Opal & Rose: The Lost Child // #o&r2

Capítulo IX

  Cada quien se puso en marcha. Nathan corrió hacia su yerno, como se le había pedido, y procuró desatarlo. Cuando los soldados lo vieron e intentaron detenerle, fue que Derek y Opal se pusieron en acción. Entonces le permitieron irse de allí con el chico en brazos mientras ellos se enfrentaban a los soldados de Meyder. Llevó al muchacho fuera de esa habitación, donde Rose y Liam terminaban de dejar inconscientes a sus contrincantes. Se acercó a ella, extendiendo en sus brazos al peli-rosado sin que llegara a reaccionar, y volvió donde los demás luchaban tras darle un corto beso en la mejilla. El muchacho río al ver la expresión tan confusa de la chica. Entonces ella comprendió la situación, luego de un rato, y tras sacudir ligeramente la cabeza se giró hacia el chico rubio. Ambos se encargaron de poner al niño dormido a salvo, algo lejos de la lucha, e intentar que despertara.

—¿Crees poder hacerlo?

—Eso espero, aunque la confusión podría hacerle daño… —respondió Rose acariciando el cabello fucsia de aquel joven.

  Entonces, mientras lo hacía, halló una cicatriz en la parte izquierda de su cabeza, donde tenía el cabello casi rapado. El resto del pelo lo tenía echado hacia el lado derecho, donde ella descubrió, tras quitarlo de ahí, que tenía una oreja felina. Recordó entonces lo que vio en mente de Raphael, el que su pareja fuera un mutante, híbrido entre su especie y otro animal de ese mundo. Le inquietaba tanto saber qué había ocurrido con él, que decidió nuevamente revisar sus recuerdos. Mientras ella hacía eso, Liam arrastraba lejos los cuerpos fuera de juego de sus previos escoltas, y se detuvo a vigilar dando tiempo a que Rose hiciera lo suyo. Por otro lado, Opal y Derek le quitaban de encima a su sobrino cada soldado que quisiera intervenir, Dony no parecía querer detenerse hasta ver al Coronel totalmente inconsciente, o muerto inclusive. El alboroto alertó al resto de soldados, quienes tras ser advertidos por alguno de los presentes, comenzaron a llegar pronto a la escena. Por ende, la ayuda de Nathan no fue mal recibida. Se encontraron luchando cuerpo a cuerpo con un ejército entero. Entre los gritos y quejidos adoloridos de sus rivales, comenzaron a oírse las súplicas desesperadas de Meyder, en busca de cierta mínima esperanza, rogando por piedad. Por alguna razón, estos gritos llegaron a una parte sensible en el interior de Rapha, logrando que este reaccionara. Se detuvo, de esta manera, con el puño a varios centímetros de su rostro. Lo observó, sus nudillos llenos de sangre, la expresión temerosa de quien tenía debajo, la bondad en el fondo de su ser le pedía parar, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir. Sus cabellos comenzaron a teñirse de rubio, lentamente cambió el color de su piel, sus ojos, sus ropas. Incluso su expresión cambió, denotando falta de interés, posiblemente. Comprendió que era absurdo seguir con esa golpiza, el sujeto sonrió lleno de dificultad en su adolorida expresión.

—G-gracias, gracias por tu mi… sericordia

—Cierra la boca, de todas formas no sales vivo de esta. —Cuando la curva en su boca se enderezó, mostrando una mezcla entre duda y temor, Raphael le dio un último golpe, dejándolo fuera de juego.

  Sin desprender esa mirada del cuerpo, llena de decepción y algo más, Rapha nombró a su tía, luego a su tío, y, por último, dijo el nombre de su padre. Ellos se tomaron un segundo para mirarlo mientras se defendían del ataque ajeno.

—A la de tres corran, yo cerraré la puerta y nos vamos de aquí.

—¿Qué hacemos con ellos? —preguntó Nathan, liberado momentáneamente de la batalla.

  Su sobrino alzó la mirada, viendo a Rose, a Zay. Sus ojos se cerraron unos segundos, luego soltó con lentitud algo de aire por la nariz. Al abrirlos nuevamente, se vio en él más que un hombre decidido.

—¿Tienen algo inflamable?

  Los tres volvieron a observarle, su espalda, notando entonces el cambio de apariencia y humor que había sufrido segundos atrás.

—¿Listo? —mencionó, varios contestaron afirmativamente. —Uno… Dos…

Primero, se quitaron a los soldados de encima, Dony se puso de pie. Al segundo punto de su conteo comenzaron a prepararse para correr, él sujetó con una mano el control que antes perdió Meyder.

—Tres.

  Y presionó el botón. Todos corrieron del lado externo, saliendo de la sala a tiempo para no quedar encerrados. Dos o tres integrantes de ese ejercicio lograron salir también, pero no les fue difícil deshacerse de ellos. Momentos más tarde la puerta estaba nuevamente cerrada y tardarían algo de tiempo en llegar más molestias hacia ellos sin esa entrada.

—¿Ahora qué, señor? —preguntó Opal, sonriendo por el inminente éxito de su misión, Raphael lo pensó un poco. Al dirigir la vista hacia su pareja recordó algo más.

—Tienen a mi cuñada, su hermana, aquí dentro. Iré por ella. —Giró el cuerpo hacia su madre, ella apenas salía de un trance en el que entró para ver la mente de Zay—. En cuanto despierte, me llaman.

—Vamos contigo —dijo, de sus tíos, el de cabellos oscuros, colocando su brazo derecho sobre los hombros de Opal—. Después de todo, hacemos buen equipo.

—Bien, los demás…

  Se detuvo, tal vez a pensar. Su familia lo veía atentamente, expectantes, orgullosos, esperando seguir sus órdenes sin intenciones de ponerlo en duda. Una leve sonrisa ocupó su rostro al notar un apoyo para él desconocido, hasta ese momento.




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