndome el labio.

Él se acerco, tomando mi cuello y atrayéndome velozmente hacía él, chocando nuestros labios con necesidad. No estaba segura porque deseaba tanto estar en un  cuarto a solas  con el nuevamente, pero necesitaba exactamente eso. El beso se volvió más cálido y más dulce, Ares terminó el beso, pero antes mordió suavemente mis labios por unos segundos.

—Te necesito de maneras que me asustan Ginebra. — Comentó el moreno, observándome. — No me asustan, vámonos al río, disfrutemos las últimas horas. — Propuse, haciéndolo reír. — ¿Estás segura de eso? ¿acá? ¿ahora? — Preguntó mirando el río a unos metros detrás de ambos. Asentí tomando su mano y guiándolo hacía el lugar.

Ares camino conmigo hacía el río, al llegar saqué mi remera y mi pantalón quedándome solo en ropa interior. Me tiré velozmente al río, mojándome con el agua fría del lugar. — ¿Estás segura de esto? — Preguntó arrodillándose para quedar casi a mi nivel, lo cual era imposible porque yo estaba sumergida en un río y él en la orilla de esté. — ¿Tienes miedo? — Pregunté sonriente, viéndolo sacarse la remera que tapaba todos sus enormes y exóticos tatuajes.

Dejo la remera, su celular y billetera lejos del río y se metió al agua, mirándome desde un extremo. — ¿Vienes o voy? — Preguntó, haciendo que me fuera acercando más y más a él.

Me acerqué, abrazándolo, poniendo una pierna a cada lado de su cintura, mientras con mis manos pasaba de tocar la calavera que tenía en su espalda tatuada, a tocar su cabello mojado. Ares tomo fuertemente mi cintura, apretándome contra él, haciéndome sentir su erección viril y debo decir que bastante bien proporcionado, pero me soltó de la cintura, para repartir besos en mi cuello, haciéndome soltar leves suspiros que no llegaban a ser gemidos, porque se quedaban ahogados en mi garganta.

Con mis piernas alrededor de su cintura, fui bajando muy lentamente su pantalón hacía abajo, haciéndolo sonreír. — ¿Está bien? — Pregunté escuchando su respiración agitada en mi cuello. —Si bajas así mi pantalón, ya no paremos por favor. — Mencionó entre cortado. —¿Estás seguro? — Pregunté mientras besaba su cuello, haciéndolo gemir suavemente. Su gemido era ronco y grave, lo que hizo excitarme aún más, es decir nunca había escuchado eso en un hombre.

Sus manos se pusieron sobre la parte inferior de mi ropa interior, bajándola suave, Me atrajo aún más a su cuerpo, puse mis piernas sobre su cintura nuevamente y comenzó a acercar nuestras dos uniones que parecían no podes más con nuestros intensivos juegos de seducción. Hacía ya casi dos años que no mantenía relaciones con alguien  y mis partes estaban apretadas. El puso su cabeza en mi centro, haciéndome gemir.

—Espera. — Dije haciendo que esté soltara el agarré suavemente, pensando que me había hecho algo. — ¿Y si me escuchan gemir? ¿qué van a decir? — Pregunté haciendo que su mirada se posara en mi y sonriera. — Tendrían suerte de escucharte gemir, tus gemidos me ponen mal. — Dijo haciéndome sonrojar. —Si no quieres seguir, podemos irnos, te hago algo de comer antes de irnos. — Sugirió a lo que sonreí picará.




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