❝ O R I Ó N ❞
ANDY VÁZQUEZ
¿Inocente, testigo o culpable?¿Y si es todas las anteriores?
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No había podido dormir bien en toda la noche. Aquellas palabras habían taladrado mi mente, abrumándome hasta el punto de sufrir la peor crisis de ansiedad de toda mi vida. Aunque igualmente nunca podía dormir bien, ya que siempre me daban ataques de insomnio, lo cual era justificable cuando me la pasaba haciendo tareas u haciendo mis deberes hogareños.
Pero esto sin dudas, era otro nivel.
Sinceramente no confiaba para nada en aquel chico. Había decidido apiadarme y actuar como buena samaritana dándole refugio en mi establo, ya que temía de que el joven fuese víctima de algún horrible suceso, como un atraco o intento de homicidio.
Estaba dispuesta a ayudarlo, fuese cual fuese la razón de su estado y todo el trasfondo de esto.
Pero todo eso cambió y se volvió aún más extraño, cuando el chico comenzó a decir y a repetir aquellas incoherentes palabras.
—"Ellos vienen..."
¿A quiénes se refería?
¿A la policía?
¿A los que le hicieron esto?
¿O era su simple y sencilla imaginación?
Pensando y temiendo lo peor, decidí no correr riesgo y esposé al chico de ambas manos sin cuestionármelo dos veces.
¿Quién demonios es?
Me preguntaba aquello internamente una y otra vez hasta el punto de darme dolor de cabeza y ponerme histérica.
Hoy estaría insoportable, y estaba segura de ni siquiera yo poder soportarme.
Eran exactamente las seis de la mañana, el viejo gallo ya había dado sus primeras cantadas y el sol comenzaba a ponerse sobre las copas de los árboles. Este parecía ser un día prometedor, luego de la tormenta que, por cierto, había derrumbado un árbol cerca del establo.
Me mecía en el columpio cubierta de pies a cabeza con frazadas mientras que en mis manos sostenía el periódico del día.
La radio sonaba débilmente a mis espaldas con las canciones country que las personas pedían desde casa.
Era extraño, pero estar de este modo en una mañana un tanto nublada, me tranquilizaba a pesar de estar frente a un posible drogadicto o fugitivo.
Solté un fuerte estornudo y escondí mi rostro entre las sabanas en un rápido movimiento, esperando no haber despertado al chico.
Este ni se había inmutado. Me relajé.
La mojada de ayer había provocado que sufriese un fuerte resfriado, el cual a pesar de haberme abrigado bien, haber tomado las debidas pastillas y estar tomando café casi hirviendo con canela, este no se iba.
Me había levantado demasiado temprano, esto esperando a que mi padre no viese al chico solo y pudiera abogar por él. Pero, este no se había reportado en el transcurso de la mañana.
Tal vez se había quedado haciendo horas extras, o muy probablemente había decidido desayunar con Jenny, una compañera de su trabajo a la cual no trago por nada, es más, la escupía, y si pudiese la vomitaría.
Volví mi atención al periódico entre mis manos y lo releí por décima vez.
"Poderoso rayo cae y destruye un auto en la gasera Dunclair en la ruta 64; el gobierno asegura que se encargará de los daños causados."
Eso era lo que tenía como encabezado el periódico, con una imagen a los pies del escrito donde se podía divisar la gasera de la señora Dunclair y un enorme agujero en la tierra que era dos veces más grande que la casa de la susodicha.
¿De verdad un rayo podía hacer tal cosa?
Algo no cuadraba en todo esto.
En primera, la información parecía muy poco realista, teniendo en cuenta de que han caído rayos en mis terrenos y ninguno ha dejado hueco, ni siquiera una mancha insignificante. Solo grietas demasiado superficiales que se borraban al poco tiempo.
Además, ¿Encontrar a un chico desorientado, venusto, desnudo en el bosque, justo en la misma noche en la que sucede una explosión en la gasera Dunclair? Eso era muy sospechoso.
Demasiada coincidencia, diría yo.
También, me sorprendía el hecho de que el periódico hubiese llegado demasiado temprano, y aún más con esta noticia que no llevaba ni siete horas de haber ocurrido.
Miré sobre el periódico al chico que descansaba plácidamente enrollado en las mantas sobre el montón de paja, y algo vino a mí en ese instantáneamente. Una brisa de confusión me invadió cuando lo miré.
De alguna manera se me hacía familiar aquel chico, aunque en mi miserable vida lo hubiese visto. O al menos eso creía yo.
Intenté buscarle un nombre, un apellido o una familia en el pueblo con sus mismas facciones o parecidas alas de él, esto para adjuntarle alguna respuesta concreta, pero no encontraba dicha respuesta coherente, solo simples suposiciones.
Solté un suspiró profundo sintiéndome estallar.
Pensaba demasiado y por más que intentaba resolver todo, me complicaba yo misma la situación.
Si tan solo el chico tuviese alguna billetera, teléfono o identificación para poder ayudarlo con más facilidad, lo haría en solo unos minutos. Pero estaba desnudo y ni tatuajes tenía.
Tal vez llevándolo a la fiscalía obtendría respuesta y podría ayudarlo de forma rápida y efectiva. Claro, eso era mil veces mejor que intentar resolver la incógnita con suposiciones sin evidencias.
Duh, Andy, debes llevarlo a la fiscalía.
Los ojos zafiro del platinado se abrieron tomándome desprevenida, ya que mi mirada se había posado en un punto perdido de su angelical rostro.
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Editado: 03.06.2020