Viene a mí el trivial recuerdo
De nuestros asiduos juegos bajo el árbol de mangos
Nuestras caídas, nuestros brutales gritos, y nuestros ocasionales abrazos.
Recuerdo tu fina voz de miel
Que, austera era mi guía
Bajo la lluvia de magma y el brutal acero
Tus ojos, como mariposas de oro llenaban el abismo ingenuo de la trivialidad y la ardiente cólera
Recuerdo tus brazos, como serpientes apretujaban mi ser hasta dejarme azul,
Luego morado, lentamente me perdía en el cosmos.
Ahora ya no estas
No volveré a ver tu rostro
No veremos la lluvia caer sobre el pasto
Te harás polvo y yo me haré anciano
¿Quién me recordará tu rostro cuando mi memoria falle?
No serás, pues, nadie
Se olvidará tu existencia y yo me haré viejo
Pasarán décadas, casi un siglo y tu rostro me será una ensoñación
Y tú, seguirás siendo polvo.