AGOSTO, 2013
Había sido un día bastante común en la escuela, ni siquiera estresante, ni horrible... sólo poco interesante, por no decirle aburrido. Mis párpados estaban algo pesados por el poco sueño que había tenido la noche anterior, y el caluroso clima no ayudaba demasiado, agregando que mis padres —conociendolos— llegarían algo tarde hoy.
Sabía perfectamente que con este calor no duraría mucho afura sin sufrir deshidratación, así que por mi propio bien había optado por irme directamente en la biblioteca a esperar a que vinieran por mi. Cosa que no estaba segura de como sabría porque con mis casi 13 años de edad no tenía un celular aún, debido a que mis papás lo veían como algo inútil para mi hasta la fecha.
Llegué a la biblioteca casi arrastrando los pies con la esperanza de que estuviera abierta, y me dejaran usar alguna computadora. Al abrir ligeramente la puerta, no pude evitar sentirme como si estuviera en el cielo con frío aire que se escaba de la habitación, era hermoso. Me acerqué con pasos patosos al "libro de visitas" —porque nada era igual de asombroso que entrar a la biblioteca de la escuela— y me registré en la hoja, para así finalmente acceder a una computadora. No tenía mucho humor para un libro, aparte no es como que hubiera mucha variedad.
Me senté frente al equipo, y abrí en navegador de inernet aún no muy segura de que podría hacer. ¿Adelantar tareas de una vez? No ¿Ver algún documental para llenarme de conocimiento? Que flojera ¿Perder el tiempo y ver gameplays en YouTube? ¡Claro que si!
Ingresé en la página, y tecleé el nombre de algún juego al azar. Por azares del destino terminé viendo vídeos de PewdiePie con una ligera sonrisa en el rostro. Soltaba una risa por lo bajo con alguna ocurrencia, o tontería que se decía en el vídeo. Estaba tan divertida, y clavada con lo que veía frente a la pantalla, hasta que el ruido de una silla que se movía al lado mio rompió mi pequeña burbuja de felicidad superficial. Mi mirada se dirigió a él, un chico de tez morena clara y cabello lacio oscuro.
—Oye, ¿no estamos en algún taller juntos? —preguntó con una sonrisa agradable en su rostro, cosa que se me hacía extraña porque a esta edad la mayoría de los niños eran unos tontos.
—¿Eres del taller de informatica? —asintió —Entonces si —elevé las comisuras intentando verme amigable, aunque realmente no tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos.
—¡Menos mal! —expresó con alivio —Pensé haberte confundidio con otra china.
Estaba luchando con mis ganas de torcerle los ojos y soltarle miles de palabrotas por su comentario tan estúpido. Mis rasgos erán asiaticos por completo, claro que si, sin embargo yo no nací en ningún pais de Asia.
—No soy china —aclaré con el ceño fruncido —. Nací aquí, en Minnesota.
—Pero pareces china —lo fulminé con la mirada —¡Hey, tranquila! Es sólo una broma —se justificó alzando ambas manos —Me llamo Luke, séptimo grado —agregó con una sonrisa radiante... y bastante preciosa.
—Tiare, estoy en tu mismo curso —inflé mis mejillas. En cuestión de segundos Luke acomodó sus manos sobre ellas haciendo presión, provocando que soltará todo el aire de golpe.
—Te llamaré Tay Tay, sólo porque eres china.
¡Dios! Definitivamente los chicos erán unos tontos a esta edad.
Lo miré de mala gana por última vez, y volví a prestarle atención al gameplay que tenía en el monitor. Se me había ido más de la mitad del video, todo gracias a este chico.
—Oye, Tay Tay —acercó rápidamente su cabeza a la pantalla —¿Te gustan mucho los videojuegos? —me miró de reojo, yo sólo asentí —¿Conoces World of warcraft? —negué —Que mal rollo. Deberías de descargarlo, podríamos jugar juntos.
—Casi no me gustan los juegos online —Luke ladeó la cabeza —Sólo juego...—analicé rápidamente la confesión que daría, y decidí callar.
—¿Qué? ¿Qué juegas? —se acercó a mi de golpe, con mucha curiosidad en su voz. Yo me hicé pequeña en mi silla —Oye, si juegas Minecraft está bien. No tengas pena, está bien roto. A veces me gusta quemarle las casitas a los aldeanos.