El timbre de casa sonó sacándome de mi hermoso letargo. Y maldecí para mis adentros a la persona que osó despertarme.
Tomé la bata que estaba en el piso y la puse sobre mi cuerpo para cubrir mi pijama de “Hello Kitty”.
-Lindas calcetines-dijo Jack al ver que tenían gatitos en ellos.
-No te pregunté.
-Asi tratas al amor de tu vida?-hizo un mohín.
-Dejaste de serlo hace mucho tiempo, ahora solo eres un incordio.
-Me encanta que tengas esa percepción de mí.
-No podría ser de otra forma. Qué haces aquí?
-Vengo ayudarte a empacar.Por si no sabes salimos esta tarde.
-Puedo llevar a mi perro , verdad?
-No te separaría de él, no soy tan maldito.
-Me alegra escuchar eso.Bueno puedes empeza a juntar las cosas de aquí, en el patio hay cajas-señalé la puerta-Yo haré lo mismo en mi dormitorio.
-Que maleducada eres, no me dejarás pasar a tu habitación.
-Lo hice una vez y ya sabes como terminó eso.Dos palabras te tengo como respuesta: ni sueñes.
-Está bien,me pondré manos a la obra.
Tres horas pasaron y ya teníamos todo guardado y listo para ser trasladado .
-Tu te encargarás de pagar esto, verdad?
-Yo me comprometí a hacerlo, yo lo haré, no te preocupes.
-Bien , busca a Milo y vamos.
Salí al patio para meter en su canil a mi perrito y terminar de una vez con esto.
-Listo?-preguntó cargando mi bolso.
-Quien diría que los caballeros han muerto.
-No me tientes , Grace.
-No me digas Grace.
-Oblígame.
-Agradece que estamos con el tiempo justo.
-O si no?
-Digamos que mi pierna terminaría entre esos que tu tienes entre las tuyas.
-Que agresiva.
-Nos vamos o qué?
A esta altura mi nível de fastidio estaba por las nubes.
-Vamos, despídete de tu vida Chloe, comenzarás otra nueva.Conmigo.
-Justo lo que había soñado-respondí mientras cerraba la puerta de mi departamento por última vez.
El viaje fue relativamente corto o ya estaba demasiado acostumbrada a viajar en avión, pero lo disfrute.
Cuando pusimos un pie en el aeropuerto, Jack posó un brazo sobre mis hombros.
-Huele esto-dijo con una sonrisa-Se siente como casa.Di hola Canadá.
-Hola Canadá-murmuré casi en un susurro.
-Más fuerte Aiden, tienes que convencerte a ti misma que lo quieres, que quieres estar aquí.
-Hola Canadá-repetí esta vez más fuerte.
Pero no tan convencida como el esperaba que lo estaba, porque la verdad no estaba 100% segura de que quisiera estar aquí, ya era demasiado tarde.