Oscuridad

4 - Alara – 1

Luego de un poco de reconocimiento, Alara ocultó a sus amigos para entrar al edificio por uno de los portones. Los guardias los ignoraron por completo y estaba contenta con sus amigos, ya que sabían cómo moverse cuando estaba usando su técnica. Eridia estaba sorprendida, pero no había dicho nada en todo el recorrido. Artrisa los guio por el pasillo para terminar frente a una puerta de seguridad.
“¿No deberían haber puesto la entrada en un lugar más… accesible?” Preguntó al aire Cresso. “Este recorrido es bastante molesto.”
“No estás pensado como un espía, mandaloriano.” Dijo al aire Artrisa. “Esta entrada secreta es perfecta, ya que nos podíamos infiltrar como empleados sin que nadie nos note. No siempre tienes a alguien como Alara para hacerte invisible a tus enemigos.”
“Ahora es un problema por la presencia militar, pero sigue siendo accesible.” Agregó Eridia.
“¿Ya no tienes que tocar a nadie para usar la técnica?” Preguntó al aire Sanza.
“Shin me enseñó un poco sobre mis habilidades.” Dijo sonriente Alara. “Resulta que puedo influirlos si están cerca, solo me faltaba pensar un poco…”
“Nunca podré acostumbrarme a esto.” Dijo al aire Cresso mientras miraba por la ventanilla a la cabina de seguridad.
“Pareces feliz, Alara. ¿Estás bien junto a Shin?” Preguntó con curiosidad Lura. “Erdos siempre quiere preguntarte.”
“Tú eres la chismosa, Lura.” Dijo jocoso Erdos.
“Estoy feliz…” Dijo sonriente Alara. “Estoy aprendiendo a disfrutar de la vida y… no sé, todo es maravilloso.”
“Yo estoy sorprendida de que no estés con él, se pasan todo el día juntos.” Dijo al aire Shia.
“Solo estás celosa, mandaloriana.” Dijo al aire Mirana.
“Me gusta pasar mi tiempo con él…” Dijo apenada Alara.
“Me imagino.” Dijo con malicia Shia.
“¿Ustedes están casados hace mucho tiempo?” Preguntó sin cuidado Alara para cambiar de pareja.
Artrisa estaba abriendo la puerta con mucho cuidado mientras Eridia estaba lista para detener al par de guardias que estaba charlando cerca de ellos.
“Quince.”
“Diez y seis.” Dijeron al unísono.“
¿Qué estás contando?” Preguntó al aire Lura.
“Ningún estúpido va a decirme que estoy casado contigo, Lura.” Dijo con seriedad Erdos.
“Diez y seis, entonces.” Dijo divertida Lura.
“Eran jóvenes entonces…” Dijo sorprendida Alara.
“Yo tenía veinte.” Dijo al aire Erdos. “Nosotros nos casamos jóvenes, Alara. Nunca sabes que va a traerte la galaxia.”
“Shia me contó un poco sobre eso…” Dijo pensante Alara. “¿No tienen hijos?”
“Ya la conoces.” Dijo divertida Lura.
Sanza estaba cubriendo la retaguardia junto a Cresso.
“Aquí estoy…” Dijo sin cuidado.
“No nos gusta que nos juzguen por nuestros padres, maestra.” Dijo al aire Erdos.
“Creo que vamos a tener problemas.” Dijo pensante Eridia.
Alara sintió algo en la Fuerza mientras escuchaba la conversación de los guardias, una mujer estaba hablando con un hombre, que estaba mirando directo a ellos sin encontrarlos.
“¿Escuchaste eso?” Preguntó en voz alta la guardia.
El hombre se giró a escuchar con más atención su radio.
“Ihsahan está en el templo.” Dijo sorprendido el guardia. “Maldición…”
“Llamando a todas las…” Dijo por la radio la mujer.
El guardia la detuvo al instante.
“¿Estás loca?” Preguntó ofuscado el guardia. “¿Quieres morir en sus manos?”
“¿De qué hablas? Darth Ihsahan no es como los otros siths. Yo estaba allí cuando la República atacó nuestro convoy junto a ese jedi. Nos salvó de sus disparos antes de pelear con el Escuadrón Alfa.” Dijo con seriedad la mujer.
“¿De qué estás hablando?” Dijo ofuscado el guardia. “Ese sith destruyó el Imperio, haz sonar la alarma.”
“Es nuestro deber…” Dijo al aire la mujer.
El guardia tocó la alarma para que todo el complejo empiece a sonar. Alara se anticipó a Eridia y noqueó a sus enemigos mientras Artrisa terminaba de abrir la puerta. Del otro lado encontraron un escuadrón de robots y soldados listos para pelear. Shia, contra lo que ella quería, sonrió para destruir a un par de droides con sus blasters. La pelea empezó con una sorpresa. Ofuscada, Alara saltó entre los soldados para noquearlos mientras un relámpago dorado destruía a todos los droides en un instante.
“Shia…” Dijo ofuscada Alara.
“Quería dispararle a algo, Ali…” Dijo aburrida Shia.
“Me recuerdas a tu prometido, maestra.” Dijo al aire Erdos mientras perdía su postura. “Te llevaste toda la diversión.”
“No vinimos a pelear…” Dijo apenada Alara mientras notaba lo que había hecho. “Parece que tengo que agradecerle a mi Shin…”
“Tú no te has percatado de esto, pero… Shin siempre dice que eres una gran alumna.” Dijo al aire Mirana mientras pasaba a su lado.
Artrisa abrió una puerta con su holo para llamar al ascensor. Sus amigos rodearon la puerta listos para todo mientras ella se cruzaba de brazos a sentir. Su prometido estaba en la distancia tranquilo como siempre.
“Yo me encargo de esta entrada, chicos. Ustedes encárguense del hangar.” Dijo con seriedad Alara.
“No es necesario, ahora ya van a saber por dónde entrar a la base. Vitti me dio un par de regalos para encargarnos de la entrada.” Dijo sonriente Shia.
“Tengo a Shin en la mira, está… haciendo eso que siempre hace.” Dijo Gundar por el comunicador. “Está rodeado por unos cuantos siths y… estoy seguro de que me miró un par de veces. Cosa que sería imposible, pero…”
“A mí solía hacerme lo mismo…” Dijo Artrisa mientras se abrían las puertas del ascensor. “Síganme.”
Alara se quedó junto a Lura a custodiar el descenso mientras escuchaban a Gundar quejarse de los movimientos de su prometido.
“Tu prometido te tiene en buena forma, Alara. Tienes una… agresividad que es nueva.” Dijo pensante la mandaloriana.
“Aprendí a no tenerle miedo a la violencia.” Dijo pensante Alara. “Shin es un gran maestro.”
“Eso parece interesante, pero no eres violenta, eres agresiva. Me gusta mucho tu estilo, ustedes tienden a estirar las peleas solo para no matar a nadie. En cambio, ahora derrotaste a tus enemigos con el mover de tus habilidades.” Dijo pensante Lura.
“Empecé a notar estos detalles gracias a él… Aunque… creo que sería un gran mandaloriano, no sé si me explico…” Dijo pensante Alara. “Compañía…”
Alara saltó hacia los droides mientras Lura disparaba con su gigantesco cañón hacia una puerta, trabándola por completo. Sus relámpagos hicieron el trabajo fácil mientras el ascensor volvía a sus espaldas.
“Sería un gran mandaloriano…” Dijo como si nada Lura. “Ya tiene armadura, aunque no sé si ese casco es considerable, es demasiado flexible…”
“No lo sé, le gusta pelear, pero… simplemente se divierte.” Dijo apenada Alara. “He estado aprendiendo mucho de… la vida. Especialmente a disfrutarla…”
“Yo creo que estás más saludable que antes, Alara.” Dijo pensante Lura. “Y me gusta que no quieras hablar con todos tus enemigos.”
“Entiendo que estamos en el Imperio, Lura.” Dijo divertida la jedi.
Ambas salieron a un gigantesco hangar repleto de vehículos y una pequeña tienda de campaña. De fondo estaba la nave, que todavía no podía entender con la poca luz que había. Las luces se encendieron después de un grito de Eridia. Sanza se acercó junto a Shia para poner los explosivos en el ascensor. La explosión fue precisa e impresionó a sus amigos.
“Esa twi’lek sabe lo que hace, Shia.” Dijo al aire Sanza.
“Te lo dije.” Dijo divertida Shia. “¿Cómo estás, Ali? ¿Extrañas a tu hombre?”
“Un poco, está tranquilo…” Dijo pensante Alara. “Pero Gundar dice que está peleando…”
“No sé cuánto puedan hacer contra él, recuerda que… derrotó a todo el Consejo Oscuro, los que quedaron deben ser más débiles...” Dijo al aire Shia. “Además… Si alguien sabe lo que puede hacer eres tú.”
“Es cierto, pero…” Dijo apenada Alara.
Mirana se acercó para entrar a la tienda.
“¿Ya cargaron todo?” Preguntó al aire.
“Sí, estamos listos para partir. Solo necesitamos una tripulación.” Dijo con seriedad Eridia.
“Tú vienes con nosotros.” Dijo divertida Shia. “Órdenes del jefe.”
Eridia la miró con fijación.
“Entendido.” Dijo sin ninguna duda. “¿Podría ser una de ustedes?”
“Vas a tener que pasar mis pruebas.” Dijo divertida Mirana. “Alara es la jefa de los siths.”
“Será un placer tenerte en casa, Eridia.” Dijo sonriente Alara. “Siempre estamos encantados de tener nuevos amigos.”
“Deberías traer a algún jedi, Ali.” Dijo al aire Shia. “Shin estaba quejándose de eso…”
“No sé, no quiero obligar a nadie. Creo que Vatse va a ser el primero…” Dijo pensante Alara mientras caminaban hacia la nave.
“Esto es una fragata.” Dijo al aire Shia.
“Es un crucero pequeño.” Dijo jocosa Mirana.
“Otra vez…” Dijo divertida Alara. “Es distinta a lo que esperaba.”
“Fue un regalo de un planeta que rescatamos de unos piratas.” Dijo pensante Shia. “Había de esos… nunca recuerdo sus nombres.”
“Mrlssi.” Respondió al instante Artrisa.
“Esos, estaban tan felices con la máscara de tu prometido que volvimos en esta nave con las chicas y unos espías…” Dijo al aire Shia. “Deberíamos cambiarle el nombre.”
“Después podemos votar…” Dijo divertida Alara. “¿Gundar? ¿Algo para informar?”
“Esto se está convirtiendo en una batalla campal, Shin está… bailando entre el plasma mientras los siths saltan en vano a atacarlo. El frente del templo está en ruinas. Necesitaremos extracción. Necesito moverme de posición.”
Alara miró a Erdos mientras subían hacia la nave, la exploración iba a tener que esperar a que su novio apareciera. El puente de mando era un poco más grande de lo que esperaba, pero con la ayuda de sus amigos pronto empezaron a moverse por el hangar. La grúa los estaba llevando hacia una hermosa cortina de agua que estaba oculta detrás de un gigantesco portón metálico. Artrisa y Eridia estaban parados junto a ellas mientras la nave se acercaba al agua.
“Ali, deberías ayudar a tu prometido.” Dijo pensante Mirana.
“Y alguien necesita ir a buscar al yate.” Dijo pensante Artrisa.
“Yo quiero ver bailar al sith…” Dijo divertido Erdos.
“Nosotros buscamos el yate, Alara. Te encargo a mi esposo, es puro casco en estos momentos.” Dijo divertida Lura.
Sanza se sumó a ellos cuando la gigantesca nave empezó a flotar sobre el río. Alara tuvo que saltar hacia una pared vertical mientras sus amigos volaban junto a ella. Saltó para pasar el umbral y ver a la nave por unos segundos. Era alargada, tenía grandes alas, estaba pintada de naranja y verde y no parecía haber pasado mucho tiempo en el espacio. El puente estaba en el frente de la nave y podía ver unas cuantas torretas y sistemas de defensas. La nave se perdió en el horizonte cuando decidió correr hacia su novio. Pudo seguir el humo de los jets de sus amigos en dirección al templo para encontrarse una batalla.
“Ese estúpido sith…” Dijo divertida Sanza.
“Está bailando…” Dijo jocoso Erdos. “Déjalo pelear, Alara.”
Gundar estaba parado en un balcón oculto de los ojos curiosos del Imperio. Shin estaba danzando entre los ataques de sus enemigos con una gracia descomunal, pero a ella no estaba contenta con que siempre estuviera en peligro. Mientras sentía unas peligrosas presencias, Alara se escondió detrás de una fuente junto a sus amigos a ver lo que pasaba.
“¿Conoces a esos siths?” Preguntó con cuidado Sanza.
“La verdad es que no, los famosos están todos… muertos.” Dijo pensante Alara. “Shin dice que es la época de los de segunda clase, pero…”
“Ah, tiene sentido. Deben estar envueltos en una guerra por el poder…” Dijo al aire Erdos.
“Como nosotros…” Dijo ofuscada Alara. “Los Archivistas se están haciendo cargo de la Orden, pero…”
“Perdieron a su mejor jedi, Alara. No lo olvides.” Dijo con decisión Erdos. “Tú eras la sucesora de Ch’Chok.”
“No lo sé…” Dijo apenada Alara.
Alara sintió los ojos de su prometido sobre ellos, Shin estaba listo para partir.



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Editado: 13.09.2023

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