Era de noche, y viajaba en la parte trasera de una camioneta. Levanté mi mirada hacia al cielo, observando las estrellas como de pronto unas estaban juntas y luego se iban esparciendo quedando separadas. Y pensé que es como el amor, que al principio todo es miel, besos y promesas, pero con el tiempo aquella magia se va desapareciendo, y de un momento a otro no hay nada, todo queda a kilómetros de distancia, si decirse ya ni un “hola” ni un “¿Cómo estás?”, quedando como dos completos desconocidos que alguna vez fueron todo.
-Pareces una tonta viendo hacia arriba ¿en qué tanto piensas? ¿otra vez en tus metáforas cursis o en la inmortalidad del cangrejo? -dijo mi prima riéndose de mí.
-Cállate Paula, sabes que de cualquier cosa que veo siempre se me ocurre algo, no lo puedo evitar.
-Lo siento, se me olvida que eres una romántica sin remedio.
-Y tu una tonta sin imaginación.
Llegamos a un pequeño vecindario que para mí era muy grande pero sus habitantes lo denominaban pequeño porque todos se conocían entre sí.
Mis tíos siempre asistían a un grupo de rehabilitación emocional y neuróticos anónimos, mientras que mis primas y yo solo asistíamos por la comida que daban al final de cada reunión, de verdad sonaba muy feo, pero al menos ninguna de nosotras requería rehabilitación emocional o éramos neuróticas.
Como siempre, nos quedamos afuera con todos los niños que estaban jugando con globos, esperando pacientemente a que la reunión terminara para irnos.
No llevaba como 10 minutos y me había llegado un mensaje de Anthony. Él era alguien que no sabía que iba a ser algo fugaz en mi vida, pero disfrutaba el juego de la conquista y de quererlo, gratamente vivía cerca del vecindario.
•Tienes un mensaje•
Anthony: ¿Qué haces?
Marina: Estoy en una reunión para neuróticos, sálvame.
Anthony: ¿En qué parte estas?
Marina: Como a dos cuadras de la cancha de fútbol.
Anthony: ¿Viniste al grupo con tus tíos cierto? Que chica mala saliste, te vas a escapar. Yo no conocía a una Marina así.
Podía ver su sonrisa traviesa al otro lado de la pantalla.
Marina: Esto termina en 4 horas, cállate y mejor venme a buscar.
Anthony: Llego en 10 minutos. Te veo en la cancha.
Quería verlo, la última vez que nos habíamos visto había sido en el colegio antes de salir de vacaciones. Estábamos a mitad de diciembre y regresábamos a clases a principios de enero, de verdad necesitaba verlo.
-Paula… tengo que pedirte un favor, es sobre Anthony, necesito que…
Paula ni siquiera me dejo terminar porque ya sabía a qué iba.
- ¿Te vas a escapar verdad? Está bien, te cubriré, solo no te distraigas mucho y revisa mucho la hora, si esto termina antes o se extiende más de la eternidad prevista te mando un mensaje ¿Vale? Ten cuidado, por favor no quiero que caiga en mi conciencia que te maten o algo.
-Que linda, te prometo que nadie me matara. Gracias te quiero. –dije aventándole besos mientras caminaba hacia la calle en dirección al campo.
Decidí a caminar dos calles oscuras para llegar a la cancha de fútbol para ver a Anthony. Cuando llegue, él ya estaba ahí, me brindo una sonrisa desde la distancia y empezó a caminar hacia mí.
-Hola. -me saludó dándome un abrazo fuerte que sentí que necesitaba.
-Hola. - le contesté un poco tímida. La realidad era que por mensaje podíamos hablar de cualquier tontería loca e insensata, pero cuándo estaba con él en persona era otra cosa, realmente me ponía a temblar. Me ponía muy nerviosa que me hacía sudar frío. Paula me decía que era porque estaba enamorada, claro, enamorada, me preguntaba si así se sentía estar enamorada
- ¿Qué quieres hacer? - me preguntó dándome un pequeño empujoncito.
-Oye, no sé, vengo un poco neurótica, ya sabes ¿quieres una plática emocional con los pasos del perdón? -Anthony volteo a verme arrugando su nariz lo cual me hizo reír. - mejor sorpréndeme.
-Está bien, tengo una idea perfecta. - dijo agarrándome de la mano, y sentí como mi corazón se aceleraba de tanto solo tener contacto con él. - ¡Corre Marina!
Corrí con el hacia un viejo parque que había en el vecindario, podría decir casi abandonado porque los niños casi no iban, aunque estuviera bien cuidado, aunque bueno era de noche ¿Quién rayos iba a ir a un parque viejo a mitad de la noche? Nadie en su sano juicio, bueno, nosotros estábamos ahí.
-Te he traído para patear duendes. - soltó emocionado abriendo sus brazos.
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Editado: 08.02.2021