Order Volumen 3

I: Quien charla con las tumbas acto 1

No sabría describir la primera vez que lo vi.

Solo descendió del cielo como un ángel.

Pero lo único que trajo fue muerte a su alrededor.

Sus ojos carecían de vida o de propósito.

Era un muerto en vida, que convertía la vida a su alrededor en muerte.

—testimonio 082050.

Existe una expresión: “cuando una persona está a punto de morir, ve su vida pasar frente a sus ojos”.

Se dice que son los fragmentos de nuestra alma desapareciendo ante nuestros ojos, aquellos capaces de verlos son quienes vivieron una vida feliz y placentera, una vida digna de preservar, brillante, hermosa y a la vez frágil.

Pero aquellos quienes vivieron vidas desagradables, vidas que no sólo no son dignas de ser vividas, si no que no se las desearías ni a tu peor enemigo, a la hora de morir pueden ver sus errores, repitiéndose como una película vieja en su cabeza hasta el alivio del último aliento.

Año 2058...

En una habitación de hospital una silueta se deja ver desde el exterior, una joven de cabellos plateados yace sentada en la cama mirando hacia una ventana.

Detrás de ella al otro extremo de un largo pasillo, un joven de cabellos negros y ojos verdes, es capaz de vislumbrarla, una parte de él quería llamar su atención, pero el no deseaba ser visto en su estado actual.

Actualmente se encontraba rodeado por oficiales de la ley, sus manos estaban esposadas y había manchas de sangre cubriendo su rostro.

Una parte de el se imaginaba lo que pudo haberle dicho…

—No quería que te enteraras de esta forma —espeta con mucha pena —Fue un viaje muy divertido, no quería que llegara a su fin de esta forma, pero...

—¿Eso es todo lo que dirás? —pregunta la joven —de verdad hice mi mejor esfuerzo para entenderte, pero siempre te alejabas, simplemente es exasperante.

—Comprendo —responde el joven.

—Desde el principio, estar contigo había sido una montaña rusa, me impulsaste a hacer cosas que nunca hubiese vislumbrado, y todo eso… todo eso nos trajo aquí —expone la joven.

—Eso solo te lastimo, y no solo en esta ocasión, siempre te veo llena de heridas, desde que te conozco, no, desde que me conoces —aclama el joven —Quizás, este resultado siempre había sido inevitable, realmente yo… nunca quise esto.

—Quizás… deberías irte —exclama la joven —Lamento no haberte ayudado a encontrar lo que buscabas AJ.

Fuera de la habitación dos oficiales uniformados, toman al joven de los brazos, para escoltarlo hasta el exterior bruscamente.

Este no se imagina con el valor de entrar a la habitación, sabe el daño que le hizo a ella y no merece ni siquiera imaginar un cierre positivo para esto, al menos en su imaginación, es capaz de escuchar las palabras que le dan el valor para irse sin mirar atrás.

El joven sin ninguna resistencia coopera, marchándose del lugar con un amargo sabor de boca, solo viéndola de lejos, hasta perderla de vista.

Es incluso gracioso, durante toda su vida solo habían entrado tres mujeres, la primera fue como una madre para él, pero sucumbió a la absoluta locura por su culpa.

La segunda le entrego su corazón, permitiéndole vivir en la ilusión de una vida feliz y tranquila, solo para acabar lastimándola y decepcionándola, y la tercera… hace años que no pensaba en ella, pero claramente recuerda que su destino fue incluso peor.

Volgogrado Rusia, hace algunos años...

El aire del lugar se empieza a viciar, mientras el joven despierta de golpe.

A su alrededor solo había la oscuridad de un callejón, el suelo estaba lleno de vidrios rotos mientras el joven envuelto en un saco negro cubierto de sangre y marcas de disparos observaba hacia arriba.

Ahí observo un agujero en el cristal del cuarto piso de un edificio farmacéutico, su cuerpo estaba adolorido y paralizado, mientras el ruido de las sirenas policiales empezaba a acercarse rápidamente.

Trato de moverse, solo notando que poseía un agujero en el abdomen y se desangraba rápidamente.

Inmediatamente empezó a arrastrarse lejos de las sirenas, puesto a que un encuentro con la policía podría acabar en un tiroteo, mientras avanzaba encontró un automóvil abandonado en el fondo del callejón.

De su saco extrajo un cuchillo mediano y con el desbloqueo el portaequipajes del automóvil, entrando en su interior.

Las sirenas empezaron a acercarse, junto a ellas el sonido de lo que claramente eran perros; si seguían su rastro de sangre no tardarían en dar con su escondite.

Él estaba muy cansado y una pelea prolongada sería mala para su cuerpo en este momento.

Con rapidez tomó su cuchillo y perforó bajo el baúl hasta el tanque de combustible, provocando que el aroma de la gasolina residual del vehículo tapase el de la sangre.

Por un tiempo el sonido de animales olfateando en el lugar fue persistente, después de unos minutos cayó el silencio.




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