Opal & Rose: Cyan's Twin // #o&r3

Capítulo VI

  El dúo se despidió de sus amigos, abandonando ese lugar en poco tiempo. Aquellos tampoco se quedarían ahí mucho más, pronto llevarían a Venus hacia su casa para que se instalara, y poco a poco fuese tomando costumbre de lo que sería su nueva vida. Acondicionaron una habitación exclusivamente para ella, decorándola a su gusto y dedicando un estante entero para que llenara de fotos con sus padres. Tratarían de darle sus libertades al principio, para que no se viera presionada, pero no creyeron tener problemas, y no los tuvieron, ya que Venus era una muy buena niña. Estaba cerca ya de cumplir los doce años, aunque pareciera mucho menor, y no les causaría ningún tipo de molestia. La jovencita, aunque le tomara algo de tiempo, podría llegar a acostumbrarse. Ya bastante lejos de allí, acercándose a la entrada del bosque en donde Ámbar había pasado la noche, Rose y Rapha se preguntaban dónde estaría Opal. Al estar ya con su ave gigante, notaron que tras ella se encontraba la gemela faltante.

—¿Qué hace?

—Creo que ya sé. —Rose rió, acercándose a Ámbar para aproximarse más a su hermana. Opal estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el ala superior derecha de su mascota. La morocha creyó, sin equivocarse, que su hermana hablaba con alguien. Entonces se recostó sobre el lomo de su ave, quedando detrás de Opal.

—¿Esa es Rose? —dijo el chico, o su holograma.

—¿Van a decirme que están hablando desde hace... ¡seis horas!?

  Su gemela se volteó precipitadamente al oírla, entre sorprendida por su aparición repentina, escandalizada por sus gritos, y apenada porque sí, tenía razón.

—¡Maldita sea, Rose! Me asustaste, víbora rastrera...

—Sí, sí, suelten la sopa. ¿De qué demonios hablan por tanto tiempo?

—Si me esperas cinco minutos, te respondo en persona —acotó Derek, haciendo que ambas chicas lo miraran curiosamente, como si ninguna creyera lo que decía. Él sonrió ampliamente, guiñándole un ojo a las chicas (o solo a una de ellas) para luego cortar la transmisión.

  Cuando esto pasó, la gemela de tonos más claros se giró por completo hacia su hermana, mirándola con cierto reclamo en la mirada. Por su parte, Rose sonreía de forma perversa. Entonces, para molestarla aún más, le guiñó un ojo así como su amigo lo había hecho segundos antes, provocando que Opal se quitara un zapato para aventárselo. Las risas exageradas de la gemela con tonos más oscuros terminaron de llamarle la atención a Raphael, quien se les aproximó. Ámbar parecía ajena a todo, ya acostumbrada a que usaran sus alas de respaldo o su lomo de cama.

—¿Qué pasa con ustedes? —preguntó con gracia el muchacho, viendo a su madre reír a carcajadas y el gesto fastidiado de su tía, a quien se le notaba un pequeño rubor sobre las mejillas—. Vuelven a actuar como si tuvieran quince años.

—No recuerdo jamás haber tenido quince años. —Opal giró los ojos resollando, a la vez que se cruzaba de brazos. De esta forma hizo reír levemente a Raphael.

—Oh vamos, cariño, si fuese él quien te lo dijera...

  Su gemela estuvo a punto de mirarla mal, pero entonces las dos sintieron un fuerte escalofrío recorrerles la espalda. Uno similar al que había sentido un día antes, cambiándole el gesto a ambas.

  Cuando reaccionaron, las dos dirigieron sus miradas velozmente hacia un punto cualquiera en el cielo, provocando que Rapha también viera en esa dirección, bastante más confundido. Entonces, una nave se hizo visible en ese mismo punto, dando una importante pista de la precisión que sus sentidos tenían. Este objeto volador atravesó rápidamente la atmósfera, descendiendo a gran velocidad. Ámbar rodeó a sus dueños dos de sus alas en señal de protección, pero esto no les impidió ver eso que se aproximaba. Cuando estuvo más cerca, pudieron reconocer esa nave como la que les fue robada once años atrás, alterando notablemente a Raphael. Aunque esta ocasión fue distinta de la última vez en que creyó posible ver de nuevo a su ladrón, esta vez no se hallaba para nada emocionado, sino todo lo contrario. Cuando pensaron que esa nave se estrellaría contra el suelo, al igual que la de Milo, su piloto bajó precipitadamente la velocidad, generando un lento y delicado descenso.

—Estamos todos de acuerdo en que es nuestra nave, ¿no? —susurró Opal, sabiendo que sería oída por sus cercanos. Rapha asintió, al igual que Rose unos segundos después.

—Pero no creo que él  la esté conduciendo...

—Buen punto —agregó su hijo.

  Entonces aterrizó, apenas unos diez metros adelante. Al entrar en contacto con el suelo, una plataforma comenzó a suspenderse para unir este con la puerta. Luego se separaron ambas hojas que la conformaban, dejando a la luz su interior. Ya en ese punto, los habitantes de aquel sitio no sabían qué pensar. Una silueta se ubicó en medio del rango visual que la abertura permitía a las gemelas y su heredero, la cual tardó unos segundos en aclararse. Los pantalones sueltos, pero ajustados en los tobillos y la cintura; el cinturón con varios compartimientos en los que meter cualquier cosa pequeña y el chaleco de cuero repleto de correas, con apenas un cuarto de manga en su camiseta debajo de esta, dejando ver unos fuertes y marcados brazos, sin llegar a ser demasiado grandes, todo en tonos negros y plateados; ese estilo por sí mismo parecía decirte todo lo que debieras saber respecto a quién lo vestía. Entonces el sujeto sonreía, llevaba además unos borcegos con apariencia militar y lentes oscuros cubriendo sus ojos. Dio un par de pasos bajando por la rampa, acercándose a ellos. Una de las gemelas, la de tonos blancuzcos, también se acercó, luego fue seguida por los dos restantes aun cuando ellos mantuvieran uno o dos metros de distancia. Al estar frente a frente con esa chica, él se quitó los lentes, guardándolos con un mismo movimiento dentro de algún bolsillo entre los tantos que tenía. Era Derek, quien veía sonriente a Opal.




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