Abbi se despertó. Instintivamente busco la manta que estaba hecha una bola en sus pies fruto de las numerosas vueltas que dio durante la noche. Estaba helada de frío. Además había dormido fatal por culpa de incidente del día anterior. Lo sucedido le estuvo persiguiendo durante toda la tarde, en parte por culpa de su hermana que no podía parar de burlarse de su metedura de pata. También en sus clases de verano de alemán y francés, a las que asistía para obtener puntos extras en su beca, entre los die, der, das y los je, nous, vous, aquel "Tú, prepárate" invadía sus pensamientos. Y encima en sueños se le apareció ese chico con aquella camiseta tan fea y el pelo revuelto anunciando que él era Henry Adler y debía obedecerle.
"Henry... ¿Por qué no tiene nombre coreano?" Se preguntó. Físicamente no había duda alguna de que lo era, al igual que Shin Woo y Sang Jae.
"Sang Jae" suspiró mientras se lo imaginaba sobre un corcel blanco trotando sobre una verde colina. Llevaba unos pantalones de montar ajustados y una camisa blanca sin abrochar. Ella lo esperaba en lo alto de la colina como la típica damisela en apuros, aguardando deseosa por él
Su vestido lleno de enaguas vibraba con la brisa y...
- ¡Abbiiiii!-el grito de su hermana, que provenía del piso de abajo, le saco de lo que le parecieron unas ridículas fantasías. Por que el incidente le martilleaba a cada segundo pero la imagen de aquel chico también. Logrando que su estomago se escogiera de una manera extraña. Por ello fue prudente y no le hablo de Sang Jae a Valeria. Hubiera sido cavarse una tumba de continuas insinuaciones y comentarios subidos de tono. Tampoco se lo mencionó a Itzel, su mejor amiga, durante su charla diaria ventana a ventana antes de irse a dormir. Ella era demasiado romántica y metería en su cabeza indicios de un posible romance que era obvio que jamás existiría.
Cuando bajó, Valeria estaba engullendo unos cereales mientras ojeaba una revista de cotilleo. Llevaba puesto un vestido morado con minúsculas flores blancas que reflejaba un aire de inocencia que su hermana realmente no tenía.
-Tienes que gritar tanto -Abbi golpeo con un dedo la revista y esta cayó al suelo.
-Te mereces uno de estos-Le hizo un gesto amenazante con el puño mientras la recogía-. No puedo molestarme en ir a tu cuarto a buscarte, tengo mucha prisa.
-Ya veo -señalo la revista-. Perdiendo el tiempo con líos amorosos a estas horas de la mañana, como si no tuvieras ya bastantes tu.
-Los de ellos tienen más glamour -metió la cabeza de nuevo en la revista. Un mechón de pelo estuvo a punto de caerle al tazón del desayuno- ¿Sabes quién está liado con esa cantante tan cursi?
-No me interesan la vida amorosa de nadie -se templo las manos con el calor que desprendía su taza de desayuno.
-Así te va -resopló-. No te interesan ni la tuya, por eso llegaras virgen al geriátrico.
- ¡Valeria Márquez Fernández, no le hables así a tu hermana! -la dulce pero imperativa voz de Sara, su madre, llego desde la cocina.
Al momento asomó la cabeza por la ventana que comunicaba la cocina y el salón. Llevaba un moño hecho sin mucho cuidado y ya se había maquillado los ojos con lápiz negro y un poco de rímel.
-Pensé que no ibas a levantarte hoy cariño, seguro que se te enfriaron las tostadas.
Abbi cogió una tostada y comprobó que efectivamente estaba fría, pero negó con la cabeza mientras la mojaba en su taza de Chat Noir. Aquella taza era un recuerdo del único viaje que había hecho en su vida. En el instituto lograron sacar el suficiente dinero para poder irse de viaje de fin de curso a Paris. Le encantó aquella ciudad, pero sobretodo le encantó la sensación que despertó en ella viajar, conocer otros países y culturas. Por eso decidió estudiar la carrera de turismo, poder dedicarse a ello y aprender idiomas. Abbi se veía en un futuro trabajando en una agencia organizando viajes de ensueño o de guía turístico por las calles de Roma.
- ¿Y papá? -Preguntó mientras escurría la tostada- ¿Lo mandaste a la compra?
-Hoy doblaba turno -contestó Valeria absorta en su lectura.
- ¿Otra vez? -replicó.
-Es temporada alta hija. Hoy llegaba un barco con un cargamento de descarga urgente y no estamos para decir que no al trabajo.
Sara salió de la cocina y dejo frente a Abbi un par de tostadas humeantes y blanditas, ella se sentó a su lado con un café entre las manos.
-No debería excederse. Últimamente parece no encontrarse en plena forma. Dice que le duele mucho la cabeza... -Abbi hizo una pausa para masticar-... y encima se niega a ir al médico.
-Ya sabes lo cabezota que es -su hermana dejo la revista sobre la mesa y apurando su vaso se levanto-. Bueno, desearme suerte, tengo una entrevista en Textiles Marco.
Valeria no quiso acudir a la universidad, en su lugar opto por una escuela de moda. Desde que su abuela la enseño a hacer ganchillo para conseguir que se estuviera quieta más de dos minutos, su amor por la aguja había crecido día a día. Soñaba con convertirse en una diseñadora de renombre y que sus diseños se lucieran en las pasarelas más famosas del mundo.