Seguían pasmados por lo que acababa de pasar. Habían salido por la puerta que Mal les había dicho que era por la que habían entrado, pero el estado de shock de ver como el portal causado de una magia tan peligrosa se llevaba a cinco adolescentes sin saber que sería de su destino.
Bella, Bestia junto con el Hada Madrina, caminaban con pasos lentos hacia el exterior de la cueva, alumbrados por la luz mágica que salía de la punta de la varita que la mujer vestida de azul pálido sostenía en lo alto, para dar un poco de visibilidad y evitar tropezarse con cualquier cosa.
En esos momentos no importaba si los villanos de la Isla de los Perdidos se daban cuenta de su presencia (la verdad es que todavía era de noche), lo único que estaba en su mente era el recuerdo de todo el desastre que se había desatado en la Falla. Las palabras del Hada Madrina, que revelaban que el poder de Mal había sido lo suficientemente fuerte como para alterar aquel tipo de magia que era más antigua que la propia mujer convertidora de ratones a corceles.
—¿Qué vamos hacer? — preguntó Bella, se veía tan nerviosa y asustada… su esposo no la había visto así desde el día que la conoció, cuando encerró a su padre y todavía tenía la apariencia de aquella horrenda bestia.
—No lo sé, querida— respondió el hombre que las acompañaba, realmente él también estaba preocupado y nervioso. No solo por su hijo, sino que también por los cuatro chicos villanos—. No sabemos a donde los llevó ese portal, o si quiera si nos recuerdan.
—La verdad es que dudo que sus recuerdos hayan sido borrados— reveló el Hada Madrina—. Estoy segura, las palabras de Mal para crear el hechizo y… la forma en que ese portal reacciono. Ella debió haber intervenido para que sus recuerdos se mantuvieran intactos, o al menos que no terminaran creyendo que tenían una vida diferente.
—¿Crees que nos recuerdan? — pregunto Bella esperanzada.
—Tal vez sí o tal vez no. Quizá olvidaron Auradon, pero… ellos saben que no pertenecen a ese lugar a dónde sea que hayan sido enviados. Puede que no hayan perdidos sus recuerdos, solo… se encuentran borrosos.
—Entonces el poder de Mal ayudó en algo— contestó el antiguo rey del reino, observándola.
—Es a lo que le tengo miedo— reveló la mujer de azul pálido, mientras caminaban por la Playa de los Duendes sin tener una idea fija de a dónde tenían que ir, no sabían qué hacer—. Mal, por el simple hecho de ser hija de Maléfica, es poderosa. Pero jamás pensé que ese poder podría superar en fuerza a… una magia que literalmente existe desde el comienzo de los universos.
—¿Cree que eso es un peligro? ¿Cree que eso orillaría a Mal a… volver a hacer el mal? — preguntó Bella, sin creer que el Hada Madrina realmente creyera eso.
Al igual que ella, la mujer siempre había creído en lo mejor de las personas, la ayuda que le había brindado a Cenicienta no fue para que se pudiera casar con el príncipe, fue para demostrarle que ella podía ser mejor, ella tenía que luchar por sus sueños y enfrentarse a aquellos que solo los intrincaban. Lo demostró también cuando acepto el plan de su hijo de traer a cuatro hijos de los villanos más peligrosos de la historia y darles Clases de Bondad para que se pudieran adaptar a las reglas de Auradon.
Realmente se veía dudosa de lo mucho que había avanzado Mal.
—No lo sé, la verdad es que no lo creo. Pero eso no importa… todo el tiempo he pensado que la magia, si bien se puede considerar una bendición, también es la causante de que muchos de los que están en esta isla se encuentre pagando su condena. Todos por un mismo propósito… el poder— el Hada Madrina miró a su alrededor—. Mal vivió mucho tiempo sin él, sin conocer la magia de cerca. No creo que se vuelva a hacer malvada, pero en algún punto y si no saber usar su poder, éste podría salirse totalmente de control y las cosas realmente se pondrán feas.
—Hada Madrina, no se preocupe— ahora fue la voz del rey quien habló—. Mal nunca tuvo a alguien que viera por ella realmente, pero ahora nos tiene a nosotros, a nuestro hijo, a sus amigos y a usted. Sabremos guiarla para que tome el camino correcto.
—Pero por ahora eso no importa— dijo Bella finalmente—. Mientras los chicos estén desaparecidos, no podremos ayudarlos si no sabemos dónde se encuentren.
—Sea donde sea, estoy seguro de que están bien. Pero tenemos que encontrar una manera de traerlos de regreso— contestó el hombre.
—Majestades— dijo el Hada Madrina—. Les recuerdo que su hijo, el rey, no está. Tendrán que volver a sus roles de soberanos en lo que regresa, Auradon necesita que alguien los dirija, sobre todo en estos tiempos de crisis.
—¿Cómo le diremos esto al pueblo? — preguntó Bella.
—¿Cómo se lo diremos al Consejo de los Segundones? — fue el turno de su esposo—. Casi entran en pánico cuando se enteraron del posible escape del Dr. Facilier, si eso llegará a pasar, todo el reino también se asustaría y el caos reinaría.
—Eso no lo podemos permitir— dijo el Hada Madrina, mirando a los dos hombres—. El asunto de Facilier lo resolveremos luego, ahora tenemos cosas que hacer. Su Majestad— se dirigió al hombre—. Estoy segura de que encontrara una manera de poder solucionar todos nuestros problemas.
—De acuerdo— el hombre pensó—, está bien, tomaré de nuevo el rol de rey temporal, de nada servirá escondérselo al Consejo de los Segundones, pero tenemos que asegurarnos de que no vayan a divulgar la noticia, hay que dejarlo muy claro. Mientras que… tendremos que decir que Ben y Mal fueron de viaje al reino más lejano de Auradon…