"Violeta como uno de los colores reflejados en el arcoíris"
Christopher observó con cuidado a Annelisse, lucía renuente a tomar el frasco y él podía comprenderla. Había un recuerdo de su humanidad que nunca lo abandonaría. Una noche fría y la sangre surcando la pura nieve del invierno, en aquel instante, jamás podría haber imaginado tener que saciar su sed con aquel líquido escarlata.
Era un simple mortal y estaba cegado ante la magia y las criaturas que rondaban por el mundo... Hasta que fue convertido en una de ellas.
Ella sacudió la cabeza y se alejó.
— No lo haré — dijo en un hilo de voz y Danika se rió mientras apartaba su espeso cabello oscuro de su rostro.
— Niña, nada malo ocurrirá — soltó la bruja entre risa y risa. Aquello solo pareció asustar más a Annelisse y como si fuera un momento oportuno, Celic apareció en silencio entre las ramas de un árbol cercano.
Una sonrisa estiró las comisuras de los labios de Christopher, si había alguien que pudiera dejar sin palabras a Danika, ese era Celic. Pero conociendo la reticencia del gato hacia ella, sobre todo por lo que le había hecho, Christopher prefirió no decir nada sobre el felino observándolos.
En cambio, su ambarina mirada regresó a donde la joven observaba el césped a sus pies. Tomó una de las pequeñas y delicadas manos de Annelisse e hizo que sus dedos se aferraran al frasco.
— Bebe — ordenó sin pensarlo realmente, era una costumbre que los demás acataran sus ordenes... Pero, Annelisse frunció el ceño.
— No.
Los ojos se Christopher se abrieron de par en par, pero más que molestarse, su actitud desafiante le atraía y creó una sonrisa en su rostro. Annelisse bajó la mirada al frasco con aquel líquido espeso, que por alguna razón, aún estaba cálido, lo cual solo le provocó más repulsión.
Sin permitirse creer en lo que había sucedido, caminó hacia el espacio donde, hace unos instantes, estaba el formidable castillo. Ella creyó que se encontraría con algo solido pero no visible a sus ojos humanos, en su lugar, solo continuó caminando hasta llegar al otro lado del prado sin sentir nada.
Había desaparecido por completo, como si nunca hubiera estado ahí y por primera vez en su corta vida, Annelisse presenció el verdadero poder de la magia.
Contempló la posibilidad de beber aquella sustancia proveniente de Christopher, sin lugar a dudas, alteraría algo esencial en ella y dejaría atrás parte de su humanidad. A pesar de aún no estar preparada para eso, destapó el pequeño frasco de cristal y sin pensarlo, lo puso contra sus labios y dejó que el líquido resbalara por su garganta.
¿Qué más podía hacer? No habían opciones para ella. Regresar con sus padres y hermanos no podía si quiera ser considerado y cómo podía seguir al lado de Christopher sin ver el lugar donde residiría. Había sido una decisión tomada precipitadamente pero no sin razón.
Un sabor salino y oxidado quedó en su boca, quería deshacerse de esa horrible sensación pero lo olvidó rápidamente al ver que, ante su mirada conmocionada, el castillo aparecía lentamente, alzándose como si quisiera tocar el cielo.
Ella jadeó... regresó a paso lento junto a Christopher y la bruja que aún se desternillaba de la risa. Christopher vislumbró el semblante descompuesto de la joven y se preocupó, muchas veces al cuerpo humano le tomaba adaptarse a la sangre de un vampiro. Quizá no le había sentado bien pero era evidente que logró ver el castillo y que la magia de Danika había cumplido con lo prometido.
Annelisse alzó la mirada y en uno de los árboles tras Christopher y Danika estaba posado Celic. Recordando un comentario que hicieron sobre él y Danika, decidió tomar venganza.
— ¡Celic, no me había percatado de tu presencia! — exclamó y notó los ojos de Celic vueltos dos rendijas verdes desprendiendo odio. Danika giró vertiginosamente y gritó al ver al felino, quien intentó escabullirse a toda velocidad entre la frondosidad de los árboles pero no lo logró, ya que, con un movimiento de su muñeca, Danika lo había traído ante ella.
— ¡Que mal comportamiento, Celic! —regañó ella y alzó al felino. Annelisse pensó que besaría el suave pelaje oscuro del gato, pero en su lugar Danika chasqueó los dedos y su pelaje negro se tornó rosa: —¡Ahora luces mejor!
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Editado: 25.05.2018