El Linaje de Lissie Lorens

3. Otro Clarividente

Publicado: 21 de octubre de 2018

Lissie despertó sintiendo el fuerte dolor de cabeza. Se llevó la mano derecha hasta su frente y estaba ardiendo. ¿Por qué tenía fiebre si no fue la que se mojó? Se sentó en la cama y miró a su alrededor. «¿En qué momento habían llegado al motel?» pensó.

Se levantó de la cama sintiéndose mareada y con mucha hambre. Caminó hasta el baño y se hecho agua fría en la cara para despejarse. Cuando salió del baño se dio cuenta que la habitación era demasiado hermosa y espaciosa como para ser de un motel. No recordaba que esos sitios fueran tan bonitos.

Tomó su cartera y salió de la habitación. El pasillo estaba decorado muy al estilo medieval. Sonrió, porque todo daba un ambiente tranquilo y era justo lo que necesitaba. Dedujo que su hermano estaría en el bar del que parecía un hotel. Al parecer era un hotel pequeño, pero no operaba como motel.

Entró al bar y miró todo el lugar en busca de los tres mosqueteros. Los visualizo cerca de la barra y vaya sorpresa. Había tres chicas con ellos.

«Lo que me faltaba» pensó la clarividente con su entrecejo arrugado. Sus ojos se quedaron viendo a la chica pelinegra que estaba sonriéndole coquetamente a Mathias.

Su Mathias.

Sintió su frente quemar aún más. La palabra celos no estaba en su vocabulario. Aunque en esos momentos reconocía que no le gustaba absolutamente nada de lo que estaba viendo. Pensó en acercarse, pero luego se vería como una ex-novia psicópata y eso no le gustaba tampoco. Al final decidió dar media vuelta y dejar que esos tres se entretuvieran un rato.

Caminó mientras observaba todo a su alrededor. Los cuadros, las decoraciones, todo parecía tener un aura misteriosa. Por estar viendo uno de los cuadros terminó tropezando con una persona. Se vio a si misma golpeando el piso, pero unos fuertes brazos la rodearon con fuerza para evitar que ella se estampara. Comenzó a respirar agitadamente sintiendo el dolor de cabeza más fuerte.

—Perdona, no fue mi intención asustarte —se disculpó el hombre que todavía no había visto.

—Lo lamento, no me siento bien. De verdad pensé que caería —dijo mientras se masajeaba las sienes.

—No te disculpes, son cosas que siempre pasan —murmuró el hombre.

Fue entonces que ella alzó la vista para verlo.

Tenía su cabello negro corto y peinado perfectamente hacia atrás. Tenía una camisa de vestir de manga larga color gris claro, sin corbata, ni chaqueta. Había algo más en ese hombre que acababa de ayudarla.

—Gracias por ayudarme. Soy un poco despistada —dijo mientras señalaba el cuadro que estaba viendo—. No deberían tener ese tipo de decoración tan llamativa.

El hombre miró curioso el cuadro.

—Las personas comunes no se despistan tanto con la decoración del hotel. Pero tú no eres una persona común ¿cierto? —preguntó mirándola directamente a los ojos. Sus ojos verdosos tenían un brillo inusual, fue entonces cuando se dio cuenta que era diferente.

—Eres como yo… —murmuró para que solo él la escuchara.

Él sonrió y se metió ambas manos en los bolsillos de sus pantalones negros.

—No me esperaba encontrar a otra persona así en mi hotel —respondió.

—¿Eres el dueño del hotel? —él asintió y ella tragó en seco—. Lamento nuevamente que hayas tenido que evitar mi caída.

—Si te soy sincero… vi que caerías al suelo —dijo sonriendo.

—Gracias por haberlo evitado entonces.

—Si vuelves a disculparte por lo sucedido me voy a sentir ofendido. ¿Te apetece tomar un café? Con esta lluvia que está cayendo lo mejor que puedo ofrecerte es eso o un chocolate caliente.

Lissie miró hacia atrás recordando que en esos momentos los tres chicos debían todavía estar entretenidos con aquellas mujeres.

—No voy a aceptar la oferta cuando no se tu nombre —respondió.

—Eso tiene solución. Soy Kyler Wills y soy clarividente. Mi hermano gemelo trabaja con mi padre en otro de los hoteles. ¿Es suficiente para que aceptes tomar un café conmigo?

—Supongo que ahora si no tengo excusas. Me llamo Lissie Lorens, quizás y sepas sobre mí. Mi hermana gemela murió en el parto. Y acepto tomar ese café y si fueras tan amable de brindarme un analgésico para este dolor de cabeza sería estupendo.

—Dolor de cabeza, no debe ser nada bueno el día que has tenido.

Kyler la condujo hasta el restaurante. Algunos que reconocieron al dueño del lugar rápidamente se acercaron a saludar. Otros, como algunos empleados simplemente le siguieron el paso con la mirada. Lissie comprendió la razón de esto, su jefe estaba con una chica desconocida. Vaya sorpresa para ellos.

Se sentó en una de las mesas más alejadas de los ventanales.

—Presiento que esta noche la pasare en el hotel. Todavía nos quedan como dos horas y media de camino, puede que un poco más.

—Vienes acompañada entonces —murmuró Kyler mientras veía como el mesero se acercaba nervioso hasta ellos.

—Con mi hermano y sus dos amigos. ¿Aquí tienen tiendas?




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